Acceso al monumental Centro de Educación Superior y Cultural Alicia Correa de Jaramillo |
Por Nelson Lombana Silva
Recorrer las calles polvorientas del municipio de Anzoátegui (Tolima), es todo un espectáculo, sobre todo para quienes tuvimos la fortuna de nacer allí y retornar a recordar cuando se era feliz e indocumentado como diría nuestro Nobel Gabriel García Márquez.
Un pueblo alegre y dinámico, totalmente transformado, “moderno” con sus calles atiborradas de motos, sobre todo, sábados y domingos, días de mercado. El campesino, la campesina, circulando en todas direcciones con donaire por las estrechas calles. Las cantinas atiborradas de beodos y beodas, con música a todo volumen, risas, bromas y discusiones que en algunas oportunidades terminan en grescas violentas.
Biblioteca municipal Alfonso Urrea García en Anzoátegui, Tolima. Foto Nelosi. |
Un pueblo cantinero, no hay duda. No obstante, en la espesura de la neblina y la música cantinera, está la biblioteca Alfonso Urrea García; está al lado del hospital San Juan de Dios, en un centro cultural imponente, quizás único en el Tolima y uno de los principales a nivel nacional. Es majestuoso. Se llama: Centro de Educación Superior y Cultural Alicia Correa de Jaramillo, en honor a la primera mujer alcaldesa que tuvo esta comarca.
Encontrar un centro cultural de tal magnitud en la empinada cuesta de unas las estribaciones de la cordillera Central, es emocionante y genera esperanza. Por cuanto es una lucha dialéctica por construir una sociedad nueva, revolucionaria y humana, fundamentada en la cultura que emana este centro cultural con el ímpetu de la biblioteca Alfonso Urrea García, docente destacado y director en su momento de la escuela urbana de varones. Un hombre culto, entusiasta y emprendedor de grandes quilates, cuya memoria honra esta comunidad de 16 mil habitantes, aproximadamente.
Durante la inauguración del complejo cultural, tuvimos la oportunidad de intervenir por invitación del entonces secretario municipal de cultura, Uriel Zambrano, planteando que se establecía la disputa por quitarle a las cantinas la juventud y acercarla al complejo cultural. Menos licor y más libros; menos quietud, más creatividad; menos sumisión, más rebeldía; menos muerte, más vida.
Adriana Astrid Montes Fajardo y Vanesa Ballesteros Pineda. Foto Nelosi. |
La biblioteca la atiende una experimentada mujer, que lleva 35 años laborando en la alcaldía y la biblioteca desde el 2021: Adriana Astrid Montes Fajardo, quien hace parte de un núcleo familiar muy tradicional en este municipio. Sus ancestros son cofundadores de Anzoátegui y se ha caracterizado por las excelentes relaciones humanas. Es una familia de paz y entendimiento.
No está sola cumpliendo tan meritoria e importante misión, la acompaña la auxiliar bibliotecaria: Vanesa Ballesteros Pineda. Joven activa y emprendedora, observamos en la reciente visita que hicimos. Toda organizada, siempre preparando actividades para “atrapar” al lector, especialmente a los niños y a los jóvenes.
Trabajadoras incansables por la cultura en Anzoátegui, Tolima. Foto Nelosi |
Realmente, ir a Anzoátegui (Tolima) y no visitar la biblioteca y el inmenso complejo cultural, se constituye en un craso error. No es conocer ese pueblo anzoateguiense que contra viento y marea, está naciendo, está emergiendo con un pensamiento mucho más humano, filosófico y universal. Visitar la biblioteca es un acto de cultura, una manifestación de esperanza en una nueva sociedad que está emergiendo de las entrañas oscuras de la subcultura que nos agobia. La biblioteca es territorio de paz y de justicia social. Es centro mágico e inspirador de sueños y proyectos, sobre todo si tenemos claro que todo el conocimiento está en los libros y los libros están en las bibliotecas. Alguien dijo: Abrir una biblioteca es cerrar una cárcel. La razón es elemental: La biblioteca nos enseña de la mejor manera a dirimir las contradicciones a través del diálogo, la tolerancia y el respeto mutuo. Padres de familia: lleven a sus hijos e hijas a la biblioteca, desde que éstos estén en sus vientres y léales muchos cuentos, muchas historias…
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