Por Nelson Lombana Silva
En fallo histórico emitido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, condenando al Estado colombiano por el genocidio contra el movimiento Unión Patriótica, ciertamente no es propiamente contra Colombia, sino contra la criminal oligarquía liberal – conservadora que con la participación de Estados Unidos, decidieron sacar del escenario político a punta de bala y monstruosas masacres a este movimiento político integrado por fuerzas democráticas, revolucionarias y personalidades defensoras de la vida y de la esperanza.
Bien lo caracterizó el presidente Gustavo Petro Urrego al conocer el fallo al afirmar: “Este es un fallo contra un Estado asesino”. El esfuerzo colectivo de muchas personalidades, hombres y mujeres, se concretó después de una larga y prolongada lucha política por demostrar jurídicamente lo que el Partido Comunista Colombiano venía denunciando a un precio muy elevado. Fue el Partido Comunista que inicialmente denunció nacional e internacionalmente la masacre que se venía presentando contra sus militantes y este movimiento surgido de los diálogos de la Uribe entre las entonces Farc – Ep y el presidente Belisario Betancur Cuartas.
En esta dura travesía muchos cayeron asesinados, el Estado capitalista y mafioso, colocó toda su marrullería para hacer malograr este veredicto, pero la constancia de un movimiento revolucionario y la solidaridad de muchas personas, hombres y mujeres, lograron este fallo de gran relevancia para los colombianos y las colombianas.
Los grandes forjadores de este movimiento político, un sector del secretariado de la entonces Farc – Ep, liderado por el camarada Manuel Marulanda Vélez, el Partido Comunista Colombiano y fuerzas democráticas que se fueron sumando, plantearon una verdadera alternativa al añejo bipartidismo liberal – conservador. Ante la incapacidad de la vieja oligarquía de derrotar ideológica y políticamente esta propuesta, no tuvo otra salida que desarrollar los más brutales planes de exterminio. Miles de campesinos y campesinas, jóvenes, mujeres, cuadros políticos locales, regionales y nacionales, perecieron en este genocidio político, único en el mundo.
Unos de los primeros sacrificados que recordamos con profundo respeto y admiración fueron los comunistas: Leonardo Posada Pedraza y Pedro Nel Jiménez. Después vinieron muchos más: Alberto Márquez, Teófilo Forero, la familia Camacho, Manuel Cepeda Vargas, Bernardo Jaramillo Osa, José Antequera, etc.
El plan exterminio no era solamente contra los militantes directos de este histórico movimiento político, era también contra amigos y simpatizantes de las propuestas de la Unión Patriótica.
En esa lucha de los comunistas por parar el genocidio contra sus cuadros y este movimiento político, surgió la corporación Reiniciar, también con la participación activa de los comunistas, fuerzas liberales y democráticas. Un verdadero pool de voluntades amantes de la paz, se encontraron en este noble propósito que hoy se cristaliza con mucha esperanza para continuar la marcha por la profundización de la democracia y la perspectiva socialista que no se puede perder de vista.
Sea dicho claramente que la UP no es un Partido, es un movimiento en donde confluyen muchas fuerzas, organizaciones e incluso, personalidades. Un movimiento revolucionario, comprometido con cambios estructurales y urgentes que necesita el país. No puede perder su esencia y debe fortalecerse con las víctimas anónimas regadas por todo el país e incluso, fuera de éste. Los sobrevivientes tenemos el derecho de decidir el rumbo de la Unión Patriótica, sería la mejor manera de rendir culto de admiración a todos y todas que ofrendaron sus vidas. A ellos y ellas esta batalla jurídica y política. ¡Honor y Gloria!
En esta dura travesía muchos cayeron asesinados, el Estado capitalista y mafioso, colocó toda su marrullería para hacer malograr este veredicto, pero la constancia de un movimiento revolucionario y la solidaridad de muchas personas, hombres y mujeres, lograron este fallo de gran relevancia para los colombianos y las colombianas.
Los grandes forjadores de este movimiento político, un sector del secretariado de la entonces Farc – Ep, liderado por el camarada Manuel Marulanda Vélez, el Partido Comunista Colombiano y fuerzas democráticas que se fueron sumando, plantearon una verdadera alternativa al añejo bipartidismo liberal – conservador. Ante la incapacidad de la vieja oligarquía de derrotar ideológica y políticamente esta propuesta, no tuvo otra salida que desarrollar los más brutales planes de exterminio. Miles de campesinos y campesinas, jóvenes, mujeres, cuadros políticos locales, regionales y nacionales, perecieron en este genocidio político, único en el mundo.
Unos de los primeros sacrificados que recordamos con profundo respeto y admiración fueron los comunistas: Leonardo Posada Pedraza y Pedro Nel Jiménez. Después vinieron muchos más: Alberto Márquez, Teófilo Forero, la familia Camacho, Manuel Cepeda Vargas, Bernardo Jaramillo Osa, José Antequera, etc.
El plan exterminio no era solamente contra los militantes directos de este histórico movimiento político, era también contra amigos y simpatizantes de las propuestas de la Unión Patriótica.
En esa lucha de los comunistas por parar el genocidio contra sus cuadros y este movimiento político, surgió la corporación Reiniciar, también con la participación activa de los comunistas, fuerzas liberales y democráticas. Un verdadero pool de voluntades amantes de la paz, se encontraron en este noble propósito que hoy se cristaliza con mucha esperanza para continuar la marcha por la profundización de la democracia y la perspectiva socialista que no se puede perder de vista.
Sea dicho claramente que la UP no es un Partido, es un movimiento en donde confluyen muchas fuerzas, organizaciones e incluso, personalidades. Un movimiento revolucionario, comprometido con cambios estructurales y urgentes que necesita el país. No puede perder su esencia y debe fortalecerse con las víctimas anónimas regadas por todo el país e incluso, fuera de éste. Los sobrevivientes tenemos el derecho de decidir el rumbo de la Unión Patriótica, sería la mejor manera de rendir culto de admiración a todos y todas que ofrendaron sus vidas. A ellos y ellas esta batalla jurídica y política. ¡Honor y Gloria!
Ya era hora de que fuera condenado este Estado, lastima que no a los actores materiales, aún siguen varios de ellos en sus fincas de retiro compradas con dineros manchados de sangre.
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