El escritor natural de Calarcá (Quindío), más conocido en el exterior que en el país, tuvo en su vida dos pasiones monumentales: La poesía y el comunismo. Contraviento y marea manifestó estas pasiones sin miedo, con fina convicción y conciencia de clase. Ese fue el maestro Luis Vidales.
“¿Sabe quién es ese viejito que va cruzando la calle?”, dijo mi hermano Gustavo durante un festival del semanario Voz Proletaria en el coliseo cubierto El Campin de Bogotá. Caminaba despacio apoyado en un bastón. “Es el maestro Luis Vidales”. Miré asombrado a mi hermano: “¿Es el autor de la obreríada?” “Sí, y muchas obras poéticas y revolucionarias más”. Me le acerqué y lo saludé. El maestro se detuvo y colocando una mano en mi hombro me dijo con fina ironía: “Soy Luis Vidales, pero eso de que soy poeta son puras mentiras”. Estrechó mi mano y siguió pausadamente su recorrido.
Ya había leído varios libros de él. Sabía que era comunista firme e incluso, uno de los fundadores o cofundadores del Partido Comunista de Colombia. Me impresionó su sencillez. El camarada Álvaro Oviedo había hecho una caracterización aguda del maestro Vidales en la publicación Problemas revista internacional en 1987.
Consignó en esta revista: Es un excelente conversador, observador perspicaz, cultor del lenguaje, fino sentido del humor, carácter firme y convicciones arraigadas. Creo que no se equivocó ni exageró en definir la regia personalidad del insigne poeta y revolucionario colombiano.
Tampoco es una exageración decir que fue más conocido en la arena internacional que en la nacional. En Colombia fue totalmente ignorado por crítica literaria, las “vacas sagradas del establecimiento” y los medios de comunicación. Era un “abominable” comunista, que había que ignorarlo. Sus poemas fueron traducidos al alemán, al francés, al italiano, al inglés, al ruso y al vietnamita. Volaron la inmensidad del planeta sin que se dieran cuenta las grandes rotativas del sistema capitalista.
Fue periodista, catedrático, ex director nacional de estadística, premio internacional Lenin “Por el fortalecimiento de la paz entre los pueblos”, premio nacional de poesía, duramente hostigado por el militarismo, se calcula que fue víctima de cuarenta “carcelazos” y dos condenas, según el camarada Álvaro Oviedo.
Primeros años de vida
Sus primeros años de vida los pasó en su patria chica: Calarcá. Un niño de pueblo con todas las privaciones que ofrece el capitalismo al pueblo. “Tan patentes que no se me ha olvidado y son la prolongación de mi obra en todas las cosas de detalle. Cuando abrí los ojos al mundo, vi árboles y animales de selva y no me separo de esta visión”, le relata al camarada Álvaro Oviedo.
De esa cruda realidad nutrió su realista poesía. “En mi obra, los árboles y animales son como mis parientes, forman parte de mí. A eso contribuye la mentalidad de mi padre que era un radical del siglo pasado, ligado a la enciclopedia francesa, a la ilustración y sus primeras enseñanzas fueron: Que el árbol era una parte nuestra, que los animales eran una parte nuestra, que todos somos parte de la naturaleza. Todo eso aparece en mi obra”,[i] señala.
Durante la década de 1920 – 1930 fue clave en su formación poética y política. La crisis del capitalismo y la revolución rusa de octubre, lo marcaron en estos dos aspectos. “Esta dinámica, que ahora veo con claridad, y no entonces, define mi inclinación artística y, por la misma entraña, mi posición comunista”.
De su brillante y heroica generación hizo parte Luis Tejada (1898 – 1924). Lo describe con profundidad poética y política. “Era un hombre de una luminosidad extraordinaria sobre cuestiones de nuestra época. Nos reunió en el primer grupo comunista fundado en el país, plantó entre nosotros la tolda del comunismo. Murió muy joven”, agrega.
Viajó a Francia. París forjó en grado sumo sus dos pasiones. “En esa época era el epicentro de la cultura occidental”, dice. “Entonces mis viejos valores empezaron a caerse y comenzaron a aparecer otros que eran los que estaban brillando allá. Esa fue una transformación interior muy violenta, esa fue una crisis profundísima. Recuerdo mucho que leía a los metódicos y estéticos de la poesía. Todos me decían cómo no debía hacer poesía, pero nadie me decía cómo se debía hacer”.
Subraya: “En mi estadía de París estuve muy cerca del Partido Comunista, de todas sus manifestaciones, sus apariciones públicas, y estuve también en la escuela de Altos Estudios Sociales y tuve la fortuna de contar con profesores del Partido Comunista. Ellos me confirmaron teóricamente en el marxismo y cuando regresé a Colombia vine derecho a formar el Partido Comunista. Mis amigos me dijeron: “Ya está hecho y va a aparecer en público”. Así entré yo al Partido y estuve en su inauguración pública el 17 de julio de 1930 en la plaza de Bolívar en la primera gresca que tuvimos con la policía. Desde entonces milito en el Partido, como Comunista y poeta de lucha activa, en su vida y su obra. Y a mucho honor que lo tengo”.
Pero, ¿Qué lo motivó a ser Comunista íntegro, hormonal? Dice: “Son muchos los acontecimientos que han influido en mí como Comunista y como Poeta, el hecho mismo de estar con el pueblo, la vida con mis camaradas, la militancia. Esta práctica me ha enseñado que mi poesía no puede estar disociada de las emociones, los sentimientos, las alegrías y las angustias de los demás. He sido detenido 40 veces y condenado dos veces. La primera vez, en Bucaramanga, cuando yo dirigía por disposición del Comité Central el primer diario Comunista que hubo en Colombia, “Vox Populi”. En esa época logramos un desarrollo grande de la lucha popular en Bucaramanga y tuvimos la perspectiva de tomar el concejo municipal. Entonces fui detenido. La segunda vez, cuando hicimos el gobierno soviético en San Eduardo, Boyacá. Llegamos allá, porque iban a echar a 20 familias de un latifundio. Nos recibieron con gran recelo, pero a los tres días toda la población estaba a nuestro favor. Empezamos a formar las células comunistas, a explicar qué era el Partido Comunista, quienes eran Marx, Engels y Lenin. Ocho campesinos constituyeron el gobierno, sacamos la mesa del concejo a la mitad de la plaza y ahí deliberaba el pueblo. Duramos 22 días en ese trabajo, hasta que mandaron 150 soldados al mando de un capitán y nos derrotaron. Recibí una tercera condena a ser confinado en la selva por defender a los campesinos de la población de Baraya, en las montañas del Huila, pero fue anulada”.
El maestro del proletariado en varias oportunidades estuvo al filo de ser asesinado. Eso refleja que la burguesía colombiana siempre ha sido criminal y asesina. Al no poder controvertir las tesis de los Comunistas, acude a la fuerza bruta, al asesinato. Dice el maestro Luis Vidales: “Como es natural, en mi militancia he vivido momentos álgidos. Por ejemplo, una vez un detective estuvo a punto de dispararme. Yo le dije: “No sea tonto, hombre, guarde eso que no le sirve para nada, usted no me va a disparar a mí”, y el hombre se desconcertó y no disparó”.[ii]
En relación con su obra poética, el laureado escritor colombiano, hijo de la tierra ubérrima del hermano departamento de Quindío, afirma: “En cuanto a mi obra poética, debo decir que, cuando hacía “Suenan Timbres”, tenía que pelear airadamente en la calle; me insultaban en el Parlamento, en las librerías, me decían poeta abominable. Ahora unos dicen que es el libro más grande de poesía que se ha hecho en Colombia. Yo pienso: Ninguna de las dos cosas: Ni tan malo, ni tan bueno. Cuando hace poco sale “La Obreríada”, dicen de este libro lo mismo de “Suenan Timbres”. Pues igual en “Suenan Timbres” está el estremecimiento de los años 20 y en “La Obreríada”, el estremecimiento actual del mundo moderno. La realidad me la da la temática, yo no la doy”.
Un energúmeno crítico de su obra literaria lo increpó diciendo que su obra lo dejaba insatisfecho. La respuesta del maestro Vidales resultó contundente. “Uno de mis críticos me dijo airado: “A su poesía le hace falta algo, su poesía me deja insatisfecho…” Y yo le abracé y le dije: “Por fin encuentro a alguien que piensa igual que yo”.
Recordar es afinar
Traer a colación la gesta de los Comunistas históricos es tarea fundamental de todo Revolucionario consecuente. Este ejercicio nos da vitalidad y alta moral revolucionaria para persistir en la lucha por la construcción de la Democracia y el Socialismo en nuestro país. Hay que entender que nos debemos al pasado, porque no somos isla. Además, que la unidad íntima pasado – presente – futuro, es inexorable, inevitable. Por lo tanto, conocer el pasado es fortaleza para dimensionar el presente y proyectar el futuro.
El maestro Luis Vidales es sin lugar a dudas un fiel exponente del Comunismo, que contra viento y marea se mantuvo en la trinchera revolucionaria con decisión y coraje, aún en las épocas más represivas del régimen capitalista como la Violencia en Colombia o durante el nefasto gobierno de Julio Cesar Turbay Ayala con el siniestro estatuto de seguridad desarrollado por el triste célebre general ministro, Luis Carlos Camacho Leiva. Fue torturado en las caballerizas del cantón norte en Bogotá, en desarrollo de este estatuto de seguridad. Estatuto neofascista. Y a pesar de la virulencia no se amedrentó, siempre mantuvo en alto la bandera roja y los principios comunistas. Qué ejemplo para esos intelectuales de hoy que creen que la revolución se hace en clubes solamente hablando y pontificando sobre lo humano y lo divino. Al carajo con esos charlatanes de pacotilla, porque según el maestro Luis Vidales, el comunismo se desarrolla combinando acertadamente la teoría con la práctica. Además, resulta digno destacar su vocación poética puesta al servicio de los pueblos, de la Revolución y del Comunismo. ¡Nuestro reconocimiento perenne a este gran poeta, a este gran Comunista!
[i] Problemas Revista internacional 4/87. Director Juan Francisco Mujica. Publicación mensual. Impreso en editorial Colombia Nueva Ltda. 1987. Página consultada 36.
[ii] Ibíd. Página consultada 37.
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