El testimonio de la veterana militante de la Unión Patriótica, Clara Inés Murcia, merece especial admiración por la firmeza ideológica, al lado de este movimiento político de izquierda. Es un ejemplo digno de imitar por esta juventud fresca y combativa que siente la necesidad de transformar la dramática realidad que vive Colombia, bajo la dictadura del capitalismo neoliberal, con una clase dirigente violenta, corrupta y obtusa.
Nació en Bogotá. Tiene 78 años de edad. Por cosas del destino fue a parar a la población de Mapiripán (Meta), arriba del Raudal. Allí, se presentó la monstruosa masacre del binomio militar-paramilitar que tanto dolor generó en toda Colombia. Se salvó de milagro, pues al parecer estaba en el listado para ser asesinada en esta masacre patrocinada por el gobierno nacional de la época.
Como se recordará, esta masacre se llevó a cabo los días 15 y 20 de julio de 1997, cobrando la vida de por lo menos 49 personas humildes, trabajadoras, la gran mayoría comprometida con los ideales de la Up y el Partido Comunista. El 15 de septiembre de 2005, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado por esta horrenda masacre al demostrarse plenamente su culpabilidad directa a través del ejército nacional en contubernio con los paramilitares que llegaron de varias regiones del país, gracias al apoyo logístico de las fuerzas militares.
La compañera Clara Inés Murcia, comienza diciendo: “Yo hacía un año que me había metido a militar en la Unión Patriótica. Lo que hacíamos nosotros era traer comida del monte para darle a los pobres. En ese pueblo había una pobreza horrible. Ese era el oficio de nosotros”.
Agrega: “Me nombraron para integrar el comité de conciliación. Donde hubiera problemas de los hijos, de los maridos, de los mismos compañeros, yo iba y conciliaba. No dejaba que la gente se agarrara, tampoco decir malas palabras”.
“Yo estaba muy contenta en este lugar, porque la enseñanza era muy buena encaminada a compartir con la gente, a respetar, a ser buen compañero, ser buen vecino. Por eso me gustó el pueblo y la Unión Patriótica. Por eso seguí en eso”, agrega.
“Resulta que un día me preguntaron si me iba a quedar o me iba a ir. Yo tenía dos niños: Una niña y un niño. Me aconsejaron que me fuera para Villavicencio. Me vine a las tres de la mañana. Los asesinos preguntaron por mí para matarme, pero ya no estaba”, relata.
“No estuve en la terrible masacre que hubo en Mapiripán, pero no hacía nada me había salido. Cuando salí ya comenzaban a matar gente en toda la región. Hacía un mes me había salido cuando se presentó esa masacre cruel”.
“En esa masacre mataron un poco de compañeros de la Up. La masacre comenzó con el arribo de un helicóptero con soldados o policías, realmente no sé. Ellos eran los que mataban la gente: Policía y Ejército, no era otro grupo”.
“Eso llegaban los helicópteros pero con policía y ejército nacional, realmente no sé si eran paramilitares, pero eran todos uniformados. Cuando nosotros nos salimos de allá, el cuento en Villavicencio era que me había salvado del ejército que había entrado a matar, a acabar con toda la gente de la Unión Patriótica. Por eso me di cuenta. Los relatos eran escalofriantes”.
“Yo no salí sola. Un grupo importante de la Up salió conmigo. Después me di cuenta que habían matado a unos compañeros después de que yo me salí”.
“Yo me había retirado de la Up porque estaba perdida de los compañeros. Me vine para Ibagué y no supe nada más. Estando acá he podido volver a ingresar. Me encontré con ellos y yo sigo adelante. Y sigo y sigo y sigo…, porque a mí me gusta mucho esto. Yo sigo. Soy vieja pero yo sigo. No me ha pesado haberme metido en esto, no me ha pesado”.
Agrega: “Sigo, sigo, sigo y sigo siendo militante de la Unión Patriótica, hasta que me muera si Dios me da vida. ¿Por qué? Porque estamos luchando por lo que nos pertenece. Soy una mujer muy pobre, soy viuda, pago arriendo, no tengo con qué pagarlo. Eso lo hace a uno seguir en la lucha. Yo he sufrido mucho. He comido de la buena. ¿Sabe por qué he sufrido? Porque yo me había despatriado de ellos, pero ahorita me siento muy conforme”.
A su edad y con las peladuras que genera este criminal modelo neoliberal, la compañera Clara Inés Murcia, participó activamente del paro nacional realizado el 21 de noviembre.
Expone sus razones: “Qué belleza de paro. Maravilloso. Yo quiero que siga habiendo más y más paros, porque es indispensable para nosotros como pueblo. Son indispensables”, termina diciendo mientras participa del bloqueo de la avenida Ambalá de la ciudad de Ibagué (Tolima) ¡Qué ejemplo!
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