miércoles, 9 de junio de 2021

El delito de ser joven en Colombia

 

Foto @ASPU_Colombia

Por Nelson Lombana Silva

Ser joven en Colombia es un delito imperdonable para esta rancia y criminal oligarquía. Históricamente, se ha ensañado y de qué manera dejando una estela de asesinatos, torturados y desaparecidos a lo largo y ancho de la geografía nacional. Y los que no ha asesinado, los ha dejado sin educación, sin empleo, sin ninguna posibilidad de salir adelante. Así las cosas, ser joven en Colombia es una tragedia.

Por lo tanto, no es casual que la juventud del momento esté en la calle, en la barricada peleando con dignidad y decisión sus derechos eternamente ignorados por esta infame clase dominante.  De una manera demencial el régimen reprime a la juventud, utilizando la sociedad de consumo, la proliferación de alucinógenos, la pésima educación y el terror de las armas del mismo Estado.

La historia del día del estudiante revolucionario caído está pletórica de sangre y terrorismo de estado. Una infamia que no podemos olvidar, porque un pueblo sin memoria no tiene dirección, brújula. Desconoce de dónde viene, qué hace y, sobre todo, para dónde va.

El 7 de junio de 1929, miles de jóvenes, especialmente estudiantes universitarios, protestan contra el gobierno conservador de Miguel Abadía Méndez, exigiendo la renuncia de funcionarios públicos y militares responsables directos de la monstruosa masacre de las bananeras, ocurrida el 6 de diciembre de 1928. De igual manera, rechazando el nombramiento del general Cortés Vargas, como jefe de la policía de Bogotá. En esa protesta, es asesinado por la guardia presidencial el joven estudiante de Derecho de la universidad Nacional, Gonzalo Bravo Pérez.

El 8 de junio de 1954, durante la sangrienta dictadura militar del general Gustavo Rojas Pinilla, los estudiantes nuevamente en la calle protestando son de nuevo atacados, en esta oportunidad por el sanguinario batallón Colombia, dejando como saldo trágico 11 personas asesinadas y 50 heridas, entre ellas, el estudiante de medicina y filosofía, Uriel Gutiérrez.

Al siguiente día, nuevamente los jóvenes estudiantes van a la calle, con el fin de acompañar el féretro del joven estudiante y rechazar la política de terror de la oligarquía colombiana con su monigote de presidente. Nuevamente el criminal batallón Colombia arremete contra la multitud, siendo asesinados: Álvaro Gutiérrez, Elmo Gómez Lucich, Hernando Morales, Rafael Chaves Matallana, Jaime Moure Ramírez, Hernando Ospina López, Hugo León Vásquez y Jaime Pacheco.

Hoy se sigue asesinando a la juventud, a los estudiantes. Recordamos a los más de cincuenta asesinados durante este histórico paro nacional, entre ellos, a Santiago Andrés Murillo Meses, el pasado primero de mayo en la ciudad de Ibagué. Hace algunos años a Norma Patricia Galeano, estudiante de la universidad del Tolima y dirigente de la juventud comunista (Juco). Con más anterioridad, al joven estudiante de noveno, Luis Alfonso Vargas, del colegio comercial Carlos Blanco Nassar de Anzoátegui (Tolima).

Todos estos crímenes reposan en la más absoluta impunidad. Los verdugos suelen hablar en los medios masivos de comunicación de justicia y de supuesta lucha contra la impunidad, una burla que indigna y compromete a continuar la lucha por una segunda y definitiva independencia.

Este régimen podrá matar a mucha gente, a mucha juventud, pero jamás la esperanza en un país humano, libre y soberano. A todos los estudiantes, hombres y mujeres, nuestro reconocimiento y nuestra esperanza… ¡Honor y gloria a todos los caídos, a todas las caídas, por la causa noble del pueblo colombiano!

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