José Miguel Espejo, líder comunitario de Cajamarca (Tolima). Foto Nelosi |
Todo parece indicar que la transnacional Anglo Gold Ashanti mueve todas sus influencias para que la consulta popular sobre la explotación minera aurífera en la población de Cajamarca (Tolima) no se realice.
Los concejales, casi por unanimidad, desistieron de aprobar el acuerdo mediante el cual se le daba vía libre a esta figura democrática constitucional que tiene el pueblo para pronunciarse sobre mega proyectos que afecten poderosamente su territorio. Solo un concejal se mantuvo en la línea de defender los intereses campesinos y ambientales de la exuberante zona. Se trata de Gerardo Arciniegas del Partido Liberal.
Los demás concejales claudicaron ante la presión de la transnacional que al parecer utilizó todo su poderío para intimidar, amenazar y según se indica sobornar, lo cual no es novedoso en una sociedad capitalista descompuesta como la nuestra.
Centenares de campesinos acompañados de ambientalistas vienen haciendo diferentes manifestaciones para denunciar la postura claudicante de los concejales y las medidas represivas que viene tomando Anglo Gold Ashanti con el aval al parecer de las autoridades y personajes influyentes en la región.
Durante la semana que culmina se apostaron en el parque principal de esta población centenares de campesinos para rechiflar y condenar la actitud pusilánime de los concejales.
A su vez, los campesinos vienen uniendo criterios en cuanto a que la consulta se debe hacer con o sin autorización del concejo municipal. La situación de esta comunidad ubicada a 52 kilómetros de Ibagué y con 57 veredas es sumamente preocupante.
Así lo señala, José Miguel Espejo, líder comunitario de esta comarca que fue amenazado y desplazado de allí, el 22 de febrero de 2008. Sin embargo, ha mantenido en la lucha por la defensa del medio ambiente en esta región tolimense.
Está pendiente de los sucesos de su patria chica, no asumiendo una postura pasiva sin activa. Se queja de las pestes que hoy se han incrementado en esta población de 18 mil habitantes, aproximadamente. “La drogadicción, la prostitución y el alcoholismo – dice – se ha disparado dramáticamente”.
Dice que la despensa agrícola del Tolima se quedó sin mano de obra de la noche a la mañana. El campesino ya no quiere trabajar en el surco. La fiebre de la mina se disparó como Chikunguña y cualquier obrero demanda salario de mina. “Se quedó la despensa agrícola sin campesinos”, anota.
El retroceso es abismal. Antes las procesiones de camiones repletos de comida con dirección a los centros eran impresionantes. “Era en promedio – dice – 80 camiones grandes diarios saliendo a distintas ciudades del país, hoy el promedio no supera los diez”.
Se ha disparado la delincuencia y en consecuencia la inseguridad. El hurto es al parecer el pan nuestro de cada día. Todo indica que la versión de que la transnacional generaría empleo para todos y todas, resultó ser falsa. “De casi mil empleos que entró ofreciendo en la actualidad solo hay 35 fijos”, señala.
El desempleo aumenta en estos días con la suspensión de la construcción del túnel de la línea. Cada vez la situación se hace más compleja para esta comunidad. El comercio flaquea. “La gente se acostumbró a mercar en otras ciudades, especialmente en Ibagué, porque la transnacional paga sus emolumentos en la ciudad”, dice.
Los líderes ambientalistas vienen siendo gravemente estigmatizados. Luis Carlos Hernández ambientalista se encuentra atrapado en un proceso jurídico hace más de cuatro años y con miles de artimañas no le han resuelto su situación. Bien dijo el maestro Carlos Marx, de que el capitalismo todo lo corrompe, lo daña.
Sin embargo, la compleja situación de la comunidad cajamarcuna no es única. En realidad es una situación nacional a partir de la política de la locomotora minero – energética del presidente Santos. Todo el medio ambiente colombiano está en inminente peligro. El suelo tolimense – por ejemplo – se encuentra concesionado en títulos mineros unos concedidos y otros por conceder, según Ingeominas.
La presión del alto gobierno nacional a favor de la transnacional es muy fuerte, según expresa el líder comunitario José Miguel Espejo. Como es bien sabido Anglo Gold Ashanti tiene comprado literalmente a un altísimo número de periodistas y medios de comunicación. Es un secreto a voces. Algunos incluso, renunciaron a emisoras para pasar a trabajar directamente con la transnacional. El tinglado es fuerte, monstruoso, pero no invencible. Así lo entienden comunidades y líderes políticos y ambientalistas. “La pelea es peleando”, dice José Miguel Espejo, quien además es veedor comunitario con diplomados en control social a la gestión pública y veeduría ciudadana, especialización en salud ocupacional y veedor también de los usuarios del hospital regional Federico Lleras Acosta e igualmente, veedor ciudadano en comités de vigilancia especializada en salud.
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