jueves, 14 de marzo de 2019

Marrullería de Duque contra la JEP

Por Nelson Lombana Silva

La diatriba del presidente colombiano contra la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), es toda una marrullería en defensa de la impunidad y en hacer fracasar el proceso de paz entre la entonces guerrilla Farc – Ep y el Estado Colombiano para que la violencia continúe y su jefe, el narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez, siga manipulando el país como si nada ocurriera. El mandatario sin sonrojarse se inclina por hacer prevalecer el interés personal sobre el interés colectivo, en este caso, nacional.


Esta burguesía, untada de sangre campesina e indígena hasta los tuétanos, ve la verdad con espanto, como miraría el diablo la cruz. Su misión es que no se sepa la verdad sobre el origen y financiamiento del conflicto social y armado que vive el país por más de 60 años, el propósito es que se siga manteniendo la mentira histórica de que los buenos son los malos y los malos los buenos. La historia patas arriba. Con razón afirma el abogado español, Enrique Santiago al refutar jurídicamente las “sofísticas” afirmaciones de Iván Duque Márquez para colocar en entredicho algunos artículos de la JEP: “Están volviéndose locos por el miedo que se sepa la verdad”. 

Este cachorro del imperio, como parodiando al comandante Hugo Chávez Frías, hace equipo con el Fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez, para sabotear el Acuerdo de paz concebido en la Habana y firmado en Bogotá. No hay que ser abogado para entender el exabrupto de pretender el presidente modificar un acuerdo de Estado y que tiene miles de miradas de la comunidad internacional.

Se insiste en la tesis peregrina e inexacta de Uribe de que la guerrilla no tiene tinte político, sino terrorista. Esta tesis hace rato fue derrotada. De no haber sido así, no hubiera podido concretarse dicho acuerdo de paz. Se partió del criterio del reconocimiento del estatus político de la guerrilla, en este caso, la fariana. Nostálgico, el ex subalterno de Pablo Escobar Gaviria, se pega a estos absurdos y aprovechando la debilidad del presidente Duque, lo manipula a su antojo para que asuma posturas tan ridículas y tan peligrosas para todos los colombianos y los hermanos países limítrofes. El miedo a la verdad de Uribe y su cartel, hace que su presidente de bolsillo asuma posturas tan deplorables y antijurídicas.

Busca los verdaderos responsables del crudo conflicto social y armado en cabeza de su presidente Iván Duque Márquez que no se sepa la verdad como ya dijimos y que se imponga la impunidad. O sea, que las víctimas no sean resarcidas, ni tampoco que haya verdad, justicia, reparación y compromiso de no repetición.

En esa dirección el presidente propone que las víctimas sean reparadas directamente por los victimarios. El Estado se quita de esta manera su responsabilidad y la deja en manos de particulares. Propone, entonces, que las víctimas de la guerrilla, sean reparadas por la guerrilla, cuando ésta, en cumplimiento del acuerdo, entregó todos sus bienes al Estado.

No contento con este esperpento estúpido, señala que las víctimas del militarismo, del paramilitarismo, narcotraficantes, de los terratenientes y bancarios, no cancelen absolutamente nada. (¡Qué genialidad tan genial!).

El Fiscal General de la Nación, propone el absurdo jurídico, de que el sindicado debe ser juzgado tanto por la JEP como por la ley ordinaria. Es decir, doblemente. Claro, cuando se trate de miembros de la ex guerrilla.

Y mientras el gobierno nacional cumpliendo el mandado de narcotraficantes, ganaderos, terratenientes, banqueros, políticos de derecha, etc, monta semejante cortina de humo para Uribe una vez más utilizar el cuento de la supuesta lucha contra la subversión en la campaña electoral en curso, el plan exterminio contra la guerrilla desmovilizada, líderes y lideresas sociales, se profundiza en todo el país. El terrorismo de Estado se robustece. La oposición es incomunicada, amenazada y estigmatizada. 

Iván Duque y Donald Trump

No contento con esto, Duque Márquez entrega una vez más la soberanía nacional a Estados Unidos, permitiendo utilizar el territorio a los marines estadounidenses para agredir militarmente a la hermana república bolivariana de Venezuela. Por orden de Estados Unidos, mantiene más pendiente de las situaciones internas de la hermana república bolivariana que las situaciones cotidianas y acuciantes que vive el pueblo colombiano. Para completar la sumisión supina, Donald Trump ha afirmado que los países deben asumir la financiación de las bases gringas en sus respectivos territorios. Como sabemos que Duque le da miedo decirle no a Estados Unidos, lo más posible es que se disparen los impuestos para cancelar semejante onerosa deuda.

La respuesta popular

Ante todos estos sucesos que tienen ocurrencia en Colombia, la respuesta del pueblo no puede ser la indiferencia, caer en pánico o llegar a la conclusión que nada se puede hacer ante tanta monstruosidad. “El que manda, manda, aunque mande mal”, se suele decir. Hay que asumir una postura unitaria, crítica, analítica, orgánica y política. El imperio romano fue más criminal que el capitalismo y finalmente fue derrotado.

El capitalismo es un sistema histórico. Es decir, no ha existido siempre, ni tampoco existirá eternamente. Salió de las entrañas del feudalismo y morirá en las entrañas del socialismo. Son leyes objetivas. Precisamente, la humanidad está en el tránsito de este sistema inhumano al socialismo, sistema humano. El tránsito no es fácil, ni se hará por las buenas. El tránsito será fruto de la lucha. Y para que esa lucha arroje sus frutos debe estar fundamentada en la unidad. Una persona sola no es nada, pero muchas personas unidas sí son reales y fuertes, invencibles.

Queremos decir, entonces, que la oligarquía colombiana no es invencible, tampoco el imperialismo norteamericano. Su destrucción será inevitable y el secreto está en la unidad del pueblo. Un pueblo empoderado, organizado y formado políticamente, dispuesto a construir su propio destino con libertad y plena autonomía.

Con base en esa realidad histórica es que proponemos fortalecer la unidad del pueblo colombiano, apuntalar la formación ideológica y política e impulsar la movilización, la lucha callejera. Tenemos que defender la JEP y obligar al gobierno nacional a respetar el Acuerdo de la Habana, sobre todo a cumplirlo cabalmente. Con el conocimiento y la movilización la marrullería de Duque caerá estrepitosamente. No hay duda.

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