La postura de la oligarquía colombiana contra el pueblo no tiene fronteras. En un acto vergonzoso y criminal, por cierto, la mayoría del senado de la república aprobó el ascenso al rango de general efectivo al mayor general, Jorge Luis Vargas, nada más ni nada menos que el director del sanguinario escuadrón móvil antidisturbios (Esmad).
Es una palmada a pleno rostro del pueblo colombiano que le propina el gobierno uribista, precedido por el pusilánime presidente, Iván Duque Márquez. Un premio a su criminalidad aberrante como se ha venido demostrando durante este histórico y heroico Paro Nacional. Las estadísticas hablan por sí solas: Más de 70 jóvenes asesinados, miles de heridos y centenares de desaparecidos. El gobierno premia esta estela monstruosa, ascendiendo al director nacional de esta máquina de muerte y destrucción.
Para tomar semejante decisión tan repudiable, la oligarquía se unió, como siempre lo hace cuando se trata de enfrentar al pueblo. Desaparecen por encanto las supuestas discusiones ideológicas y políticas, entrando a primar el interés y la baratija particular. La mermelada no tiene color político.
Votaron por este insólito ascenso: El Centro Democrático, El Partido Conservador, el Partido Liberal, el Partido de la U, Cambio Radical, Colombia Justa Libre y Mira. Toda la derecha unida al llamado del matarife y narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez. ¿Dónde quedaron las supuestas diferencias ideológicas, políticas y programáticas de estos partidos que generaron la violencia entre liberales pobres contra conservadores pobres en las décadas de los 40s, 50s y 60s por los colores azul y rojo? ¿Podría pensarse todavía que hay diferencias de fondo entre estos partidos de la derecha?
Los hechos reales y concretos demuestran claramente que no hay ninguna diferencia, todos están exclusivamente para defender los intereses de la gran burguesía, de las multinacionales y transnacionales. Se unen cuantas veces sea necesario para conspirar contra el pueblo.
Lo mismo hicieron cuando la oposición presentó la censura contra el ministro de defensa, Diego Molano, el pasado 27 de mayo. También se unieron para respaldar a este siniestro personaje y presentarlo ante el mundo como el “salvador de la democracia”. Conclusión: Estos supuestos partidos en realidad son un sofisma de distracción, diseñados para tener al pueblo dividido y sectorizado con el cuento de los colores políticos. Es decir, un engaño más de la rancia oligarquía colombiana.
De los 108 senadores, votaron 66 por este ascenso. Los mismos con las mismas que muy pronto saldrán de la madriguera a pedir nuevamente su voto para continuar haciendo fechorías en la corporación. También como lección se puede sacar que no todos los senadores son perversos y proimperialistas. Hay senadores consecuentes, hombres y mujeres, con los intereses del pueblo colombiano. Ellos, al igual que nosotros, nos jugamos la vida a cada paso que damos en esta república carcomida por la corrupción y el narcotráfico. Por eso, no se puede generalizar ni caer en la falsa conclusión que lo mejor es que cierren el parlamento o no votar por ninguno. Esa no es la salida. La salida es comprender que el tema electoral es una forma de lucha política que hay que asumirla con claridad y decisión, apoyando candidatos consecuentes y honestos que sí los hay.
No asumir una postura así, es seguir respaldando la corrupta clase dominante que hoy nos gobierna. Alguien decía: “Menos mal yo no voto ni por uno ni por el otro”. Pregunto: “¿A quién favorece esta postura errónea?” Pues a la putrefacta clase dominante que nos gobierna, porque me están robando, me están matando, me están estigmatizando y yo no digo nada, guardo supuesta neutralidad.
Eso es, precisamente, lo que está rompiendo la juventud en estos momentos. Esa quietud e indiferencia hacia la política, que tanto daño le ha hecho al pueblo colombiano, es lo que está corrigiendo la juventud en la medida que se viene planteando el Poder. A su vez, ese es el miedo de Duque, Uribe y su patota, por eso, vienen asesinando a la juventud y por eso premian con ascensos a personajillos de la talla de Jorge Luis Vargas, director nacional del criminal Esmad. Una juventud politizada es invencible. Para decirlo en palabras castizas: No la ataja ni el putas. Así que al calor de la lucha sindical que se libra en este Paro Nacional, hay que profundizar la lucha política. Hay que conquistar más reformas, pero la principal: La toma del poder. Y esto se logra si combinamos acertadamente la lucha sindical con la lucha política.
Es una palmada a pleno rostro del pueblo colombiano que le propina el gobierno uribista, precedido por el pusilánime presidente, Iván Duque Márquez. Un premio a su criminalidad aberrante como se ha venido demostrando durante este histórico y heroico Paro Nacional. Las estadísticas hablan por sí solas: Más de 70 jóvenes asesinados, miles de heridos y centenares de desaparecidos. El gobierno premia esta estela monstruosa, ascendiendo al director nacional de esta máquina de muerte y destrucción.
Para tomar semejante decisión tan repudiable, la oligarquía se unió, como siempre lo hace cuando se trata de enfrentar al pueblo. Desaparecen por encanto las supuestas discusiones ideológicas y políticas, entrando a primar el interés y la baratija particular. La mermelada no tiene color político.
Votaron por este insólito ascenso: El Centro Democrático, El Partido Conservador, el Partido Liberal, el Partido de la U, Cambio Radical, Colombia Justa Libre y Mira. Toda la derecha unida al llamado del matarife y narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez. ¿Dónde quedaron las supuestas diferencias ideológicas, políticas y programáticas de estos partidos que generaron la violencia entre liberales pobres contra conservadores pobres en las décadas de los 40s, 50s y 60s por los colores azul y rojo? ¿Podría pensarse todavía que hay diferencias de fondo entre estos partidos de la derecha?
Los hechos reales y concretos demuestran claramente que no hay ninguna diferencia, todos están exclusivamente para defender los intereses de la gran burguesía, de las multinacionales y transnacionales. Se unen cuantas veces sea necesario para conspirar contra el pueblo.
Lo mismo hicieron cuando la oposición presentó la censura contra el ministro de defensa, Diego Molano, el pasado 27 de mayo. También se unieron para respaldar a este siniestro personaje y presentarlo ante el mundo como el “salvador de la democracia”. Conclusión: Estos supuestos partidos en realidad son un sofisma de distracción, diseñados para tener al pueblo dividido y sectorizado con el cuento de los colores políticos. Es decir, un engaño más de la rancia oligarquía colombiana.
De los 108 senadores, votaron 66 por este ascenso. Los mismos con las mismas que muy pronto saldrán de la madriguera a pedir nuevamente su voto para continuar haciendo fechorías en la corporación. También como lección se puede sacar que no todos los senadores son perversos y proimperialistas. Hay senadores consecuentes, hombres y mujeres, con los intereses del pueblo colombiano. Ellos, al igual que nosotros, nos jugamos la vida a cada paso que damos en esta república carcomida por la corrupción y el narcotráfico. Por eso, no se puede generalizar ni caer en la falsa conclusión que lo mejor es que cierren el parlamento o no votar por ninguno. Esa no es la salida. La salida es comprender que el tema electoral es una forma de lucha política que hay que asumirla con claridad y decisión, apoyando candidatos consecuentes y honestos que sí los hay.
No asumir una postura así, es seguir respaldando la corrupta clase dominante que hoy nos gobierna. Alguien decía: “Menos mal yo no voto ni por uno ni por el otro”. Pregunto: “¿A quién favorece esta postura errónea?” Pues a la putrefacta clase dominante que nos gobierna, porque me están robando, me están matando, me están estigmatizando y yo no digo nada, guardo supuesta neutralidad.
Eso es, precisamente, lo que está rompiendo la juventud en estos momentos. Esa quietud e indiferencia hacia la política, que tanto daño le ha hecho al pueblo colombiano, es lo que está corrigiendo la juventud en la medida que se viene planteando el Poder. A su vez, ese es el miedo de Duque, Uribe y su patota, por eso, vienen asesinando a la juventud y por eso premian con ascensos a personajillos de la talla de Jorge Luis Vargas, director nacional del criminal Esmad. Una juventud politizada es invencible. Para decirlo en palabras castizas: No la ataja ni el putas. Así que al calor de la lucha sindical que se libra en este Paro Nacional, hay que profundizar la lucha política. Hay que conquistar más reformas, pero la principal: La toma del poder. Y esto se logra si combinamos acertadamente la lucha sindical con la lucha política.
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