Gráfica Sintratextil Medellín |
El Centro Democrático, es un partido de garaje que aglutina a la extrema derecha, a lo más reaccionario y atrasado políticamente, cuya función se puede simplificar en hacer trizas los acuerdos de la Habana entre las FARC – EP y el Estado Colombiano e impedir que el narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez, sea castigado ejemplarmente por sus numerosos crímenes de lesa humanidad.
No tiene otra razón de ser. Basado en esos turbios ideales el Centro Democrático cabalga en la impunidad, el narcotráfico y la violencia. El terror se expande en todas direcciones con increíble facilidad y libertad, pues el Estado se encuentra a merced de este siniestro personaje consentido de un gran sector de la oligarquía colombiana y los Estados Unidos.
El remoquete de narcotraficante número 82, no es obra de quienes lo combatimos, es decisión de la CIA, que haciendo un estudio detallado de los traficantes de narcóticos de nacionalidad colombiana, ubicaron a Álvaro Uribe Vélez con ese número: 82. Creo que Pablo Escobar Gaviria figuraba con el 78.
Es decir, los Estados Unidos saben perfectamente quién es este “personaje” y si no lo han detenido hasta ahora son por sus buenos oficios en favor del imperialismo. Comenta Renán Vega Cantor en uno de sus valiosos libros, que cuando el presidente Correa de Ecuador mandó para el carajo la base militar gringa de Manta, Uribe viajó de urgencia a Estados Unidos a ofrecer el territorio nacional para que ubicara las bases militares que quisiera. No le importó un ápice la soberanía nacional, ni la dignidad de la patria.
Si bien es cierto, hasta ahora ni un solo presidente colombiano se ha atrevido a exigir respeto e independencia del Tío Sam, también es cierto decir que Gaviria, Pastrana, Uribe, Santos y Duque, han resultado ser verdaderos “lamebotas” del imperialismo norteamericano incondicionalmente. Acuden a la Casa Blanca de rodillas, con el rostro en tierra, solo dispuestos a recibir órdenes y migajas.
Son tratados con desprecio y asco por el inquilino de turno de la Casa Blanca, recibidos por la puerta trasera y tratados con displicencia, a pesar de que son agentes incondicionales y sumisos.
Ese Partido del Centro Democrático, que parece una caverna de delincuentes al estilo de Alí Baba y sus cuarenta ladrones, es el Partido de gobierno de un “presidentico” que solo sabe hacer la 21 con el balón, tocar guitarra a medias y bailar.
Realmente hasta ahora, el señor Iván Duque Márquez, no ha mostrado un solo gesto propio de jefe de Estado. Se ha portado como un simple arlequín de Uribe y de Trump. Lo manipulan con qué facilidad. Decía la senadora Aída Avella Esquivel: Lo manda Uribe para el extranjero para él quedarse gobernando entre bambalinas.
El Centro Democrático entonces, inspira su dinámica en la violencia. Hace esfuerzos por hacer trizas el proceso de paz para que Colombia siga transitando los horrores de la violencia de pueblo contra pueblo.
En el Parlamento, Uribe dijo que prefería 80 veces la guerrilla en el monte que en el parlamento, a lo cual Gustavo Petro le contestó que en ese entramado no caería porque estar en el monte implicaría enfrentamiento entre pueblo contra pueblo, mientras que la gran oligarquía negociaba libremente en el congreso los activos de la nación a su antojo.
Es cierto. La guerrilla es pueblo, el ejército nacional es pueblo, mientras que los congresistas o son oligarcas o son los delegados de esta clase social en su inmensa mayoría. Todos sabemos que a la oligarquía no le importa un comino que el pueblo se mate entre sí, se preocupa que el pueblo se una y ataque a su clase social.
O sea, la propuesta del sanguinario Uribe no es deschavetada. Su interés es mandar de nuevo a la guerrilla al monte a que se mate con el ejército, mientras que la oligarquía de todos los pelambres se reparte el país sin obstáculo alguno. Petro, más inteligente aún, le contesta, que la oposición seguirá en el Parlamento porque allí es donde se toman las grandes decisiones.
Desde esa perspectiva, el pueblo colombiano está llamado a ser protagonista de primer orden. No puede asumir una postura neutral, ni claudicante o de indiferencia. Debe defender el proceso de paz, su implementación integral y la libre autodeterminación de los pueblos. No hay que cruzarnos de brazos a esperar ver pasar el cadáver del capitalismo con destino al cementerio. Hay que ayudar decididamente al hundimiento de la pútrida oligarquía y el nacimiento inexorable del Socialismo. En esa dinámica resulta fundamental la unidad, la organización y la movilización.
Hay que desarticular la pandilla metida en el Partido Centro Democrático, fortaleciendo las izquierdas y sus organizaciones sociales y políticas. La iniciativa del Partido Comunista Colombiano de un Frente Amplio por la Paz, y que estudió juiciosamente el reciente congreso de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), resulta ser el camino más expedito para cristalizar este anhelo de millones y millones de colombianos y colombianas, sumergidos y sumergidas, en las oscuras y nauseabundas aguas contaminadas que van sin rumbo fijo por los crudos acantilados del naufragio.
A este Partido de la muerte, hay que anteponerle el Partido de la vida y de la esperanza, el Partido Comunista Colombiano. En esa batalla ideológica y política usted está convocado (a) a participar con decisión y coraje.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario