La regia personalidad y la concepción revolucionaria del camarada Jesús Santrich no admiten discusión y, por el contrario, genera admiración en un período histórico tan vacío de compromiso revolucionario y de valores humanos. A pesar de sus limitaciones físicas y su avanzada edad, el camarada Santrich escribe páginas de heroísmo en cada paso que da.
Por eso, la preocupación no debería ser su incumplimiento a concurrir a la Corte Suprema de Justicia el pasado 9 de julio, sino su seguridad y los motivos reales que lo llevaron a asumir esta decisión. ¿Estará con vida? ¿Será un desaparecido más? ¿Está secuestrado? ¿Pudo escapar al presunto e inminente atentado contra su integridad física que al parecer se cocinaba como especie de crónica anunciada?
Quienes realmente deberían responder y deberían cuestionarse son el estado y el presidente Álvaro Uribe Vélez disfrazado de Iván Duque Márquez. Ellos son los directos responsables de la desaparición del ex comandante fariano, Jesús Santrich. Su incumplimiento y su afán de empujar a estos ex combatientes nuevamente a la cruda violencia armada por su incumplimiento en lo acordado en la Habana y firmado en Bogotá, se constituye en la causa fundamental de esta desesperada y valiente decisión del veterano dirigente comunista.
Mientras los grandes medios difundían con morbo la no presentación a la Corte Suprema de Justicia del negociador de paz, en entrelíneas se informaba de dos ex combatientes más asesinados en el Cauca, creciendo el número al parecer a 140. Es decir, mientras se desarrolla el genocidio contra los ex combatientes y líderes populares, campesinos, indígenas y sindicales, el gobierno cínicamente sale a decir que el camarada Jesús Santrich traicionó su palabra y el proceso de paz. Incluso, sectores desinformados repiten con sus palabras el mismo cuento.
El país nacional se debe movilizar a exigir el cumplimiento de lo pactado y la continuación de los diálogos con ELN, respetando la vida y las garantías mínimas que cada ser humano tiene derecho en cualquier sociedad. La desmovilización no puede ser para nutrir los panteones y seguir siendo mayoría allí, como desafortunadamente viene sucediendo.
La máquina mediática que usa la burguesía para sostenerse ilegal e ilegítimamente en el poder, tiene que tener alguna fisura, que hay que utilizar para hacer la proeza de des alienar al pueblo colombiano. La verdad debe brillar. El estado no ha desarmado el paramilitarismo, la doctrina de la seguridad nacional sigue vigente, lo mismo que la corrupción y el terror generalizado.
Quien realmente ha incumplido lo pactado en la Habana es el Estado. Sin embargo, los medios de comunicación de la oligarquía, lo presenta como el cumplidor y a la ex insurgencia armada incumplidora. Una falacia repetida mil veces termina siendo verdad en el alienado y desinformado pueblo.
Esto no ha sido nada nuevo en la clase dominante. Recordemos las Capitulaciones conseguidas en franca lid por parte de los Comuneros en 1781. No solamente fueron traicionadas, sino que sus principales líderes fueron brutalmente asesinados, entre otros: Manuela Beltrán, José Antonio Galán, Isidro Molina, Lorenzo Alcantuz y Manuel Ortiz, dice José Ramón Llanos.[i]
La tramposa amnistía del general Gustavo Rojas Pinilla: Una vez desarma la insurgencia de los llanos, comienza la ola criminal en su contra. En Bogotá cae Guadalupe Salcedo, el gran comandante que creyó en el gobierno de turno, y los miles y miles que siguieron cayendo en distintas regiones del país. Lo mismo ocurrió con el M -19. Asesinó el Estado sin piedad alguna al sector más consecuente y revolucionario, como Toledo Plata, Pizarro León Gómez y tantos otros. ¿Por qué Marulanda o Jacobo Arenas, no fueron asesinados? Porque nunca creyeron en la voluntad política del Estado. Sabían a ciencia cierta que en cada proceso de paz, estaba por debajo de la mesa el espíritu criminal y traicionero del gobierno de turno.
Así las cosas, no creo que el camarada Jesús Santrich, haya decidido libremente retomar la lucha armada, por cuanto en este momento histórico es más útil en el Parlamento que en la montaña. Lo que sí creo es que haya sido obligado a ocultarse por la arremetida virulenta del criminal Estado directamente contra él o en el peor de los casos, desaparecido. Intentar salvar la vida es elemental y fundamental a su vez. Como dijimos atrás, para qué seguir creciendo en el cementerio, si lo que necesitamos son vidas revolucionarias para transformar esta cruda realidad que nos asiste por obra y gracia de la clase gobernante. Seguramente no fue, eventualmente, la mejor decisión, pero, ¿qué más podía hacer? ¿Esperar su asesinato en la vuelta de la esquina? ¿Esperar simplemente una declaración pública y listo? La invitación es a pensar con más independencia mediática y sobre todo con criterio político y así leer correctamente el momento político y proyectar acciones revolucionarias y transformaciones. En todo esto el pueblo debe ser protagonista de primer orden.
[i] Semanario VOZ La verdad del pueblo. Edición número 2987. Página consultada 10.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario