El proceso de diálogo de paz entre el movimiento insurgente de las Farc – Ep y el gobierno Santos que se viene desarrollando en la gloriosa e invencible patria de José Martí, Cuba, siempre ha transitado por el filo de un cuchillo o la espada de Damocles. La razón es elemental: Los intereses de los bandos son antagónicos: Mientras el gobierno se empecina en defender los intereses de la clase dominante (oligarquía), el movimiento insurgente trata de defender los intereses de la clase dominada (proletariado, pueblo).
Es decir, las dos concepciones de paz que las partes esgrimen son opuestas. Mientras el gobierno nacional abandera la pax romana, la paz de los vencidos, la paz sin cambios estructurales, el movimiento insurgente defiende la paz con justicia social, es decir, con cambios estructurales, con reformas que conlleven a mejorar las condiciones de vida de los 47 millones de colombianos.
La complejidad del conflicto colombiano, que ya supera los 50 años, no se puede resolver de la noche a la mañana y a pupitrazo limpio como se hace con frecuencia en el congreso nacional para apoyar las leyes a favor de la clase dominante y en contra la clase dominada.
Hacerle creer al pueblo colombiano a la fuerza bruta de que tres años son muchos, no es más que un ataque adicional de la derecha y la extrema derecha en sus pérfidos intereses de hacer reventar el proceso de paz que se viene tejiendo en Cuba. Lo hacen no por ingenuidad sino porque está de por medio sus mezquinos intereses económicos. La paz para el pueblo es una fortuna, para la oligarquía lo es la guerra. Guerra que esta clase decreta pero que no le coloca el pecho, porque ni la clase dirigente, ni los generales van al combate, van los hijos del pueblo. “La guerra culminará en Colombia – dijo Aída Avella Esquivel – el día que los hijos de los ricos y de los generales vayan al campo de batalla”.
Las amenazas del gobierno nacional
Como dicen las abuelitas: “Tras de ladrón bufón”, el gobierno nacional en vez de salir a plantear soluciones plausibles y creíbles al momento difícil del proceso de paz, sale es a amenazar, a minimizar su responsabilidad y a responsabilizar a la contraparte, en esta oportunidad al movimiento insurgente fariano. Como quien dice: De todos los aciertos el responsable es el gobierno y de los fracasos son los insurgentes. Es como decir: Con cara gano yo y usted pierde con sello. Bueno resulta destacar que el diálogo de paz de la Habana no es un monólogo. Es un diálogo entre dos partes.
Resulta extraño y por demás indignante que el señor Humberto de la Calle Lombana haya escogido a un solo periodista para amenazar el proceso con su retiro en cualquier momento de la mesa. “Yo si quiero decirles a las Farc con toda seriedad: Esto se puede acabar. Algún día es probable que no nos encuentren en la mesa de la Habana”, dijo.
Con qué cinismo el señor de la Calle Lombana quita la responsabilidad del Estado y se la adjudica a la guerrilla. El movimiento insurgente desde un momento propuso el cese bilateral del fuego, dio ejemplo por más de tres meses con la iniciativa unilateral. ¿Cuál fue la respuesta del Estado? Escalar el conflicto en todas sus formas y manifestaciones, hacer fracasar la decisión unilateral del movimiento fariano e incrementar la política imperialista de los Estados Unidos de tierra arrasada como en 1964 en el marco del plan Laso. Se intensifica el conflicto. Mientras caen guerrilleros, campesinos o inocentes del pueblo, no es problema para el gobierno nacional, el problema es cuando caen militares, helicópteros y productos que se están robando las multinacionales y transnacionales. ¿Será que al presidente Santos o a la oligarquía colombiana les duele que caigan soldados en medio de este crudo conflicto? Por supuesto que no, les duele es sentir su incapacidad de derrotar la contraparte.
Muchas de las respuestas que da Humberto De la Calle Lombana al periodista “preferido” de la burguesía, Juan Goosaín, son infantiles, torpes y mediocres. Por ejemplo, cuando dice que no es posible el cese al fuego bilateral porque hay otras fuentes de violencia. Es una respuesta para tontos y el pueblo colombiano no es tonto. ¡A quién engañas abuelo!, diría la canción colombiana.
Diríamos que el gobierno nacional está preparando el terreno, por si salen los diálogos o por si no salen, teniendo en cuenta el difícil momento que está atravesando. En ese plan táctico y perverso por cierto, pretende reducir a su mínima expresión a la contraparte, en este caso al movimiento guerrillero. Si sale el proceso, dejarlo sin base social y si no sale, pues responsabilizarlo del fracaso y como Pilatos lavarse las manos. Es decir, el gobierno nacional gana con cara y la guerrilla pierde con sello.
Decir por ejemplo que la dificultad crítica del momento es por los recientes hechos de guerra al parecer de la guerrilla es otra infame mentira. El problema de fondo es otro. Son las causas reales que dieron origen al conflicto y que el gobierno pretende subvalorar para supuestamente hacer una paz exprés y gratis.
Las contradicciones del gobierno son de fondo, se encuentra débil y con poca capacidad de respuesta para ceder y dar muestras reales de querer la paz para los colombianos y las colombianas. Se descompone peligrosamente en su propio estiércol y cede ante la presión de la extrema derecha que encarna el narcoparamilitar Álvaro Uribe Vélez. La iniciativa inicua de este senador mafioso de crear “zonas rurales de concentración” (cárceles) para meter allí la guerrilla, sale el señor De la Calle Lombana a defenderla. Dice: “Me parece sumamente constructiva. Y creo que el ex presidente Uribe tiene razón”.
Quizás lo único cierto que dice el gobierno a través de De la Calle Lombana, es “que el proceso de paz está en el peor momento desde que iniciamos las conversaciones”. Hay muchas razones, entre otras, el gobierno no se quiere comprometer. Para la muestra un botón: El Plan Nacional de Desarrollo.
Qué paradoja que también hay que analizar: Mientras el gobierno sale a lanzar cortinas de humo de tal magnitud, el movimiento fariano propositivo una vez más llama a implementar ya los acuerdos sobre los cultivos ilícitos. ¿No es esta una iniciativa audaz y seria, si se trata de generar entre el pueblo credibilidad en el proceso? ¿Por qué los medios no le dan primeras páginas a una extraordinaria iniciativa de esta naturaleza?
El pueblo a pesar de su incomunicación y la constante amenaza por parte del Estado, debe movilizarse en conjunto y sin vacilaciones en defensa de los diálogos de la Habana (Cuba), debe exigir el cese bilateral de fuego y que las partes no se levanten de la mesa hasta que no haya un acuerdo que satisfaga las expectativas de las partes con fundamento en el acuerdo suscrito. El peor error que podría cometer el pueblo es quedarse cruzado de brazos y permitir que la burguesía a través de sus medios de comunicación imponga la dinámica de la guerra como la única salida.
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