Por Nelson Lombana Silva
El padre Javier Giraldo, según Renán Vega Cantor y Felipe Martín Novoa, señala que el paramilitarismo ha creado un lenguaje ficticio basado en tres mentiras oficiales: 1. Que el paramilitarismo nació de reacciones de los particulares a los abusos de la insurgencia; 2. Que el Estado no tiene vínculo alguno con el paramilitarismo; 3. Que el Estado persigue al paramilitarismo.[i]
Recordemos como el ex presidente Uribe Vélez se rasgaba las vestiduras siendo gobernador del departamento de Antioquia, afirmando que el paramilitarismo era una respuesta a la insurgencia armada, afirmación que elevó a “dogma” gracias a los medios masivos de comunicación.
Siendo
presidente de la república no tuvo inconvenientes en darles un trato
preferencial de “muchachos”, animar la fundación de las convivir y
desarrollar todo un discurso de violencia a lo largo y ancho del país.
La memoria no nos puede fallar ahora.
Las grandes mentiras
son esas tres que resume el padre Giraldo y que toma en su libro Vega
Cantor y Martín Novoa, para desnudar valientemente el verdadero origen
del paramilitarismo, iniciativa que desde 1962 la planteó los Estados
Unidos abierta y descaradamente para todo el continente americano y que
encontró en la oligarquía colombiana a los subalternos adelantados de
primera línea.
“Otro aspecto del paramilitarismo es que por
su misma esencia crea compulsivamente un mundo de encubrimiento, de
doblez, de mentira, de ocultamiento y esto se proyecta en la sociedad.
Ya que su raíz es esfumar y desdibujar las fronteras entre lo militar y
lo civil, necesita un ambiente turbio y de neblina”, señala Javier
Giraldo.[ii]
Queda claro una vez más que el
paramilitarismo es una política de Estado propuesta por el imperialismo
de los Estados Unidos, con el fin de ahogar en sangre y represión todo
intento de organización de las masas populares. Es la guerra de baja
intensidad diseñada por el pentágono de los Estados Unidos, que tiene su
razón de ser en lo que cinco militares gringos, entre ellos, William
Lind, suelen llamar: “Guerra de cuarta generación”. Su misión es hacer
el trabajo sucio de eliminar, con la ingenua creencia del pueblo
desinformado que el Estado los persigue, como persigue – por ejemplo – a
la guerrilla. Es diciente que el gobierno nacional invierta sumas de
dinero en campañas pidiendo que las guerrillas se desmovilicen, en
cambio, ni una sola solicitándole al paramilitarismo que se desmovilice.
No
es una exageración decir que Colombia es un Para – Estado. Tampoco
desconocer que éste cumple unas funciones específicas en el proceso
perverso de la acumulación capitalista. Entre otras: 1. Es agente activo
en la reconfiguración de las relaciones de propiedad, tanto en el campo
como en la ciudad, mediante su respaldo incondicional al proceso de
concentración de la tierra en manos de los viejos y los nuevos
latifundistas. Hay 5 millones de campesinos desplazados de sus tierras.
¡Cuántos testimonios de que fueron víctimas del binomio militar –
paramilitar¡ Durante mucho tiempo los militares solían decir en el sur
del Tolima con sumo descaro: “No nos teman a nosotros, témales a los que
vendrán detrás de nosotros”.
2. Promueve los cultivos
permanentes de plantación, fomenta nuevas exportaciones primarias,
(Palma, Caucho, Agrocombustibles) y respalda los megaproyectos que
favorecen a las multinacionales y transnacionales. Tampoco es un secreto
en Colombia que al lado de los megaproyectos están el militarismo y el
paramilitarismo, en la mayoría de las veces. La tarea de ellos, es
desplazar a los campesinos o atemorizarlos para que no protesten por el
despojo de que son víctimas.
3. Es el principal impulsor
de la flexibilización laboral, mediante la persecución violenta al
sindicalismo consecuente con los intereses de los trabajadores,
asesinatos, desplazamientos, masacres, generar terrorismo, etc.
4.
Como síntesis de los tres aspectos expuestos, el paramilitarismo
coadyuvó a entregar el país a las multinacionales y transnacionales
mediante la apertura económica y los nefastos Tratados de Libre Comercio
(Tlc).
Todo esto corrobora la tesis que venimos
desarrollando en cuanto a que el paramilitarismo es política de Estado.
Por eso sigue latente y cada vez copa más espacios al interior de la
burocracia gubernamental y los demás poderes públicos. Recordemos que
Mancuso dijo que el 35 por ciento del Parlamento colombiano era cuota
paramilitar, por cuanto ellos habían ayudado a su elección. También han
dicho que ayudaron a elegir al señor de las sombras: Álvaro Uribe Vélez,
presidente de Colombia.
El pueblo colombiano no puede
hacerse ilusiones, no puede dormirse en los laureles, debe buscar la
unidad y la formación política para entender a profundidad las
intimidades cada vez más podridas y descompuestas de este régimen
capitalista pro imperialista. La respuesta es la izquierda y
concretamente la Unión Patriótica. Por eso se debe apoyar decididamente
la lucha que encarna este movimiento político, de cara al debate que
está en marcha. Hay que asumir una posición consecuente. No podemos
hacernos los de la vista gorda o caminar en el marco de la indiferencia,
hay que actuar ahora, antes que sea demasiado tarde.
[i]
VEGA CANTOR, Renán y MARTIN NOVOA, Felipe. Colombia un eslabón
geoestratégico de los Estados Unidos y el imperialismo contemporáneo.
Colección contexto latinoamericano. Ocean Sur una editorial
latinoamericana. Primera edición 2014. Página consultada 230.
[ii] Ibíd. Página consultada 230.
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