martes, 8 de marzo de 2016

Habla padre de menor asesinado en Ibagué: “Ojalá se firme la paz, esto no puede seguir así”

Cristian Camilo Toro Martínez, 16 años de edad, asesinado en Ibagué (Tolima). Foto Nelosi.
Por Nelson Lombana Silva

 Después de las 2:30 de la tarde del día de ayer, se realizó en la ciudad de Ibagué (Tolima) el funeral del joven de 16 años de edad, Cristian Camilo Toro Martínez. Centenares de jóvenes acompañaron el catafalco hasta su última morada. Asistió una delegación del Partido Comunista y la Unión Patriótica, en solidaridad con sus padres, hermanos y familiares.



El cura dijo durante la homilía que era doloroso la muerte de un miembro de la familia; más doloroso si era un menor de edad y más aún si era víctima de un crimen. Pidió perdón, no desatar el fragor de la venganza y desde luego, la ley del talión.


En medio del dolor de padre, el compañero Orlando Toro Valencia, dijo a escasos metros de la caja mortuoria de su hijo: “Ojalá se firme la paz, esto no puede seguir así”.


Tiene razón el compañero Orlando. Esto no puede seguir así. Tal como se ha venido denunciando la situación de Ibagué es bien complicada, existe lo que se suele llamar “barreras invisibles”, un grupo de personas no pueden pasar de un sector a otro porque son asesinadas. Eso viene ocurriendo en esta ciudad de 600 mil habitantes y de más de 800 barrios y numerosas veredas.


Antier fue baleada una menor de edad en el barrio Belén, cuando compartía con su hermana y el esposo de ésta, dos tipos que se movilizaban en una moto le dispararon en tres oportunidades. La menor se debate entre la vida y la muerte.


La disputa territorial por el expendio del microtráfico de alucinógenos, la guerra entre pandillas, el paramilitarismo, son caldos de cultivos que alimentan la violencia en los barrios, golpeados por la pobreza, el desempleo y las nulas posibilidades. Mientras tanto, el Estado solo ofrece represión e indiferencia frente a los temas sociales, económicos, culturales, ambientales y políticos que padecen los habitantes de estos barrios y veredas a diario.


El crimen ocurrió al interior de la discoteca Banana Rana, sobre la carrera 5ª con calle 42. Al parecer el occiso fue requisado minuciosamente, mientras los criminales no, por cuanto tuvieron libertad para blandir enormes y afilados cuchillos. Al parecer este sitio público estaba repleto de menores. “¿Dónde está la autoridad policial?”, se preguntan personas al lamentar el hecho.


El compañero Orlando Toro Valencia, concedió una breve entrevista a la página web: www.pacocol.org, en la funeraria minutos antes de trasladar el cuerpo de su hijo a la iglesia del barrio Cádiz.


-         Lamentamos la muerte violenta de su hijo. ¿Cómo lo describe?


Bueno, lo describo como todo padre que considera que sus hijos no tienen defectos. En el caso mío, con mi hijo teníamos una vida y un futuro llevadero grandísimo. Un gran deportista, un muchacho de la casa, muy querendón de sus padres, sus hermanos, sobre todo esa familia que conforma mi núcleo que es una familia grande porque como es bien sabido yo sigo criando no solo a mis hijos, sino a mis sobrinos.


Entonces para mí fue una pérdida muy difícil de recuperar en el sentido de que el valor humano de este muchacho, es difícil recuperarlo.


-         Dice usted que tempraneramente se dedicó a la actividad deportiva. ¿Qué logros tuvo?


Fue un gran deportista, porque desde los cuatro años lo tuve jugando fútbol en el club Acuática, ya que gracias a Marcos me dio la mano con ese muchacho, estuvo pre seleccionado para jugar en clubes profesionales, participó en varias competencias por cuenta de la liga de fútbol, siempre mostrando la calidad de fútbol y la calidad humana que siempre lo acompañaron.


-         ¿Hasta qué año estudió?


Desafortunadamente, fue mal estudiante. No me quiso estudiar sino hasta sexto bachiller. Me dijo: “Papá, lo mío es el fútbol, no quiero estudiar más”. Entonces, le estábamos insistiendo últimamente que una persona sin estudio no era nadie, entonces nos había dicho que estaba pensando en continuar con sus estudios, me dijo: “Papá, quiero que me matricule, quiero seguir estudiando”. De esto lo hablamos la semana pasada.


-         ¿Cómo eran las relaciones de padre a hijo?


Eran relaciones magníficas, era un niño muy querendón, muy allegado a la casa, compartía mucho con nosotros, demasiado, a veces se pasaba de tanta caricia y mucho afecto materno, mucho afecto de hijo a padre, sobre todo la especialidad con la mamá.

 
-         A pesar de su juventud tenía esposa. ¿Es cierto?


Sí, sí. Él ya estaba compartiendo vida marital con una compañerita también de la misma edad, de 16 años. Pues, yo lo acepté, casualmente gracias a la forma de haberse ganado la bondad y el corazón mío y de la familia en la casa.


Le acepté eso y estaban viviendo bien, tenían muchos proyectos, hablaban de muchos proyectos.


-         ¿Cuál es su versión sobre los hechos lamentables en los cuales Cristian Camilo perdió la vida?


Los hechos y la versión que me da la misma nuera, mi hijo mayor que lo acompañaba en ese momento, los compañeros de farra de niños que compartieron fútbol con él y compartieron la vida cotidiana, me lo manifiestan de la siguiente forma: Ellos entraron a la discoteca. Lo requisaron, le hicieron quitar hasta los zapatos, todo lo requisaron. Pidieron una botella de aguardiente para celebrar los cumpleaños de la “pelada”, la que hacía vida marital con él.


A lo que se sentaron sonó un disco. Él le dijo: “Vamos a bailar”. La “pelada” y los demás compañeros dijeron: “Cristian abrámonos de aquí, ahí están esos manes del Bosque y aquí nos van a poner bonche”.


Pero, como el niño mío era tan extrovertido no le puso cuidado a eso. “Aquí no pasa nada, aquí no vamos a pelear con nadie”. Salieron a bailar el disco y el chino se sintió rodeado, eran dos hermanos: Uno se le hizo por detrás y el otro de frente y como la luz era esa que cambia, en la discoteca vieron cuando blandieron los dos cuchillos y el tipo sin mediar palabra le fue tirando al chino y me le pegó dos puñaladas: Una en el pecho y la otra en la garganta.


-         ¿Era que su hijo tenía algún problema pendiente con los homicidas?


De pronto problemas de barras, porque el chino mío era fans del Deportes Tolima, se criaron con ellos, jugaron fútbol en el barrio Claret, porque ahí fue donde se criaron mis hijos, en el barrio Claret.


La rencilla de territorio, como llaman allá en el barrio El Bosque. La niña vive en la parte alta de El Bosque, el chino permanecía harto ahí, en alguna ocasión le dijeron que no lo querían volver a ver en el sector, pero como él tenía su novia ahí, él no pensó que pasara a mayores.


-         ¿Qué piensa usted de todos estos lamentables hechos?


Yo lo que pienso es que hoy me tocó a mí, como padre, como hermano, como tío, como sobrino, como jefe de núcleo familiar; hoy me tocó mí, pero sí que esta sea la oportunidad para hacer un llamado a las autoridades, para que pongan más presencia, estén más atentos de estas situaciones, porque como es posible…si el caso mío, uno no es que quiera soltar a los hijos que hagan lo quieran, porque la primera disculpa es: Qué hacía un menor de edad ingiriendo licor en un sitio que es para mayores.


Ahí sí esto lo he tenido publicado porque son prácticamente hijos que se le tratan de salir a uno por la tangente, de la mano, como llamamos. Yo en una época pedí colaboración al bienestar familiar, pero nadie me puso cuidado.


-         Grave que menores estén entrando a discotecas a consumir licor sin que las autoridades tomen cartas en el asunto. ¿Por qué sucede esto?


Porque no hay control, sencillamente porque no hay control. Estamos esperando que la mano fuerte del alcalde que tenemos en este momento, conociendo de la capacidad y calidad de hombre que es, le ponga mano fuerte a esto.


En esa discoteca Banana Rana, ya se habían presentado varios hechos, en esa discoteca se han presentado varios hechos y al señor vienen y le sellan por uno o dos días y no pasa de ahí. Ahí ya había habido homicidios, ya se había presentado homicidios y al parecer mucho movimiento de estupefacientes en el sector y nadies ha controlado nada, porque los mismos vecinos lo dicen.


La gente llega muy tranquila, no le preguntan qué edad tiene; si trae plata para que entre a gastar y no más. Es la única exigencia al parecer. Eso me sucedió, por eso digo de todo corazón: “Ojalá se firme la paz, esto no puede seguir así”. 


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