Hace 85 años el Partido Comunista Colombiano viene enarbolando la bandera de la unidad, buscando canales que permitan unir la izquierda colombiana pero sobre todo el pueblo colombiano con un fin claro, preciso y concreto: Construir una sociedad sin clases, una sociedad socialista. Seguramente los comunistas tenemos claro este proyecto estratégico, pero eso no significa que el pueblo lo tenga claro incluso, muchas expresiones ideológicas y políticas que se declaran de izquierda.
Es muy posible que muchas fuerzas de izquierda incluso consideren la unidad de una manera mecánica, metafísica. Sería aquella que se considera bienvenida siempre y cuando gire alrededor de esa ideología grupista o sectorial. Es casi como decir: “Bienvenida la unidad siempre y cuando todos piensen como pienso yo”.
Coloquémoslo en blanco y negro con este sencillo ejemplo patético a raíz del debate electoral que está en curso en Colombia. Se reúnen las distintas expresiones políticas que hacen parte de la izquierda ibaguereña para discutir listas unitarias. El debate es amplio, argumentado, lleno de reconocimientos hacia el otro en el marco teórico. La idea generalizada es que la izquierda podría ser poder solo a partir de la unidad, es decir, a partir de conformar listas unitarias. Cuando se llega al tema de los avales como que todo se rompe, se acaba la “luna de miel”, porque entonces cada fuerza radicaliza sus posiciones al término de llegar a la fatal conclusión de que por el momento resulta imposible la unidad.
No hay voluntad política para caracterizar las izquierdas y apoyar la propuesta más radical, diríamos: “La mejor” teniendo en cuenta no el interés de esa expresión política, sino el interés del pueblo en su conjunto. En la biblia hay una historieta que dice que se presentó la disputa por un hijo, el juez le dice a las dos mujeres que se disputaban la paternidad del niño, si no hay acuerdo toca cortar al niño por la mitad para que cada madre se lleve su parte. La mamá del pequeño reacciona y sin titubear se opone y propone que la falsa mamá se quede con la protección del bebé. La falsa mamá – como no es su hijo – no le importa y se declara partidaria de la decisión del juez. Conclusión: De esta manera el juez se da cuenta quien es realmente la progenitora de la criatura.
Llevemos o intentemos llevar esta historieta bíblica al terreno político y a la lucha unitaria. Es indudable de que el Partido Comunista durante sus 85 años de vida revolucionaria ha “tragado sapos” en aras de permitir que la utopía del socialismo no quede anclada solamente en la utopía subjetiva del sueño dorado. No es que sea iluso. Por el contrario. Entiende la dinámica de que el mundo anda como es y no como quisiéramos que anduviera. Concibe el proceso dentro de la complejidad con avances y retrocesos.
Caso concreto. La decisión de los comunistas de votar por el actual presidente de la república Juan Manuel Santos Calderón. Era una decisión compleja, no fácil de tomar. Incluso, hoy muchos sectores de izquierda persisten en la crítica afirmando que fue un error catastrófico. Son posiciones mecanicistas que conciben la política como un dogma y no como algo dinámico, complejo y contradictorio. Fue una decisión audaz de los comunistas, los hechos lo vienen demostrando.
¿Cuál es el origen de estas posiciones a veces tan ambivalentes? En primer lugar se tiene un concepto errado de la política. Quizás se desconoce que la política es fuerza, es decir, poder. En segundo lugar, predomina el interés personal o grupista sobre el interés colectivo del pueblo en su conjunto. No hay la suficiente conciencia de clase. No toda la izquierda – por ejemplo – está de acuerdo con el socialismo, hay una izquierda “rosadita” o “light” que propugna solamente por la democracia, solamente por el gobierno y no por el poder. En tercer lugar, la diversidad de posiciones, concepciones teóricas y metodológicas nos dividen y nos hace más complejo la tesis de la unidad. En cuarto lugar, se tiene una visión lineal de la política. No se admite que los procesos se dan con sobresaltos, avances y retrocesos.
Por eso no es casual encontrar compañeros, incluso, comunistas que consideran que la unidad es entre los mismos o iguales y consideramos que el otro partido u organización con la cual se hace la unidad debe ser idéntica a nosotros, o sea, a los comunistas. No dimensionamos las alianzas, el porqué de estas y cómo se debe manejar correctamente o por lo menos de la mejor manera. Se suele confundir la táctica con la estrategia. Se diluye fácilmente en la incomprensión o sencillamente en el analfabetismo político.
Hay abundante literatura marxista – leninista sobre el particular que nos permite entender con claridad meridiana el papel unitario de los comunistas en esta dura lucha revolucionaria. Muchas veces somos incomprendidos, se nos tilda de sectarios y ortodoxos, hasta por la misma izquierda incluso, “de buena fe”. La complejidad no permite fácilmente discernir la lucha ideológica y menos la política. Por eso los comunistas no pueden perder su misión unitaria, “tragando sapos” pero sin negociar los principios. No vamos al Estado Capitalista – por ejemplo – a maquillarlo, a revivirlo. Por el contrario. Vamos a ayudar a destruirlo como dice Lenin en el libro intitulado “El Estado y la Revolución”.
Si asumimos una postura “puritana” no avanzamos y poco aporte le damos al proceso revolucionario. La complejidad de la lucha revolucionaria exige mucha formación teórica – práctica, por cuanto nada está dado de una vez y para siempre y todos los días se suceden y acontecen hechos nuevos. Hay que tener en cuenta que de nada sirve que los comunistas tengan clara la película, si el pueblo no la tiene. En ese sentido hay que tener en cuenta que para el pueblo asimilar el mensaje de los comunistas no es fácil, ni se da de la noche a la mañana. Es todo un proceso con avances y retrocesos. Las alianzas – por ejemplo – son decisiones políticas para avanzar y se dan porque no se tiene la fuerza suficiente en ese momento pero se proyecta tenerla.
Así las cosas, los comunistas no pueden renunciar al preciado criterio de la unidad, no pueden aislarse, deben profundizar la unidad dialécticamente y no metafísicamente, desde luego.
Este llamado se hace más urgente en Ibagué, si caracterizamos debidamente la situación de la ciudad musical de Colombia, en el marco del debate electoral que culminará el 25 de octubre. Sin lugar a dudas la disputa estará marcada, bien definida en dos grandes sectores: Los guerreristas, los corruptos, los partidarios del paramilitarismo, los partidarios de la megaminería a cielo abierto, contra los que somos partidarios de la paz con justicia de social, los defensores de los diálogos de la Habana, los partidarios del medio ambiente, los partidarios de la soberanía nacional, los partidarios de la ética socialista, los partidarios de la vida.
Como se puede ver fácilmente la situación es compleja. El palo no está para hacer cucharas. Por lo tanto, la bandera de la unidad debe seguir agitándose en lo más alto del mástil. En esa tarea los comunistas debemos marcar la pauta sin vacilaciones de ninguna naturaleza.
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