miércoles, 18 de enero de 2023

Heriberto Arias Castaño, Comunista de tiempo completo


 Por Agamenón

El camarada Heriberto Arias Castaño, hijo de Julio Arias y Creotilde Castaño, nació el 7 de diciembre de 1.939, en el corregimiento de Playarrica, municipio de San Antonio (Tolima), tradicional fortín conservador.

Comenzó a conocer el Partido Comunista en 1.958; poco a poco se enamorando de sus planteamientos, el programa y la disciplina de los cuadros dirigentes de la época y de la militancia con quien compartió y comparte lo más hermoso del Partido: La firmeza y la solidaridad.

Comenzó a conocer de él en la frondosa región de Cocora, mientras laboraba de sol a sol en una finca. Frisaba por los 19 años de edad. Un trabajador preveniente de Girardot (Cundinamarca), contratado por don Julio, llegó con un periódico llamado: La Voz de la Democracia, periódico pequeño. Entablando con él fluida conversación y nos comenzó a contar de la existencia del Partido Comunista, su programa y su dinámica en favor de la clase menos favorecida del país.

“Nos fuimos enamorando de la lucha del Partido”, dice. Fue un inicio importante comprender la misión de esta organización política. Prácticamente, toda la familia del camarada Arias Castaño, fue influenciada por este obrero y ni cortos ni perezosos comenzaron a dar los primeros pasos en la organización y en el conocimiento acerca del Partido.

Comenzó esta familia a buscar contactos, indagar, enterándose que había un regional Tolima. El primer camarada con el que hicieron contacto fue con Jesús Peña, de profesión zapatero, que tenía su residencia sobre la carrera quinta, arriba de la iglesia El Carmen de Ibagué, cerca de la oficina del F2, relata.

“Comenzamos a comprar el periódico, lo llevábamos a la región, los distribuíamos, comenzando a organizar a los campesinos”, comenta. Con el paso del tiempo lograron fundar una célula del Partido Comunista. La situación de la región no era de tranquilidad. Sin embargo, esto no fue impedimento para esta célula distribuir 35 periódicos en la región de Cocora.

Había una base militar en la vereda Laureles, la que era comandada por un teniente. Una vez en el barrio Chapinero, el hermano de Heriberto, llamado Jorge Eliécer, se encontró con el teniente, quien lo invitó a tomar tinto, según dijo, para comentar algo. Comenzó el militar diciendo, relata Arias Castaño: “No se asuste por lo que le voy a decir: Sé que ustedes tienen una célula de Partido. Yo los felicito, porque yo comparto la lucha del Partido. Es el único Partido que en Colombia algún día triunfará, pero gastará muchos años y tendrá que poner muchos muertos, porque tendrá que luchar contra todo un sistema burgués capitalista y contra una bota militar fascista que son los que defienden los intereses del gran capital. La biblia mía es el periódico Voz de la Democracia. Tengo un soldado de confianza que me lo consigue cada ocho días. Si usted llega sin el periódico lo castigo. Ustedes hacen reuniones y todo, pero ustedes tienen un “sapo” por dentro”, dijo el uniformado.

Jorge Eliécer reaccionó y sin medir consecuencias preguntó quién era el “sapo”, a lo cual el militar contestó: “No se lo puedo decir. Esta es una información que le estoy dando a usted. Si le digo, le puede dar mucha rabia, va y lo enfrenta y le va a decir que quién se lo dijo, usted de la misma rabia le puede decir que fui yo el que le dije. Me descubre y se descubre usted. Por eso no le digo quién es”.

A pesar de la “información” esta familia siguió en la lucha reclutando y organizando campesinos y campesinas para el Partido Comunista. En 1.960, la familia Arias Castaño, abandona la región de Cocora y se radica en el perímetro urbano de Ibagué, continuando con la agitación política. Después se traslada a trabajar a la vereda Los Andes, municipio de Rovira (Tolima), donde funda otra célula.

“No logramos descubrir el “sapo” en Cocora, nos salimos, pero de todas maneras la semilla quedó sembrada, la que dio muchos frutos más adelante, por ejemplo, cuando se fundó la Unión Patriótica, en esta región fue fuerte, gracias a la orientación del Partido”, afirma.

El ambiente en la región de los Andes era pesado, era dominio absoluto de los liberales. No obstante, el compañero continúo en la lucha, reclutando gente para el Partido, organizando y educando políticamente. Recuerda la alianza que hizo el Partido para apoyar a Alfonso López Miquelsen. “La apoyamos porque era la orientación”.

Varios comunistas antiguos del Tolima, recuerda el camarada Heriberto Arias Castaño. Entre otros:  Pedro Ignacio Villamarín, era el más conocido en Ibagué, lo encarcelaban y salía con más espíritu combativo. Encarcelado en cierta oportunidad los esbirros del régimen le preguntaron que quiénes eran los enemigos de la patria en Ibagué, a lo que contestó: “Ahí están los conservadores y los liberales, son los verdaderos enemigos de la patria”. Era un luchador aguerrido, consecuente y trabajador. Al parecer era nacido en Ibagué. Era tinterillo. Tenía su pequeña oficina en la calle diez, entre tercera y cuarta. Era sencillo. Pero, cuando le tocaba hablar duro lo hacía, no le daba miedo. Siempre argumentaba.

Alfredo Malo, fue otro destacado comunista de la época en el Tolima. Era miembro de la dirección regional. También Jesús Peña (Chucho Peña), que era zapatero, era un cuadro de mucha calidad. Luchador infatigable y firme como la roca. Al salir la Central Nacional, Provivienda, estos camaradas y muchos otros, desarrollaron un fuerte trabajo orgánico en Ibagué y muchos barrios surgieron en esta ciudad gracias a este esfuerzo colectivo y popular liderado por los Comunistas. El Yunque, El San Simón, cuando era parte de Antonio Nariño, El Restrepo, etc.

Se produjo la toma de la tierra en el barrio El Salado, el concejo municipal decidió que llevara el nombre de Pedro Ignacio Villamarín. En toda esta actividad de la toma de terrenos para levantar vivienda, Heriberto Arias Castaño, participó activamente ayudando a organizar la gente. En ese proceso se metían oportunistas y avivatos. Dice el compañero: “Se metían, hay que decirlo, resultaban traficando y negociando los lotes, no era como lucha sino como negocio. La deshonestidad siempre ha existido, incluso, entre los mismos dirigentes, hasta en la misma militancia. Olvidan los ideales”.  

El camarada Heriberto Arias Castaño estuvo en la mira de la inteligencia militar, según señala; en varias oportunidades intentaron asesinarlo. El primer intento fue en 1.985, en el marco del gran apogeo de la Unión Patriótica. Señala: “Fue por los lados de Ambalá, por los lados de Calambeo. Un domingo subí a esta región, la presidenta que era informante, informó que había subido, avancé cuando sentí el ruido de la motorizada, llegaron a la escuela y me preguntaron, al no tener información arrancaron carretera arriba. La misión no era detenerme sino asesinarme. Me salvé porque me desvié de ruta”.  

Después fue por los lados de la vereda Cay, por el Cañón del Combeima. Por este lado, el camarada realizó un gran trabajo político. El dueño de la finca donde hacían las reuniones y que mercaba en la primera con calle 14, le comunicó: “No vaya a subir por allá. Hubo una reunión para planear su muerte”.

Todos estos intentos en ningún momento hicieron flaquear al camarada Arias Castaño, se mantuvo y se mantiene firme a sus 83 años cumplidos. Es un ejemplo de lealtad a un proyecto político revolucionario que se abre paso en la actualidad con el Pacto Histórico. “Proyecto que hay que consolidar y desarrollar”, señala.

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