“Para hacer la paz en Colombia hay que
invertir más en salud y educación que en armas”, afirma Luis Alberto
González Rocha. Luis Alberto González Rocha, es juez de paz de la
república y un profundo conocedor de los servicios públicos
domiciliarios en la ciudad de Ibagué (Tolima).
Hace más de cuarenta años libra una
casi solitaria lucha contra las infames arbitrariedades que a diario
cometen las empresas que prestan estos servicios. No se da por vencido e
insiste.
La página web: www.pacocol.org
quiso conocer su opinión sobre el proceso de paz que se adelanta
actualmente en Colombia entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia, Ejército del Pueblo (Farc – Ep) y el presidente de Juan Manuel
Santos Calderón. En medio de sus múltiples ocupaciones, la página pudo
recopilar sus importantes opiniones.
- ¿Cuál es su
opinión sobre el proceso de paz que se adelanta en la Habana (Cuba)
entre las Farc – Ep y el gobierno Santos?
Este es un
conflicto nuestro. No necesitamos la interferencia de países para
resolverlo. Vengo del sector rural y allí nunca ha habido presencia del
Estado: Las carreteras están en mal estado, la vivienda en precarias
condiciones, vivimos en condiciones infrahumanas. En invierno los
artículos que produce el campesino se pierde, porque no hay la forma de
sacarlos al mercado.
Todos los productos que se producen
como el plátano, la yuca, el maíz, el fríjol, se transporta a hombro o a
lomo de mula. Los costos aumentan. La parte social en el campo es
crítica. Por ejemplo, los servicios públicos domiciliarios, las empresas
están haciendo lo que se les da la gana. Se cae un poste y es la misma
comunidad la que lo arregla porque la empresa no llega, ella llega
puntual es a cobrar el recibo.
Cuando se va el fluido
eléctrico a la empresa se le olvida la compensación como dice la ley.
Nosotros los campesinos somos los que defendemos la naturaleza sembrando
árboles, protegemos los ríos, las quebradas, pensando siempre en no
contaminar el agua, pero quien saca partida de eso son las empresas y
los más poderosos.
En el campo fue donde nació el conflicto.
Éste no nació en la ciudad. Nosotros estamos atentos para que los
diálogos de paz se concreten y sean una realidad. Necesitamos que el
campo sea una empresa de todos y todas, que vuelva a florecer. La
problemática del campo es aguda. Por ejemplo, en estos momentos no
resulta rentable sembrar café, porque en realidad tiene más costos que
beneficios. Para qué seguir trabajando a pérdida.
La salud
es terrible. Una persona muere y nos coloca el Estado la partida de
defunción que la debe dar un médico para poder hacer el entierro, y en
el corregimiento no hay médico, entonces nos toca coger el cadáver
llevarlo hasta una cabecera municipal, simplemente para que diga el
médico lo que sabemos: Sí murió. Luego, regresarlo para el funeral. Todo
eso implica un costo.
Lo seguro y fijo son los impuestos, no nos rebaja nada el Estado. Eso es grave y vale la pena discutir.
Así
las cosas, para nosotros como pueblo, este proceso de paz es muy
importante, nosotros apoyamos el proceso de paz en el sector rural y
estamos esperanzados que con este proceso el campo vuelva a florecer. El
campesino debe volver al campo y ver allí su futuro. Quien produce la
comida para traer a la ciudad es el campesino, pero el Estado lo tiene
abandonado.
La paz comienza en la familia. La paz es la
capacidad que tenemos para resolver nuestros propios conflictos, los
cuales se generan en la antidemocracia, la desigualdad social de un
Estado corrupto y corrompido.
- ¿Cuál cree usted que es el origen de este conflicto que ya supera los 50 años?
El
origen del conflicto es la inequidad, la injusticia, la corrupción.
Colombia ha vivido hasta ahora siempre en conflicto. Al desconocerse o
vulnerarse los derechos el pueblo tiene que gritar, protestar,
movilizarse, porque los derechos humanos son de todos, no solamente de
los ricos.
Estos derechos tenemos que pelear por
defenderlos, difundirlos y hacerlos valer. El que tiene dinero o compra a
su vecino la tierra o lo amenaza para apoderarse de ella. Así las
cosas, el campesino tiene que vender o desplazarse. Así los
terratenientes han amasado enormes extensiones de tierra.
La
justicia es un perro rabioso que muerde solo a los pobres. A eso hay
que agregarle la impunidad que hay en Colombia. Una persona mata cien
personas y lo condenan lo mismo del que asesina a una sola persona.
La
justicia es fuerte con el débil, pero muy débil con el fuerte. Solo un
ejemplo. Los candidatos de derecha entran a los puestos públicos con una
mano adelante y la otra atrás y salen de sus cargos con carro, beca,
haciendas, casas y cuenta bancaria.
Hay que hallar el origen, pero también la solución. Creo que vamos por buen camino.
- ¿Qué aspectos deben tener el gobierno y la insurgencia para que la paz sea una realidad para el pueblo colombiano?
Lo
fundamental es respetar y cumplir los acuerdos. En Colombia hay gente
que no quiere la paz, porque viven de la guerra. El que tiene el
monopolio de las armas no le interesará la paz, por ejemplo. Es
increíble que en Colombia se gaste tanta plata en la guerra y tan poca
en educación. De todas maneras, me parece que el proceso de paz va por
buen camino. Veo el proceso con mucho optimismo.
- ¿Qué posibilidades le ve usted a la conformación del frente amplio por la paz, la democracia y la soberanía nacional?
Iniciativa
importantísima. Son iniciativas para tener siempre en cuenta. El frente
nos permitiría unir a todos los que estamos por la paz. Todos unidos
por la paz seríamos más fuertes y les cerraríamos el espacio a los
negociantes de la guerra.
- ¿Cuáles son los principales enemigos que tiene el proceso de paz de la Habana (Cuba9?
El
principal enemigo es ese grupo cerrado que vive de este horrible
conflicto. Ese grupo que hace que el recurso de educación se desvíe y se
malgaste comprando aviones y tanques de guerra. La paz es un derecho.
La paz es de todos, no de ese grupo agresivo y violento que aparenta ser
bueno.
- ¿Cómo analiza usted la conducta del gobierno frente al proceso de paz?
Eso
merece un análisis. La presión es fuerte para que no haya paz. Los
enemigos de la paz son muchos y fuertes. Sin embargo, es válido decir
que si un Estado se arma es porque no se prepara para la paz sino para
la guerra. Santos debiera entender que para hacer la paz hay que
invertir más en educación y salud que en armas.
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