miércoles, 6 de septiembre de 2017

El rastro perdido de la cultura colombiana


 Por Nelson Lombana Silva

Los rasgos culturales de Colombia se encuentran como el general en su laberinto. Están perdidos, prácticamente avasallados por los rasgos extranjeros del imperialismo norteamericano.


Dichos rasgos culturales que nos han impuesto los Estados Unidos y la burguesía, no solo son cosificados sino también mercantilizados. Los rasgos culturales resultan siendo entonces crueles productos de la sociedad de consumo.

El pueblo ha sido convertido en repetidor maquinal de los rasgos culturales de la clase dominante. Siendo pobres nos venden la idea que podemos ser ricos y en ese submundo de soñar despiertos vivimos bajo la más tenaz opresión y represión cultural. La cultura así se hace basura, basura que compramos y nos complacemos en ella constantemente.



 No queremos parecernos a esa mezcla hermosa de razas que históricamente han ido surgiendo en el proceso evolutivo del ser humano, nos queremos parecer a la raza aria, a los gringos y los vemos como los más civilizados del mundo.

Las guerras de rapiña, las invasiones brutales y el asesinato de niños, jóvenes, ancianos, hombres y mujeres, en sus producciones cinematográficas, en sus obras de literatura y en sus imágenes, nos la imponen como la última fantasía, como la genialidad en pinta. Es así como llegamos a la conclusión fatal que una película sin violencia no es película. Nos han amaestrado en el arte, en la cultura y en el terreno artístico. Lo de ellos, vale todo el dinero del mundo, lo nuestro no, simplemente un guiño inexpresivo. Se imponen las imágenes de Rambo, la Mujer Maravilla, el Hombre Nuclear, el Rock, etc.

Los medios masivos masifican esos rasgos culturales e ignoran nuestros propios rasgos en una forma salvaje y deliberada. Ellos tienen todo el dinero del mundo para invadir y colonizar. Por eso nosotros hablamos español pero pensamos en inglés.

Esa postura no es gratuita o accidental. Hace parte del andamiaje para tener al pueblo subyugado. Un pueblo que no dimensione sus rasgos culturales, es un pueblo sin identidad, es un pueblo que poco y nada le interesa su soberanía y por supuesto su independencia. Ama la esclavitud. Confunde pasado, con presente y futuro. Mejor: No tiene sentido de futuro. Va más por intuición que por conciencia y conocimiento.

Si la clase dominante colombiana le hubiera permitido al pueblo dimensionar sus rasgos culturales, el pueblo no hubiera permitido la instalación de siete bases norteamericanas en nuestra patria, tampoco que se estuvieran las multinacionales y transnacionales robando los recursos naturales. Causa dolor de patria la forma miserable como estas se roban el petróleo colombiano, por ejemplo. Mientras ellos se hacen más fuertes, nosotros nos hacemos más débiles, desnutridos y divididos.

Qué diferente es la postura del gobierno cubano. Sus rasgos culturales han ocupado el primer lugar a partir de 1959, cuando triunfa la primera revolución socialista en América.

Un joven cubano de paso por Colombia se refiere al tema, se trata de José Ángel Maury de Toro. Dice: “Nosotros tenemos influencia de disímiles culturas, pero se ha mantenido el principio que es defender la cultura nacional. Eso no podemos perderlo”.

Agrega: “Reconocemos que el día  que perdamos las tradiciones culturales, el día que pongamos tradiciones foráneas culturales, vengan de donde vengan, por encima de las tradiciones culturales cubanas, estamos perdiendo soberanía, estamos perdiendo independencia. Fidel dijo que la cultura era la espada y escudo de la nación cubana”.


Por eso los Estados Unidos intentan matar a este pueblo en pleno siglo XXI a punta de hambre, empleando el brutal e inhumano bloqueo económico. Por eso la salvaje guerra mediática contra este pueblo heroico que construye el socialismo con decisión y coraje, en sus propias barbas, a 90 millas.

Los rasgos culturales colombianos hay que rescatarlos. El alcalde de Ibagué, viene desarrollando intensa actividad en este sentido, a pesar de las limitaciones económicas y la cruda estigmatización que esto genera.

Quiere a través de las bibliotecas públicas desarrollar un trabajo cultural en la utopía de rescatar y dimensionar los rasgos culturales. La idea es interesante pero hay que desarrollarla en la praxis con amplitud y continuidad.

La propuesta de dichas bibliotecas públicas de servicios innovadores, como la fotografía y memoria, grandes preguntas y cine foros, se debe implementar para desalienar, haciendo una comunidad crítica, analítica y propositiva. Tomar lo positivo y descartar lo negativo.

En este nuevo proceso histórico que ha comenzado a vivir Colombia con los acuerdos de la Habana, la transformación de la guerrilla de las Farc – Ep en partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc), las bibliotecas deben jugar papel fundamental en aclimatar la paz, la cultura nuestra, la identidad, el sentido de pertenencia, la tolerancia, el respeto a la diversidad y a la mente amplia, crítica y analítica. Bien dijo el famoso escritor francés Víctor Hugo: “Cuando se abre una biblioteca, se cierra una cárcel”.



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