jueves, 17 de marzo de 2022

Por analfabetismo político

 


Por Agamenón

Gesticulando con fuerza, el joven señala que una posible presidencia de Gustavo Petro, implicaría la confiscación de los bienes del ciudadano. “Si usted tiene dos casas, le quitará una; si tiene dos fincas, le quitará una”, dice con aspaviento mientras saborea un tinto.

Las empleadas del restaurante lo miran con cierto asombro. Consideran que habla con propiedad como si en realidad tuviera la verdad revelada. Entre los presentes está don Miguel, un líder comunitario. Sin perder la calma, deja escapar una cascada de preguntas que rápidamente marean al joven intrépido y analfabeto político.

“Partamos de algo elemental – comienza diciendo – ¿Cuántas casas tiene usted?” El joven vuelve la mirada y clavándola en don Miguel, responde: “Ni una sola”. “¿Cuántas fincas tiene?” “No tengo tierra ni en las uñas”, responde un tanto sofocado.

“No tiene nada. Sin embargo, habla como si fuera un propietario de cientos de casas o miles de fincas. Habla como si fuera millonario, terrateniente. No habla por usted, que es tan pobre como yo, habla como si fuera Luis Carlos Sarmiento Angulo o Carlos Ardila Lule. Así, pues, no defiende su clase social, se coloca a la defensa de la clase poderosa. Mejor dicho: No habla como pobre, habla como rico, burgués, sin serlo”.

El joven mira con enfado a don Miguel. “¿Quién le dijo a usted que un posible gobierno de Petro, le expropiaría lo que no tiene? Desconcertado el joven no sabe qué contestar. Después de titubear y divagar, señala que está pensando en los que tienen dos casitas o dos finquitas. “¿Quién le dice semejante majadería?”, insiste don Miguel sin perder la calma.

Hay cuchicheo en el restaurante. Murmullo que se esparce por todos los rincones. El ensimismamiento se ha roto y rápidamente unos se ponen a favor de uno y otros del otro. El joven gira su cuerpo y estirando la mano derecha, con el índice señala el televisor: “Él me informa las 24 horas del día”, responde.

Don Miguel, se incorpora para pedir un tinto. “¿Sabe usted por casualidad, ¿quiénes son los propietarios de los medios de comunicación?” El joven lo mira desconcertado. “No tengo ni idea”, contesta. “Estos medios de comunicación – dice don Miguel – son propiedad de los ricos. ¿Eso no le dice nada, amigo?”

El murmullo aumenta. Una mesera joven, por cierto, que ha estado pendiente de la conversación, se atreve a opinar. “Quiere decir – dice – que en los medios está la versión de los propietarios, los ricos. ¿O no?”. Don Miguel, se vuelve para mirarla mejor. Es una joven agraciada de baja estatura y ojos color miel. “Eso es”, dice.  

El joven, se incorpora y despidiéndose se marcha. No admite argumentación. Piensa que la verdad es absoluta. Camina a paso largo por la calle ensopada de lluvia monótona. Se pierde en la distancia. “¿Por qué piensa así, el man?”, pregunta la joven mirando a don Miguel. “Básicamente por el analfabetismo político”. La joven sonríe. No entiende, pero tampoco quiere posar de ignorante.

Don Miguel comprende. Tampoco quiere posar de sabelotodo. Saborea el tinto, mientras observa caer la lluvia sobre el tejado. “¿Qué representa Federico Gutiérrez, “Fico”? “La muerte”, contesta. “Ja. ¿Y Gustavo Petro?” “La vida”. Se interrumpe la conversación. Don Miguel debe retirarse de prisa. Cruza la calle principal. Se aleja. Los curiosos lo ven caminar de prisa. “Nos dejó con muchas dudas”, dice la joven. “Dudas que hay que reflexionar”, dice alguien.

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