“Pienso que nos estábamos demorando en hacer una movilización de esta naturaleza, de protesta por lo que viene pasando en todo el país. Es muy lamentable que el gobierno nacional no le haya puesto atención a esta masacre de líderes y lideresas, violencia que solo se vive en Colombia. Lamentable para los colombianos no tener seguridad y libertad para expresar nuestro inconformismo y luchar por la paz, pues si lo hacemos automáticamente somos amenazados de muerte”, dice Gonzalo Reyes, líder ambientalista de la ciudad de Ibagué (Tolima).
Como este líder ambientalista de la ciudad musical de Colombia, cientos y cientos se expresaron el pasado 26 de febrero en el parque Manuel Murillo Toro, en distintas ciudades y pueblos del país y en más de 80 país del mundo, rechazando la masacre que se viene desarrollando en este país sudamericano sin que el gobierno se dé por enterado y asuma acciones encaminadas a contrarrestar esta sangría que baña una vez más la patria colombiana.
La gente concurrió masivamente a este emblemático parque a expresar su indignación hacia un desgobierno corrupto, estático e intrascendente que trata de tapar su mediocridad entregando en bandeja de plata la Soberanía Nacional a los Estados Unidos para que agreda a la hermana República Bolivariana de Venezuela. Una postura lacaya, servil y pusilánime es lo que manifiesta el presidente Iván Duque Márquez, manipulado fácilmente por el narcotraficante número 82, según la CIA, Álvaro Uribe Vélez.
Las palabras del maestro Carlos Gaviria Díaz, no pierden vigencia sobre todo cuando dijo que si Uribe Vélez tomaba el poder en Colombia, el país regresaría al siglo XVI a luchar por el derecho a la vida. Y, ¿Qué es lo que estamos viendo? Luchando a brazo torcido por el derecho a no ser asesinado por el simple el hecho de pensar diferente y soñar con un país al alcance de todos y todas.
Esta movilización del pasado 26 de julio, no tenía una motivación política o ideológica, tenía una motivación de sobrevivencia ante la ola demencial de violencia que se ha enseñoreado sobre los campesinos, indígenas y obreros de las ciudades y pueblos.
El pueblo ibaguereño se expresó de distintas maneras y, aunque hubo dificultades con el sonido, los asistentes expresaron su indignación. El ingeniero Henry Acosta, cargó sobre su pecho la foto de una víctima de estado, otros sostuvieron en alto la bandera emblemática de la Unión Patriótica, denunciando el genocidio de que es objeto. También música protesta, el hospital Federico Lleras Acosta, personificado en el ataúd, etc.
El plantón comenzó a las cinco de la tarde y se prolongó hasta pasadas las nueve de la noche. Incluso, miembros de la administración municipal se hicieron presentes y se solidarizaron con los líderes políticos, sociales, sindicales, ambientalistas y culturales. Hay que recordar que recientemente fue difundido panfleto amenazante de las supuestas “águilas negras”, en contra de los líderes y lideresas consecuentes de esta sección del país.
Una constante
Si analizamos con detenimiento la historia del capitalismo, nos damos perfectamente cuenta que su constante ha sido la violencia contra el pueblo. El primer programa científico de los Comunistas, el Manifiesto Comunista, escrito y publicado en 1848, denota científicamente que el fundamento de este sistema es la violencia.
Guerras mundiales, guerras entre países, guerras entre regiones, ha caracterizado hasta ahora la historia de la humanidad, llevando a decir a Carlos Marx: “El capitalismo vino al mundo chorreando sangre y lodo por todos sus poros, desde los pies hasta la cabeza”. Y eso es lo que estamos viviendo a diario. La invasión española el 12 de octubre 1942, mal conocida en la historia como el “descubrimiento de América”, se constituyó en una masacre del invasor contra el nativo. La guerra de los mil días, la violencia en Colombia y la que vivimos actualmente. Eso quiere decir que mientras exista el capitalismo existirá la violencia, por cuanto ésta es el principal soporte de la burguesía para sostenerse ilegítima e ilegalmente en el poder. Si no es así, ¿Cómo explica usted que Uribe Vélez haya fundado el partido Centro Democrático, exclusivamente para impedir que el acuerdo de la Habana se cumpla y para que él como principal responsable de crímenes de lesa humanidad no pague un día de cárcel?
Al triunfar la primera revolución socialista en el mundo en Rusia, en octubre de 1917, el primer decreto firmado por su máximo conductor V. I. Lenin, fue el decreto de la paz. Eso indica, que solo en el Socialismo es posible construir escenarios de paz y de sana convivencia. Hacia ese puerto tenemos que navegar con decisión, formación, organización y unidad. Hay que hacer todo los esfuerzos posibles por superar el analfabetismo político, el personalismo y el individualismo. En la medida que lo vayamos logrando, la paz real con justicia social se irá haciendo realidad en Colombia y en cualquier país del mundo. Cuba – por ejemplo – es un remanso de paz. ¿Por qué? Porque su sistema es socialista.
Es decir, luchar por la paz con justicia social, implica luchar contra la injusticia social, luchar contra la brutal explotación del hombre por el hombre, contra la corrupción, el bipartidismo y contra la clase oligárquica que nos viene gobernando. Implica votar por los candidatos del pueblo que están claramente definidos en la izquierda y no por los mismos con las mismas u oportunistas camuflados y agazapados que no dudan en aplicar el veto y el estigma contra luchadores abnegados y consecuentes del mismo sector que dicen defender.
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