Por Belson Lombana Silva
Una misión silenciosa, oportuna e importante es lo que desarrolla a diario la red municipal de bibliotecas públicas de la ciudad de Ibagué (Tolima). Tiene clara su función y visión que le caracteriza. Durante este año que está a punto de terminar se demostró en la práctica su importancia.
Asumir su tarea era todo un reto ante la pandemia que inmovilizó a la sociedad de todo el planeta con ímpetu descomunal. La red de Ibagué, sin vacilación de ninguna naturaleza, dio el paso al frente y sin muchas ínfulas asumió el gran desafío con decisión y tenacidad. Enfrentó el mortal virus con coraje, asumiendo su responsabilidad histórica de fomentar en chicos y grandes la vocación por la lectura y la reconciliación y/o el acercamiento a ese manantial infinito de sabiduría que guarda con celo cada libro, cada texto.
La gran verdad es esa: Todo el conocimiento se encuentra registrado magistralmente en los libros. Por lo tanto, la labor del bibliotecario o bibliotecaria, consiste en acercar de una manera afable el lector al libro o el libro al lector. Es la dinámica dialéctica que caracteriza a esta noble y silenciosa profesión que, en el caso concreto de Ibagué, se llevó a cabo contra viento y marea, aún en los picos de la pandemia.
Realmente no fue fácil asimilar la orden de cerrar las bibliotecas. Era como quedar en el aire y en la más cruel incertidumbre. ¿Qué camino coger? ¿Cómo responderle al niño o la niña, que se arrimaba tímidamente a la biblioteca a preguntar el motivo del cierre de la biblioteca? La pregunta que más se repitió en el caso particular de la biblioteca Cañón del Combeima, en el corregimiento de Villa Restrepo, fue: “¿Es que el alcalde va a cerrar la biblioteca?” No era fácil contestar este interrogante, pues era como utilizar una frase cantinflesca de sí, pero no.
La virtualidad apareció como tabla salvadora. Una realidad que surgió de insofacto, podría decirse, de la noche a la mañana. No había, desde luego, ni siquiera un pre guión, venía al caso la canción que dice en un verso florido: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
Lo interesante es que este puñado de quijotes bibliotecarios y bibliotecarias, asumió el desafío sin pensarlo dos veces. Entonces, el diálogo directo y ameno con el niño, la niña o el visitante a la biblioteca, se cambió por la virtualidad. Hubo la necesidad de acudir al celular, al wasap y más tarde al vídeo. Gracias a esta tecnología mediática, podíamos estar casi a diario en comunicación con los niños. Qué reconfortante era escuchar – por ejemplo – a la profesora Catalina Barreto, de la escuela El Retiro, diciendo que nuestros vídeos de lecturas los compartía con los niños de su escuela y que, a partir de allí, armaba las clases de literatura.
Por su parte, la profesora Alcira Mejía Osa, de la escuela Olaya Herrera, en la vereda Llanitos, nos sugería un horario para enviar los vídeos. La razón era elemental: Los niños se concentraban en el cuento y olvidaban las demás actividades. Muchas manifestaciones de los pequeños fueron expresadas por estos medios de comunicación.
Creemos que los bibliotecarios y las bibliotecarias, fuimos los primeros en combinar la virtualidad con la presencialidad. Otro desafío que asumimos con donaire y responsabilidad. Al principio resultó bastante complejo, porque había que formarlos, explicarles la importancia del distanciamiento y las medidas de bioseguridad. De todas maneras, fue un proceso hermoso, que el niño asimiló. El uso del tapabocas fue una experiencia bastante interesante, porque se trataba no de imponer su uso, sino convencerlo y, en muchos casos, nos tocó convencer primero a sus padres.
Qué interesante sería recoger todas estas experiencias. Sería un aporte al conocimiento de un momento histórico coyuntural que experimentó y sigue experimentando la humanidad en su conjunto.
En ese contexto, tan complejo y dramático, triunfos rutilantes como el conseguido por la biblioteca Combayma de Juntas, resulta contundente y consecuente con la dinámica de la red municipal de bibliotecas públicas de la ciudad de Ibagué, una demostración inequívoca del liderazgo de estas bibliotecas en el desarrollo de estas comunidades.
El congreso nacional de bibliotecas públicas de Colombia, dejó un cúmulo de conocimientos para avanzar, una verdadera guía para la acción. En eso hay que destacar el liderazgo de personalidades comprometidas con el desarrollo integral del municipio, como la doctora Greis Cifuentes, la doctora Diana Londoño, la licenciada Luz Marina Roa Sierra y el grupo de bibliotecarios y bibliotecarias. En realidad, no fue un triunfo individual y casual, fue un triunfo colectivo, coordinado, fruto del trabajo y la perseverancia.
Este proceso continuará el año entrante, seguramente con más bríos, más experiencia y más decisión, la tarea de fomentar la lectura es infinita y fundamental, porque a partir de hacer lectores críticos y analíticos, se generan valores humanos encaminados a transformar la realidad existente en aras de construir un país en paz y en franco desarrollo social, económico, cultural, ideológico, ambiental y político. Nuestra utopía es la construcción del hombre nuevo. A todos y todas, feliz año nuevo, al estilo oriental: De corazón, palabra y pensamiento.
Una misión silenciosa, oportuna e importante es lo que desarrolla a diario la red municipal de bibliotecas públicas de la ciudad de Ibagué (Tolima). Tiene clara su función y visión que le caracteriza. Durante este año que está a punto de terminar se demostró en la práctica su importancia.
Asumir su tarea era todo un reto ante la pandemia que inmovilizó a la sociedad de todo el planeta con ímpetu descomunal. La red de Ibagué, sin vacilación de ninguna naturaleza, dio el paso al frente y sin muchas ínfulas asumió el gran desafío con decisión y tenacidad. Enfrentó el mortal virus con coraje, asumiendo su responsabilidad histórica de fomentar en chicos y grandes la vocación por la lectura y la reconciliación y/o el acercamiento a ese manantial infinito de sabiduría que guarda con celo cada libro, cada texto.
La gran verdad es esa: Todo el conocimiento se encuentra registrado magistralmente en los libros. Por lo tanto, la labor del bibliotecario o bibliotecaria, consiste en acercar de una manera afable el lector al libro o el libro al lector. Es la dinámica dialéctica que caracteriza a esta noble y silenciosa profesión que, en el caso concreto de Ibagué, se llevó a cabo contra viento y marea, aún en los picos de la pandemia.
Realmente no fue fácil asimilar la orden de cerrar las bibliotecas. Era como quedar en el aire y en la más cruel incertidumbre. ¿Qué camino coger? ¿Cómo responderle al niño o la niña, que se arrimaba tímidamente a la biblioteca a preguntar el motivo del cierre de la biblioteca? La pregunta que más se repitió en el caso particular de la biblioteca Cañón del Combeima, en el corregimiento de Villa Restrepo, fue: “¿Es que el alcalde va a cerrar la biblioteca?” No era fácil contestar este interrogante, pues era como utilizar una frase cantinflesca de sí, pero no.
La virtualidad apareció como tabla salvadora. Una realidad que surgió de insofacto, podría decirse, de la noche a la mañana. No había, desde luego, ni siquiera un pre guión, venía al caso la canción que dice en un verso florido: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
Lo interesante es que este puñado de quijotes bibliotecarios y bibliotecarias, asumió el desafío sin pensarlo dos veces. Entonces, el diálogo directo y ameno con el niño, la niña o el visitante a la biblioteca, se cambió por la virtualidad. Hubo la necesidad de acudir al celular, al wasap y más tarde al vídeo. Gracias a esta tecnología mediática, podíamos estar casi a diario en comunicación con los niños. Qué reconfortante era escuchar – por ejemplo – a la profesora Catalina Barreto, de la escuela El Retiro, diciendo que nuestros vídeos de lecturas los compartía con los niños de su escuela y que, a partir de allí, armaba las clases de literatura.
Por su parte, la profesora Alcira Mejía Osa, de la escuela Olaya Herrera, en la vereda Llanitos, nos sugería un horario para enviar los vídeos. La razón era elemental: Los niños se concentraban en el cuento y olvidaban las demás actividades. Muchas manifestaciones de los pequeños fueron expresadas por estos medios de comunicación.
Creemos que los bibliotecarios y las bibliotecarias, fuimos los primeros en combinar la virtualidad con la presencialidad. Otro desafío que asumimos con donaire y responsabilidad. Al principio resultó bastante complejo, porque había que formarlos, explicarles la importancia del distanciamiento y las medidas de bioseguridad. De todas maneras, fue un proceso hermoso, que el niño asimiló. El uso del tapabocas fue una experiencia bastante interesante, porque se trataba no de imponer su uso, sino convencerlo y, en muchos casos, nos tocó convencer primero a sus padres.
Qué interesante sería recoger todas estas experiencias. Sería un aporte al conocimiento de un momento histórico coyuntural que experimentó y sigue experimentando la humanidad en su conjunto.
En ese contexto, tan complejo y dramático, triunfos rutilantes como el conseguido por la biblioteca Combayma de Juntas, resulta contundente y consecuente con la dinámica de la red municipal de bibliotecas públicas de la ciudad de Ibagué, una demostración inequívoca del liderazgo de estas bibliotecas en el desarrollo de estas comunidades.
El congreso nacional de bibliotecas públicas de Colombia, dejó un cúmulo de conocimientos para avanzar, una verdadera guía para la acción. En eso hay que destacar el liderazgo de personalidades comprometidas con el desarrollo integral del municipio, como la doctora Greis Cifuentes, la doctora Diana Londoño, la licenciada Luz Marina Roa Sierra y el grupo de bibliotecarios y bibliotecarias. En realidad, no fue un triunfo individual y casual, fue un triunfo colectivo, coordinado, fruto del trabajo y la perseverancia.
Este proceso continuará el año entrante, seguramente con más bríos, más experiencia y más decisión, la tarea de fomentar la lectura es infinita y fundamental, porque a partir de hacer lectores críticos y analíticos, se generan valores humanos encaminados a transformar la realidad existente en aras de construir un país en paz y en franco desarrollo social, económico, cultural, ideológico, ambiental y político. Nuestra utopía es la construcción del hombre nuevo. A todos y todas, feliz año nuevo, al estilo oriental: De corazón, palabra y pensamiento.
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