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Uno de los gobernadores del país más cuestionado por su falta de ética y respeto por la cosa pública, es el gobernador tolimense Óscar Barreto Quiroga. Si no está en la cárcel es porque la justicia se ha hecho la sorda, ciega y muda, al parecer por la maniobra del senador familiar y la representante a la cámara Magaly Matiz.
No tuvo escrúpulos en colocar todo su gobierno al servicio de la campaña política que dio con el nombramiento de Orozco a la gobernación, ex policía sindicado de homicidio y Hurtado alcalde de la ciudad de Ibagué, quien al parecer fue financiado por la mafia del narcotráfico.
Pero no contento con eso, ha dado un nuevo zarpazo al tomar dominio de la Corporación Autónoma Regional del Tolima (CORTOLIMA) con la doctora Olga Lucía Alfonso Lanini.
Con esta elección, prácticamente el mandatario regional, queda sin dios y sin ley, a merced todo un departamento donde casi el 70 por ciento se encuentra concesionado en títulos mineros, unos concedidos y otros por conceder.
Al otro día de ser elegido el nuevo alcalde de Ibagué José Andrés Fabián Hurtado, dijo que Cortolima necesitaba un director o directora que no colocara tantos problemas a las construcciones. Al parecer sus deseos se le han cumplido y de qué manera.
Barreto Quiroga, siempre ha defendido la locomotora minero – energética, se ha identificado con las multinacionales y transnacionales, al parecer conserva buenas relaciones con Anglo Gold Ashanti. Todo eso hace prever un futuro incierto para el medio ambiente en esta sección del país. También es un enamorado del militarismo y de la violencia.
Esta postura anti ambientalista del mandatario departamental contrasta con la actitud asumida por el ex gobernador Luis Carlos Delgado Peñón y el mandatario ibaguereño que está terminando su gestión, Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez. Ambos se prodigaron a fondo en la defensa del medio ambiente, no le hicieron concesiones a estas transnacionales.
La elección de esta ficha del gobernador en Cortolima prende las alarmas en ambientalistas, aumentando la zozobra en el departamento con los pésimos resultados de las urnas del pasado 27 de octubre, en la que el inescrupuloso gobernador prácticamente hizo “moñona”. El mandatario regional pareciera un reyezuelo de la corrupción que va en contravía de los halagüeños resultados presentados en otras regiones del país. Se convierte esto en un desafío para la comunidad tolimense, especialmente la comunidad ambientalista.
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