miércoles, 28 de diciembre de 2022

Los albores del 2.023


 Por Nelson Lombana Silva

Pocas horas nos separan del nuevo año. De una manera veloz y casi sin darnos cuenta, se va el 2.022, se pierde en la lontananza dejando los recuerdos y la cruda nostalgia de acercarnos cada día más al final.

Hora de los balances, de pensar seriamente en lo que se hizo y lo que se dejó de hacer, en los aciertos y los desaciertos, en los momentos de alegría y los de cruda melancolía. Los éxitos y los fracasos mirados con objetividad para proyectar nuestro quehacer en el año venidero. Qué hay que corregir, qué hay que fortalecer y qué hay que erradicar definitivamente.


 La vida humana es un proyecto y como tal se debe considerar, siempre conscientes que somos aves de paso, que hoy somos y mañana no seremos, porque otros serán lo que nosotros fuimos, en un escenario distinto y diverso.  “Nada se crea, nada se acaba, todo se transforma”, dice Lavoisier.  

Lo mejor de 2.022

Para mí, lo mejor de 2.022 es estar vivo, tener las mejores relaciones humanas con los semejantes que me rodean, tener un trabajo que me permite crecer, vivir y convivir y la firme convicción de que el futuro será mucho mejor para todos y todas.

 


Destacaría a nivel nacional, el triunfo del Pacto Histórico y la toma del gobierno por parte de Gustavo Petro y Francia Márquez. Con ellos, se inicia una nueva era para Colombia, una era de paz total y justicia social.

Desde luego, no será una conquista fácil. Los amigos de la violencia y de que todo siga igual, inmodificable, no darán el brazo a torcer e insistirán usando diversas patrañas, incluyendo la violencia. Utilizarán el poder mediático para desinformar, tergiversar y estimular la anarquía. Nada de lo bueno que haga el Pacto Histórico, será desplegado en estos medios de incomunicación, predominará la mentira, la desinformación.

La masa, tendrá que estar en acuartelamiento de primer grado, vigilante y dispuesta a defender lo conseguido, rechazando el golpe de estado y los agoreros de la mentira y la violencia. Está en el deber de decir y hacer, con el único propósito de cerrarle el paso a esa mezquina clase social que se considera viuda del poder.

Después del General Melo, no había llegado al palacio de Nariño, un hijo del pueblo, un proletario como usted y yo; este cargo era exclusivo de unas pocas familias privilegiadas, puestas allí en la defensa del capitalismo.

Este proceso suigéneris está en ciernes, podría morir en primavera. Todo dependerá de la decisión de la masa y la fuerza unitaria y consecuente que le imprima el Pacto Histórico. Si logramos que el pueblo sea realmente sujeto político, el proceso será irreversible y se irá desarrollando paulatinamente la presencia del pueblo en el poder. Ese es el desafío. No podemos sentarnos cómodamente a ver pasar el cadáver del capitalismo, tenemos que ser protagonistas de primer orden, desde la trinchera más humilde y distante del centro del país.

La cultura es fundamental

En esa dinámica concreta de contribuir al desarrollo del proceso social, económico, político y ambiental que ha comenzado el Pacto Histórico en Colombia, la cultura resulta factor determinante. Es tal la fuerza de ésta, que Fidel Castro dijo claramente que “la Revolución era hija de la Cultura”.

Un pueblo culto, es un pueblo libre y dueño de su propio destino. Piensa por sí mismo y no se deja manipular, ni que otro decida por él.

La cultura humaniza, dignifica y unifica. Todo esfuerzo por fortalecer la cultura popular, los valores autóctonos y la identidad regional, es importante y básico en la construcción de la nueva sociedad basada en valores de paz, convivencia, unidad y fraternidad, en la diversidad y pluralidad. Todo esfuerzo,  porque el hombre abandone la fuerza bruta del arma y acoja la fuerza formidable y clarividente del libro, es decir, del conocimiento, es determinante en ese proceso de transformación. Envainar la espada y agitar con fuerza el libro, es una tarea encomiable que hay impulsar con ímpetu en el 2.023. Hay que aumentar los picnic literarios en calles, parques, barrios y veredas de Colombia, hay que organizar la feria del libro en Ibagué, por ejemplo. ¡El arma es muerte, el libro es vida!

La red de bibliotecas públicas

Otro hecho importante en el año que agoniza, fue el papel que jugó la Red Municipal de Biblioteca Públicas de la ciudad de Ibagué. Si bien su accionar no ocupó las primeras páginas de los periódicos y la radio, sí estuvo en la conciencia del pueblo, especialmente en jóvenes y niños. Las diversas actividades desarrolladas por los bibliotecarios y bibliotecarias, dejó una impronta férrea en estos niños, niñas y jóvenes que disfrutaron con fuerza y entera liberad, las diversas actividades concebidas alrededor del lector y el libro.

Algún día, alguien habrá de escribir todas estas experiencias acumuladas en las diversas prácticas culturales y artísticas, desarrolladas en las diversas bibliotecas de la ciudad y del campo. Son experiencias que no se pueden perder en las páginas polvorientas del olvido y la indiferencia.

¡Feliz año 2.023!

Ante todos estos hechos promisorios que se sucedieron y se siguen sucediendo en Colombia, amantes de la paz total, la justicia social y la vida, no dudamos en desear a todos y a todas un feliz año 2.023. Que sea un año lleno de lucha, esperanza, vida y cambio. Un año lleno de prosperidad, solidaridad y cambio permanente. Uno año de mucha felicidad para todos y todas. Carajo, ¡faltan cinco pa' las doce!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario