martes, 27 de agosto de 2024

Arturo Díaz García, mártir de la Revolución

Camarada Arturo Díaz García. Foto: Internet

 Por Nelson Lombana Silva

El camarada Arturo Díaz García, un modelo de comunista, fue ultimado durante la dictadura sangrienta de la “seguridad democrática”, liderada por el narco-paramilitar presidente, Álvaro Uribe Vélez. Ocurrió el viernes 21 de diciembre de 2005, en el corregimiento de Toche, municipio de Ibagué (Tolima), ejerciendo el cargo de Corregidor.

Eximio cuadro político del Partido Comunista en el Tolima, especialmente en el norte de este departamento. Era una persona humilde, sencilla, humana y consecuente con su clase social. Siempre en su rostro había una sonrisa primaveral y unos deseos oceánicos de contribuir a la formación política del pueblo tolimense.

Tuve la fortuna de conocerlo en la extensa y ardiente región de Totarito, municipio de Alvarado, en una enramada, donde nos dictó una clase sobre los estatutos del Partido a un grupo pequeño de simpatizantes de la lucha revolucionaria. Era menudo, piel canela y sonriente, imprimía confianza y seguridad.

Después, estuvimos juntos en varias regiones del Tolima. Recuerdo la conferencia regional realizada en Natagaima, los encuentros en Ibagué y otras poblaciones del Tolima. Fue funcionario del Partido. Se movía por todo el departamento, publicitando la prensa revolucionaria y la literatura marxista - leninista que llegaba de Moscú y de Alemania Democrática.

Una persona honesta y trabajadora, ágil y emprendedora, laboraba hasta altas horas de la noche. También conversé animadamente con él en el municipio de Planadas. El terrorismo de Estado, lo sorteaba con coraje y decisión, era consciente del peligro, pero también de su clase social, la clase trabajadora.

El atroz crimen

El abominable crimen se constituye en una especie de crónica anunciada. Denunció ante las autoridades correspondientes el peligro que corría, pero ninguna tomó cartas en el asunto. El hijo de Inocencio Díaz, veterano comunista del norte del Tolima, fue acribillado al parecer no por el militarismo-paramilitarismo, sino por supuestos “revolucionarios disfrazados de guerrilleros” que hacían presencia en este corregimiento. Según se denunció, un chisme sin verificar correctamente al parecer fue la causa para que fuera ultimado ese día, después de las seis de la tarde sobre el camino que conduce al municipio de Salento (Quindío). Varios disparos en completo estado de indefensión, fueron suficientes para cegar la preciosa vida de tan destacado y consecuente comunista.

Según versión de la compañera Gladys Camacho, su esposa con quien vivió doce años, “lo sacaron a las seis de la tarde del día miércoles de Toche y se lo llevaron por la zona montañosa que conduce a Salento. Luego, se escucharon disparos”. Ella, se enteró al otro día, porque una emisora local la llamó para constatar la noticia.

Hacía pocos meses, el camarada había denunciado amenazas de muerte de paramilitares, contra él y un grupo de campesinos del corregimiento de Toche. Con pasquín en mano, el camarada denunció la existencia del panfleto y de las amenazas, pero las autoridades subestimaron la denuncia y “Arturito” como se le decía cariñosamente, quedó a merced del terrorismo de Estado que cada vez era más agresivo en la región.

Más bien, el 26 de junio fue detenido en el municipio de Cajamarca por la Sijin, sindicado de rebelión. Privado de la libertad en Ibagué, fue dejado libre varios días después, regresando a sus labores cotidianas en la región fuertemente militarizada. Durante nueve años y medio desempeñó su cargo allí, contando siempre con el aprecio de la comunidad por su rectitud y compromiso.

Nunca el Estado le brindó protección, a pesar de los continuos requerimientos. Fue asesinado a la edad de cuarenta y cuatro años, era natural del municipio de Líbano (Tolima). Su cuerpo fue rescatado por una comisión del comité local de emergencia y miembros del cuerpo oficial de bomberos, conduciendo su cadáver a la morgue del hospital regional Federico Lleras Acosta, según relata el diario Nuevo Día, edición del 23 de diciembre de 2005.

El día su muerte al parecer se comunicó con su esposa en horas de la mañana para decirle una vez más que temía por su vida: “Mamita tenga mucha fuerza y valor, porque yo creo que a mí me matan. Yo tengo muchas amenazas, yo he pedido mucha colaboración al Estado y no me la ha brindado. Yo por ustedes lucharé hasta que me maten o lo que sea”.

El camarada Arturo Díaz García, se había salvado de la desaparición de Armero, ocurrida el 13 de noviembre de 1985, pero de las manos tenebrosas del terrorismo de Estado no fue posible, porque cayó vilmente asesinado. ¡Honor y gloria a su memoria!

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