viernes, 1 de marzo de 2019

Histórica victoria del pueblo venezolano


Por Nelson Lombana Silva

La derrota que una vez más le propinó la hermana república bolivariana de Venezuela a los Estados Unidos y sus gobiernos lacayos, es sin lugar a dudas para enmarcar en las páginas de la historia de la sociedad contemporánea. La unidad cívica – militar constituyó el elemento central de la victoria, sin desconocer la audacia y decisión corajuda del gobierno bolivariano liderado por el compañero Nicolás Maduro Moros.


Pueblo, militares y gobierno en unidad monolítica, demostraron que el imperialismo gringo no es invencible y por el contrario, tiene sus días contados, por cuanto cada vez se hunde más y más en su propio estiércol de corrupción, infamia y criminalidad contra los pueblos del mundo.

Naturalmente, el imperialismo gringo ni está muerto, ni es un tigre de papel. Por lo tanto, el pueblo bolivariano no puede descuidarse y dormirse en los laureles. Por el contrario. Debe permanecer en máxima alerta y luchando por profundizar el Socialismo robusteciendo la conciencia de clase. Se debe profundizar la dinámica cívica – militar en toda la región. De igual manera, la comunidad internacional tampoco puede bajar la guardia, debe profundizar la solidaridad en todas sus formas y manifestaciones.

La postura mediática

Uno de los puntales que se jugó el imperialismo a fondo fue el mediático. Los consorcios informativos de la gran oligarquía se fueron a restos rompiendo con toda elemental decencia, objetividad y neutralidad, en defensa del gran capital. ¿Ante quién debe responder estos demoniacos medios de comunicación?

Producto de esa postura mediática demencial mucho pueblo se mantiene en tinieblas todavía sobre la realidad concreta que vive la hermana república bolivariana de Venezuela y por su intermedio el continente americano.

No entiende la complejidad del problema, de lo que se está definiendo para la humanidad con la heroica resistencia del pueblo venezolano. Sigue entendiendo que el malo es Maduro y el bueno Estados Unidos.

Esa situación es fruto del papel mediático que las 24 horas engañan, tergiversan y mienten sobre la verosimilitud de los acontecimientos que han sucedido, suceden y sucederán. Estos medios están diseñados exclusivamente para mentir y presentar los hechos al revés.

Una familiar ubicada en la zona limítrofe expresa su perplejidad cuando decimos que estamos de acuerdo con el proceso revolucionario y la postura del presidente legítimo Nicolás Maduro Moros. No sale de su asombro. Su pensamiento lo expresa a través del washap:

“No diga eso, eso es mentiras. ¿Usted va con ese Maduro malo? Es todo malo, no quiere darle a la gente, ni dejar de darle, ni deja entrar la comida. ¡Eco, tío imposible que usted la vaya con ese Maduro!”.

“Pero a Maduro lo van a sacar de allá. La verdad yo no entiendo nada de eso, pero estamos acá viviendo ese conflicto. Estamos cerquita a la frontera, eso apenas “llueven” los aviones, los helicópteros”.

“Si Maduro es bueno, ¿Por qué no les da de comer a los venezolanos allá? ¿Por qué los está dejando morir de hambre viendo que él es el presidente?”

“Una cosa es usted vivir por allá (Tolima), y otra cosa es vivir acá cerquita. Ver esa gente toda sangrada, toda reventada la cabeza, esos hospitales llenos de heridos. Eso del sábado (febrero 23), usted hubiera visto… Nosotros estábamos asustados, azarados y esa gente flaca. ¿No ve que allá (Venezuela) no hay comida? Lo que acá son tres kilos allá es un kilo para comprar, entonces yo no entiendo”.

“Lo único que me da tristeza es toda esa situación y no dejar pasar toda esa comida para allá. Lo que hacen es prenderla y eso no es comida dañada, porque es comida enlatada, ropa y medicina. Yo no entiendo, me da tristeza”.

“La verdad no entiendo, no sé cómo será eso, quién sabe en qué irá a terminar. Dios quiera que todo salga bien. Aquí estamos preocupados, tanto ejército por todos lados, ejército hasta de Estados Unidos. Si uno tuviera para alejarse de acá, pero uno le da tristeza de la gente, de las mamás con todos esos niños, ancianos, toda esa gente”.

“La verdad, la verdad, yo no entiendo eso. No sé cómo será eso ahí, que Dios haga justicia entonces. Soy una persona que no entiende nada, solo veo, pero es duro, duro y triste y peligroso, porque mire: Ni los niños los puedo mandar tranquilos para el colegio. Toca estar a toda hora pendiente, a la expectativa qué pasa, porque en cualquier momento…vamos a ver qué sigue pasando”

“Eso solamente lo entiende Dios, es él el único que verdaderamente puede hacer algo, porque es tan duro ver gente…Mire los años que tengo y hasta ahora veo una cosa de esas, ver la gente esculcando en la basura a ver qué dejamos nosotros los colombianos para ellos comer”.

“No quisiera ver  mamás que sientan los niños en los andenes y ellas esculcando las basuras para a ver qué encuentran para darles a los niños y ver en las calles de Cúcuta (Norte de Santander), durmiendo los niños y las mamás en los andenes. Es mucha gente que se viene de allá a diario, día, día, día…pasando gente la frontera. Eso es duro”.

Este es el crudo relato de una colombiana totalmente desinformada y alienada por los medios masivos de comunicación que cree estar viendo la realidad real. No se le pasa ni un segundo por su mente que asiste a un desalmado montaje previamente concebido por la CIA y la obsecuencia del presidentico colombiano Iván Duque Márquez.

Sin embargo, en medio de su absoluta ignorancia, reconoce que no tiene clara la película. Es honesta. Se declara perpleja y piensa que solo un ser superior podría solucionar el problema, en este caso Dios.

Mire usted el mal que le hace a la sociedad en su conjunto estos medios de comunicación que resultan mejor ser llamados: Medios de Incomunicación. Rompen con la ética y su misión, colocándose descaradamente al lado del imperialismo y los gobernantes lacayos. ¡Qué infamia!

Como esta pariente, hay millones de seres humanos, totalmente distanciados de la realidad. Esa coyuntura la aprovecha el régimen capitalista para colocar esa masa a su favor. Entonces, el pueblo inocentemente termina repitiendo el discurso dominante, negando su clase social y colocándose a favor de la clase enemiga: La oligarquía.

Esa es la realidad que hay que transformar con la férrea lucha ideológica y política, lucha permanente y dinámica que cada vez debe hacerse notar en todas partes. La mentira es ficción, la verdad eterna.

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