Cárcel de Picaleña de Ibagué. Foto: RCN |
Por Nelson Lombana Silva
La penitenciaría de la ciudad de Ibagué (Tolima), continúa sin agua. Las unidades sanitarias se encuentran en precarias condiciones, a pesar de haber ganado los internos una Acción de Tutela. De igual manera, la tienda (Caspete), viene funcionando a medias. Y como si esto fuera poco, el INPEC viene prohibiendo el ingreso del semanario VOZ La verdad del pueblo y demás prensa alternativa. El único libraco que al parecer deja entrar y salir como pedro por su casa es la biblia.
Según se pudo establecer hay hacinamiento. Muchos detenidos y detenidas se encuentran en precarias condiciones. Los enfermos no soy llevado oportunamente al médico. Han concedido permiso tres y hasta cuatro meses después del solicitante haber muerto. Se viene violando los más elementales Derechos Humanos en este presidio bajo un silencio e indiferencia del Estado y la clase dominante.
El ingreso de los familiares y amigos de los reclusos, es toda una terapia. Largas filas, unas veces bajo la lluvia, en otras bajo el sol metálico, trato arrogante y militarista, requisas extenuantes, manoseo y medidas humillantes.
El recluso, generalmente, teme denunciar por miedo a la represalia. Calla, incluso, para no preocupar a sus deudos.
Según versión de algunos reclusos con los cuales pudimos conversar, la cárcel no tiene agua porque el INPEC no ha pagado la deuda pendiente con el IBAL. Y a pesar de los continuos requerimientos de los internos el preciado líquido no llega.
El caso del “caspete” es un milagro encontrar ciertos productos, si es que lo abren, señalan. No hay productos alimenticios, solo “garquería”, es decir, comida chatarra.
Ante esta cruda realidad los internos de este penal formulan un cálido llamado de solidaridad a los organismos de Derechos Humanos e internacionales para que presionen al neofascista gobierno nacional para que tome cartas en el asunto y resuelva esta problemática lo más rápido posible.
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