martes, 24 de enero de 2023

Persiste la criminalidad del imperialismo

Foto: Internet

 Por Agamenón

El imperialismo de Estados Unidos, si bien está cruzado por una profunda crisis económica, financiera, política, ambiental y ética, ni riesgo se puede decir que es “un tigre de papel” como sostenía el maoísmo en su época de cruda confrontación ideológica y política. Es el imperialismo con toda su peligrosidad y desfachatez que puede generar una fiera acorralada.


No se puede minimizar ni el arsenal bélico de destrucción masiva, ni las numerosas bases militares regadas por todo el planeta. Es un peligro latente para la humanidad en su conjunto. Nadie se puede llamar a engaños o falsas interpretaciones facilistas, que lo único que hacen es confundir y subvalorar semejante potencia bélica acosada por la crisis estructural. El capitalismo padece una crisis de larga onda, algunos se atreven a calificarla de irreversible, sin desconocer el poder destructivo que aún trae consigo.

Su rostro maquillado, disimula su criminalidad. Los sangrientos golpes de estado auspiciados en el cono sur del continente americano, son reemplazados por los denominados “golpes blandos”. Se cambia la forma de actuar, pero no el fondo. Está al acecho. No duerme. Es su esencia y naturaleza, porque así es el capitalismo.

La violencia es inherente al capitalismo. O sea, mientras exista este régimen existirá violencia. Por lo tanto, todo esfuerzo por aclimatar la paz internacional es fundamental y esencial en la utopía de la supervivencia de la especie humana.

Ante la lucha dramática de los pueblos latinoamericanos por construir su propia dinámica, teniendo como eje central el humanismo y la paz, el imperialismo busca afanosamente desarticular este proceso utilizando los más diversos artilugios. Lo que viene sucediendo en Perú, lo que sucedió recientemente en Brasil, las amenazas contra la hermana república bolivariana de Venezuela, el brutal bloqueo económico, comercial y financiero por más de sesenta años contra Cuba, son manifestaciones claras de la criminalidad del imperialismo.

Las acciones perversas de este imperialismo tienen el aval, el apoyo mediático, de tal manera que sus oscuras acciones son presentadas como algo “normal” y “lógico” de poca trascendencia. Indudablemente, en el siglo XXI, los medios de comunicación son el opio del pueblo. Ese accionar criminal está presente en Colombia con la complacencia de la apátrida burguesía, que teme perder sus privilegios con el avance del Pacto Histórico y la presidencia de Gustavo Petro Urrego.

Ante esta realidad, hay que cerrar filas de unidad, superar la prueba electoral con grandeza y radicalizar el proceso. La movilización callejera será fundamental, lo mismo el liderazgo que encarna el Partido Comunista.

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