domingo, 8 de septiembre de 2024

¿Qué estamos haciendo por unidad del Pacto Histórico?

 


Por Agamenón

En la reciente convención de la Colombia Humana realizada en Bogotá, el presidente Petro planteó claramente los lineamientos para avanzar el proceso unitario que encarna el Pacto Histórico. Fue directo y contundente.


Cada planteamiento se convierte en una reflexión profunda que hay que analizar con detenimiento, sobre todo con conciencia social y de clase. Implica mirar hacia adelante, no quedarse en el momento coyuntural de un simple cargo burocrático, o de cómo voy yo.

En otro tiempo los partidos y grupos de izquierda no actuaban por miedo al tenebroso binomio militar-paramilitar, hoy pareciera que no actúan por el ansia de la burocracia. Son líderes y luchadores que se meten en las direcciones a codazos no para direccionar el proceso, sino para acceder a la burocracia. ¿Dónde quedó la conciencia social y la conciencia de clase?

El grupismo, el sectarismo, el personalismo, el oportunismo, están cercenando las posibilidades de materializar el proceso democrático en marcha y radicalizarlo. Se imponen la avaricia y el personalismo.

En el caso del Tolima, la disputa es casi a muerte entre las mismas fuerzas. Al parecer existe la convicción de que el enemigo a vencer está por dentro y no el modelo que ha mantenido la rancia oligarquía salpicada de narcotráfico y paramilitarismo. Para algunos el enemigo a vencer es el jaramillismo, para otros, la representante a la cámara por los verdes, Martha Alfonso. Y se tiran pullas y se ponen zancadillas. Se echan indirectas y se detestan en recintos cerrados.

Es más: Partidos que rompen directrices nacionales y asumen posturas personalistas, solamente impulsados por el interés egocéntrico y megalómano. ¿Qué futuro puede tener así un movimiento político?

El Pacto Histórico, la mayor fuerza política en el país en estos momentos, no se puede diluir en ese ambiente tosco y contraproducente. Hay más caciques que trabajares, oportunistas que sacan pecho con lo que no han hecho, mitómanos consumados y oportunistas sin hígado.

Los egos se imponen al lado de conductas de dudosa decencia y honradez de cuadros metidos en hechos de corrupción y atraco a los sueños de personas humildes y trabajadoras que un día confiaron en ellos y que hoy se sienten estafados. Con eso no se puede conciliar. La corrupción es condenable, venga de donde venga. Más claro para no dejar dudas: Sea de derecha o sea de izquierda.

¿Qué proceso unitario con las masas tolimenses se viene construyendo desde el Pacto Histórico, el Frente Amplio o el mismo Partido Verde? Al parecer simples islas, cada quién con su clientela, sin interesarse en la creación de las bases politizadas y organizadas pensando en grande. Se sigue pensando quizás que el pueblo no tiene derecho a pensar, solo los cuadros “dirigentes”.

Obnubilados por la burocracia, el nuevo enemigo de la unidad y del crecimiento social y político de las masas, solo se piensa en elecciones y cómo quedo ubicado en las listas, lo demás no me interesa, al fin y al cabo, el fin justifica los medios.

En esas condiciones, un movimiento como el Pacto Histórico no puede avanzar, está condenado a desaparecer en la bruma de las recriminaciones mutuas, en la disputa de quien se quedó con la mayor y mejor parte.

Petro es claro

Ante esta cruda realidad, el presidente Gustavo Petro ha sido claro, ha hablado con contundencia y ha hecho un llamado a cambiar de aptitud y actitud. No lo ha hecho por un simple prurito, lo ha dicho porque conoce el monstruo que encarna el capitalismo por dentro y la criminal forma de actuar la oligarquía. Sabe que ésta, es capaz de matar medio país con tal de no perder el poder. “Si ellos regresan al poder – dijo – van a bañar de sangre a Colombia”.

En un hecho de grandeza ha dejado claro que no le jala a la reelección, eso debería tranquilizar a esos oportunistas agazapados dentro fuera del Pacto Histórico que ya sueñan con sucederlo, no con la mentalidad de radicalizar el proceso sino simplemente pasar a la historia como presidente. “No soy adicto al poder, no soy Uribe”, dijo con nitidez.

Es claro al llamar a la reflexión crítica y autocrítica. “El proyecto democrático no se puede devolver”, ha dicho. El momento no es simplemente de competir, el momento es de ganar y solo se gana si estamos unidos y todos empujando para el mismo lado. ¿Lo estamos haciendo? Me temo que no, porque lo que se aprecia es una torre de babel donde cada quien busca ansioso sus intereses mezquinos. Así, no llegamos a ningún Pereira, dice el dicho popular.

La premonición que hace el compañero Petro es, ciertamente, dramática y terriblemente realista. “Si cada grupo va por su cuenta – dice – ocurrirá un verdadero suicidio”.

La gran utopía es trabajar en equipo. Ir vereda por vereda, barrio por barrio, escuchar a la comunidad, recibir las críticas y las ideas propias del pueblo y transformarlas en unidad, en equipo. Tomar conciencia de clase, trabajar en armonía y pensar que a largo plazo la burguesía debe desaparecer y el proletariado, el pueblo, tener absoluto poder de sí mismo. El fin no es un simple cargo burocrático, el fin es que el pueblo organizado y formado políticamente asuma el poder del Estado.

Hay que fomentar la discusión, por supuesto, pero en la acción en movimiento. El Pacto Histórico necesita más obreros que caciques. No pensar así, es condenar el gran movimiento al fracaso, al ocaso. De paso condenar a Colombia a la contrarrevolución, a la violencia y al fascismo. En eso, todos tendremos culpa, pero, unos más que otros.

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