Andrés Felipe Arias (Uribito), ex ministro de agricultura, desfalcador del erario público al desviar más de 23 mil millones de pesos, entregándolos irregularmente a empresarios del agro con el propósito que éstos les financiaran su campaña presidencial, fue condenado por la Corte Suprema de Justicia a pagar 209 meses y ocho días de prisión en la cárcel La Picota de Bogotá. Como buen cobarde huyó al paraíso delincuencial que hay en el planeta: Estados Unidos. Por un error de cálculo fue detenido allí, ordenando Álvaro Uribe Vélez por intermedio del presidente ventrílogo Iván Duque Márquez su extradición con el fin de salvarlo de toda culpa, endiosarlo y prepararlo para la próxima contienda electoral presidencial.
La empresa comenzó con su traslado. Llegó a Bogotá como virrey en vuelo chárter, discretamente fue trasladado a la cómoda escuela militar de caballería con el mayor sigilo censurando la prensa y desde ya desconociendo el fallo de la Corte Suprema de Justicia que ordena ser recluido en el penal La Picota. Seguidamente el Centro Democrático con su jefe máximo, comienza a airear la campaña sinuosa encaminada a limpiar su sucia y corrupta imagen: “Uribito es inocente, su juicio fue una persecución política”.
Pasa a un segundo plano el fallo de la Corte Suprema de Justicia, Corte que en sumario de 403 folios prueba la culpabilidad de este siniestro personaje de extrema derecha, fiel exponente del atrasado pensamiento falangista uribista. El columnista José Ramón Llanos, cita acápites de dicha sentencia: “El verdadero propósito del Ministro se probó en el juicio donde se estableció que los beneficiarios del programa fueron convocados para apoyar la campaña política del entonces precandidato a la presidencia…Andrés Felipe Arias”.[i]
El Centro Democrático con su jefe máximo, explora mecanismos para sacarlo de la encrucijada sin dañar su imagen. Se le ha ocurrido invocar la doble instancia, figura jurídica que permite la revisión del proceso en su totalidad, pero que en realidad en este caso, sería la treta para que el criminal y ladrón ex ministro, salga con todos sus derechos políticos a ser candidato presidencial de esta oscura y cuestionada organización política.
El Centro Democrático se burla e irrespeta nuevamente a la Corte Suprema de Justicia y su fallo, lo que coloca en evidencia el alto grado de corrupción y descomposición del supuesto estado de derecho que predominaría en Colombia. ¿Qué hay de él? Desafía la institucionalidad proponiendo un proyecto de ley que beneficiaría exclusivamente a Andrés Felipe Arias (Uribito). Definitivamente, en el capitalismo la ley es para los de ruana, para el pueblo.
La presión fascistoide en relación con este caso se hace aberrante. El semanario VOZ La verdad del pueblo que se encuentra en circulación no pudo publicar la foto del señor Andrés Felipe Arias. “No hay foto oficial porque el gobierno censuró”. Esto es de suma gravedad. No solo se aniquila físicamente a los periodistas consecuentes con su clase y con la verdad, sino que ahora se dispara con ímpetu la censura. Todo para defender a un miserable delincuente corrupto y descompuesto social.
O sea, la situación que atraviesa el país sudamericano es realmente deplorable y preocupante. La corrupción alcanza índices exagerados y desproporcionados, mientras el presidente ventrílogo se entretiene haciendo la 21 con su testa, bailando vallenatos de compositores mafiosos, entregando la Soberanía Nacional a los Estados Unidos y hablando pestilencias contra la hermana República Bolivariana de Venezuela. Por estos días la Organización de Naciones Unidas (ONU), dijo que en Colombia hay 2 millones 400 mil hambrientos, personas llevadas de la extrema pobreza. Eso no es noticia, ni tampoco le interesa a Iván Duque Márquez. Su misión: Acabar con el proceso de paz y que su jefe no vaya a la cárcel. No es más su preocupación.
En esas condiciones, hay que profundizar la unidad del pueblo colombiano, la movilización y la campaña electoral en marcha. Abogar por la paz y el desmonte del paramilitarismo. Profundizar la unidad latinoamericana y abrazar con donaire la amistad con los pueblos bolivarianos, especialmente con la hermana República Bolivariana de Venezuela. Las espadas de Bolívar y Anzoátegui deben seguir desenvainadas en busca de conquistar la segunda y definitiva independencia.
Nada de derrotismo, nada de pánico. Más temprano que tarde caerá todo el peso de la ley contra esta rancia y apátrida oligarquía colombiana, brillará la justicia social y se cumplirá el principio biológico de los hijos sepultar a sus padres y no al contrario como viene sucediendo. Uribito no pasará impune, tendrá que responder, lo mismo que su mentor Álvaro Uribe Vélez. Menos palabras y más acción.
[i] Semanario VOZ La Verdad del Pueblo. Edición 2989 semana del 17 al 23 de julio de 2019. Página consultada 5.
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