Este año se conmemora el bicentenario de la muerte del general José Antonio Anzoátegui. No hay una bibliografía voluminosa que permita conocer a fondo su vida y obra. Sin embargo, para entendidos en la materia este general es considerado el colibertador de América. Bolívar al conocer la noticia de su sorpresiva muerte exactamente cuando cumplía solamente 30 años de edad y era General de División del Ejército Revolucionario Patriótico, dijo que hubiera preferido la pérdida de tres batallas y no la muerte del General. Eso enseña el profundo aprecio y admiración que Bolívar le tributaba a Anzoátegui.
Hay muchas versiones acerca de su muerte ocurrida el 15 de noviembre de 1819, en la población de Pamplona (Norte de Santander) cuando el Padre de la Patria lo había investido como Comandante Supremo del Ejército del Norte, cuya misión era independizar Venezuela y prácticamente, Centroamérica.
Este egregio revolucionario había nacido en la ciudad de Nueva Barcelona o Barcelona Americana (Venezuela), el 14 de noviembre de 1789. Su padre, José Anzoátegui, era distinguido caballero español que ocupaba las más altas dignidades en esta ciudad. Su madre, Juana Petronila Hernández, también pertenecía a la sociedad mantuana de este estado.
Muy joven ingresó al Ejército Revolucionario Bolivariano, renunciando a sus propios privilegios y tomando como bandera de lucha La Libertad del continente de las garras imperiales de España, respaldando decididamente el plan militar diseñado por el Libertador Simón Bolívar.
Fue un militar valiente. Frentero. Brilló en distintas batallas, especialmente en las del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá en la Nueva Granada (Colombia). Fue leal a Bolívar. Varios hermanos suyos también hicieron parte del Ejército Libertador. Mantuvo distanciado de Santander. Su animadversión a este general fue bastante marcada y si se trataba y obedecía sus órdenes era por respeto y admiración al General Bolívar.
Hizo parte de la guardia de Honor de Bolívar. En Venezuela participó de nueve batallas y 19 combates, mientras que en la Nueva Granada tomó parte de dos batallas y dos combates. Entre capitán, sargento mayor, comandante, coronel, general de brigada y general de división, participó en 37 acciones militares. Se calcula que ganó 24 combates, perdió cinco y ni perdió ni ganó 8. A cada paso, el General Anzoátegui se jugaba la vida por la causa noble de la primera independencia.
Su muerte
Anzoátegui era un militar disciplinado y austero. Eludía todo protagonismo. Ejercía autoridad entre sus hombres. Después de la batalla de Boyacá, el General Bolívar le ordena comandar el Ejército del Norte. En Pamplona se le ofrece un agasajo en su honor el 14 de noviembre por motivo de su cumpleaños, festejar el triunfo de la batalla de Boyacá, el reciente ascenso a General de División y el reciente nombramiento de comandar el Ejército del Norte. Aunque era enemigo de los agasajos y los homenajes, Anzoátegui accedió en esta oportunidad. Mientras presidía la mesa principal lo sorprendió un malestar general y disculpándose fue a su aposento a reposar unos minutos. No pasó muchos minutos para cundir la noticia que el general agravaba. El médico le prestó sus primeros auxilios, pero al siguiente día en horas de noche murió. A la mañana siguiente, sin honores militares, fue enterrado en la catedral de esta población. Un terremoto echó a tierra esta construcción, así que su esqueleto fue a parar a fosa común. En la actualidad no se sabe con exactitud dónde reposa sus cenizas.
Son varias las versiones que se tiene sobre su sorpresiva muerte, entre ellas, que habría sido eliminado por los conspiradores que se arrastraban como reptiles siguiendo las huellas del Libertador. Su ascenso vertiginoso, su capacidad militar, su lealtad al proyecto revolucionario y a Bolívar al parecer incidieron en su muerte.
Anzoátegui no era un hombre de discurso y de proclamas, era un militar de acción, un tropero como se suele decir con frecuencia en el argot militar. Recorrió tanto a Venezuela como a la Nueva Granada y Centroamérica con estoicismo y coraje. Fue puntal fundamental para que se concretara la primera independencia e incluso, sembró elementos vitales para la segunda y definitiva independencia. Así que a 200 años de su muerte, su heroico ejemplo sigue brillando sin mancha en el amplio firmamento de América.
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