Consejo de ministros del Presidente Gustavo Petro. Foto: Presidencia |
Por Nelson Lombana Silva
Agoniza el 2024. El advenimiento de un nuevo año está en el corto horizonte. Hacer un balance de los acontecimientos ocurridos en el año que se va, resulta interesante, por cuanto en esa medida se proyectan los sucesos del siguiente año. Como quien dice: Qué se hizo y qué se proyecta hacer.
En el campo internacional la situación resulta dolorosa, diríase sangrienta, por obra y gracia de Estados Unidos e Israel, no los pueblos en sí, sino sus gobiernos y regímenes fascistas y sionistas.
El peligro de una tercera guerra mundial pende de un hilo, guerra de destrucción masiva por el uso termonuclear de armas de destrucción masiva, consolidándose solamente el reinado de las cucarachas, como lo advirtiera el laureado escritor colombiano, Gabriel García Márquez.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de la mano del imperialismo norteamericano, arremete contra Rusia, a través de Ucrania, generando una guerra infame como toda guerra, produciendo muerte a diestra y siniestra, destrucción y muerte.
De igual manera, el mundo asiste impaciente al brutal genocidio contra el pueblo palestino a manos de Israel y su clase dirigente dirigida por Benjamín Netanyahu. Miles de niños, jóvenes, ancianos caen sobre toneladas de dinamita sin que el denominado “mundo civilizado” se pronuncie con contundencia. El Sionismo expresa libremente toda su monstruosidad contra este pueblo que sueña tener un lugar, una patria, donde crecer y desarrollarse libremente.
El continente americano sigue bajo la égida criminal de Estados Unidos, quien lo sigue considerando su patrio trasero con la complicidad de los gobiernos peleles oligárquicos y apátridas. Solo excepciones importantes brillan en el firmamento como Cuba, la República Bolivariana de Venezuela, Brasil, Colombia, Uruguay, entre otros países.
Colombia, a merced de la narcotraficante burguesía, utiliza todo su poder mediático, económico y político, para impedir que el Gobierno del Cambio que lidera con valentía y coraje, Gustavo Petro Urrego, salga adelante y cumpla con su programa de gobierno agitado durante la campaña. Su mezquindad no tiene límites, utilizando todo su poder legal e ilegal se empecina en que el Gobierno no cumpla su plan de gobierno.
Esta sucia oligarquía liberal-conservadora no maneja relaciones humanas sino intereses económicos. Inspirada en el pensamiento de Nicolás Maquiavelo de que el fin justifica los medios, no duda en colocar todo el parlamento mafioso a hundir las reformas que necesita el país nacional con urgencia. Un ejemplo claro, es la ley de financiamiento. Si el pueblo colombiano estuviera políticamente educado, estaría en las calles, condenando y rechazando esta criminal decisión liderada por el Centro Democrático, el vargallerismo y demás esperpentos de la vieja oligarquía colombiana.
No todo es tragedia
Pero, no todo es tragedia. Durante el año que se va, acontecimientos históricos se registraron y de qué manera. Quizás, lo más importante es la certeza científica de la lucha de clases, más vigente que nunca, la consecuencia como el presidente Petro y la vicepresidenta Francia Márquez, vienen materializando esa lucha con iniciativas audaces y valientes, demostrando que se puede ser justo y honesto, rechazando viejas prácticas como la corrupción, la mafia y la violencia contra el pueblo por el simple hecho de exigir justicia, paz y bienestar para todos y todas, desde el Estado.
Se ha comenzado a plasmar en Colombia el postulado de la izquierda, su pensamiento filosófico, cultural, ambiental y político. Los primeros signos y manifestaciones están a la vista, lo cual le genera pánico, terror, miedo, a la derecha que ha gobernado este país a sus anchas durante largas centurias, haciendo al rico más rico y al pobre más pobre.
Toda la parafernalia infame de la oligarquía en contubernio con Estados Unidos para evitar que el pueblo se organice y asuma su rol preponderante, hace metástasis poco a poco. La lucha de los comunistas desde 1930 y los diversos movimientos de izquierda y progresistas, como las luchas sindicales, populares e indígenas, han comenzado a cosechar sus frutos, materializándose en un proceso bien llamado Pacto Histórico.
El Pacto Histórico, hoy Partido Movimiento, tiene sus raíces en ese acumulado de tanta lucha y sacrificio del pueblo colombiano, durante largas y dramáticas décadas. Basta con recordar el tenebroso período del estatuto de seguridad de los tristes célebres, Julio Cesar Turbay Ayala y Luis Carlos Camacho Leiva o la tenebrosa seguridad democrática del carnicero Álvaro Uribe Vélez.
La juventud debe tener muy claro el proceso histórico, es la única manera de interpretarlo correctamente y, sobre todo, proyectarlo en el tiempo y en el espacio, haciéndolo irreversible y cada vez más radical. Conocer la historia y su dinámica. Hay que entender que historia no es simplemente pasado, historia es, ante todo, presente y futuro.
El desafío es grande, histórico y emocionante. Hay que asumirlo con decisión, pero, sobre todo, con conciencia de clase. Ni un paso atrás. Tenemos que profundizar la organización y la unidad en el campo y en la ciudad, fortalecer lo que nos une. Rechazar el golpe de Estado y desnudar la infeliz práctica de la sucia y mafiosa oligarquía. Hagamos realidad la sentencia de Jorge Eliécer Gaitán: “El pueblo es superior a sus dirigentes”.
Qué lecciones nos ha prodigado el 2024. Adelante, el futuro es Pacto Histórico. Pase la VOZ. Felicidades a todos y todas, el 2025, será de grandes definiciones.
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