domingo, 17 de enero de 2016

Murió líder comunista en Líbano (Tolima)

De izquierda a derecha sentados: Primitivo Sierra, Roberto Gómez y Carlos Moreno. Foto Nelosi
Por Nelson Lombana Silva

El camarada Roberto Gómez, murió en el municipio de Líbano (Tolima), justo cuando prácticamente se disponía a cumplir 70 años de edad. “Se acostó en su modesta camita el sábado 16 y el domingo amaneció muerto”, señala Jorge Iván Sierra.



Fue un comunista ejemplar, consecuente y luchador incansable. Desde niño padeció los rigores del desplazamiento producto de la larvada violencia del régimen capitalista contra el pueblo.


Había nacido el 24 de enero de 1946, en el municipio de Murillo (Tolima). Sus padres fueron desplazados por la cruda violencia, siendo bautizado en Manizales (Caldas). A la edad de quince años regresó a su patria chica.


Inicialmente, lo reclutó para el Partido Comunista la camarada Gilma Salinas, camarada que desapareció en la avalancha que acabó con la población de Amero a raíz del deshielo del nevado El Ruiz.


Roberto Gómez, se trasladó al cañón de Cocora, municipio de Ibagué, dedicándose a las labores propias del campo y más tarde al comercio en el municipio de Cajamarca (Tolima). Hizo contacto con los Comunistas provenientes del Sumapaz: Rogelio Díaz y José Díaz, quienes lo orientaron políticamente.


Fue puesto preso por la policía, ente represivo que intentó desaparecerlo, pero la acción oportuna de los camaradas y el abogado Rafael Aguja Sanabria, lo salvaron teniendo que salir nuevamente desplazado de esta región dejando sus bienes abandonados.


Regresó a Murillo. Lideró con entusiasmo a las personas de la tercera edad. Luchó por sus derechos hasta que la enfermedad lo obligó a salir de allí, ubicándose en el Líbano, donde la muerte lo sorprendió.


El 18 de octubre de 2015, se realizó en este municipio el cierre de campaña de la Unión Patriótica. Allí, estuvo el camarada Roberto Gómez portando la camiseta y la bandera de la Unión Patriótica. Acompañó el evento de principio a fin.


Tuvimos la oportunidad de hacerle una corta entrevista. A pesar de su enfermedad y los achaques de salud, el camarada Roberto Gómez se mostraba entusiasmado por la reaparición de la Unión Patriótica en el Líbano, en el Tolima y en Colombia. No dudó en calificar el hecho de “importante”. Como homenaje póstumo, publicamos su última entrevista concedida a la página web: www.pacocol.org el pasado 19 de octubre de 2015:

 
-         Camarada Roberto Gómez, ¿De dónde es usted?


Yo nací en el municipio de Murillo (Tolima), parte alta, el 24 de enero de 1946.


-         ¿Cómo fueron sus primeros años? ¿Qué recuerda?


Me crecí en el departamento de Caldas porque fui desterrado, a mí mamá le tocó irse con nosotros hacia Caldas. Fui bautizado en Manizales. A los quince años volví a conocer mi pueblo Murillo.


-         Usted siempre ha militado en la izquierda, ¿Por qué?


Porque no estoy de acuerdo con los malos gobiernos que ha habido durante lo que hace que yo me conozco. Siempre he conocido mi país en violencia y la violencia la han fomentado ellos.


-         ¿Cómo fue esa violencia por los municipios de Murillo y Líbano, por ejemplo?


Fuerte. Fuerte. Eso fue muy fuerte la violencia bipartidista. En mulas traían hasta tres y cuatro muertos; uno mataba cinco o seis y en la siguiente semana los otros mataban ocho y diez. Así se mantuvo durante mucho tiempo. Una especie de ley del Talión: “Ojo por ojo y diente por diente”. Se mantuvo así hasta que los liberales organizaron la autodefensa. Porque primero todo era azotado por los conservadores. La consigna era acabar hasta con los huevos de los liberales.


-         Según su criterio, ¿De dónde vino esa violencia? ¿Por qué esa violencia?


De acuerdo a lo que yo conozco, eso vino de España y de la Santa Sede. España se propuso conservatizar a América, entre los países Colombia. Era una ley que había que acabar con el liberalismo. Yo era de familia liberal.


-         ¿Cómo llegó a hacer parte del Partido Comunista?


Hoy he perdido la militancia no porque haya querido, sino porque esto se acabó acá; yo milité hasta cierto punto y aquí he bregado a militar pero no he podido porque no hemos tenido el respaldo, tanto regional como nacional. Hubo un momento que nos representaba un amigo, representaba una célula que no existía. Solo ese compañero era pidiendo viáticos para viajar y nada. Entonces, les dije: “O nos organizamos para que haiga algo o que no haiga nada, pero no se puede representar lo que no hay, no nos engañemos”.


Por eso, aquí el movimiento está muy bajo a raíz de eso. Claro, hay otros motivos, lógico, porque la persecución que nos hicieron y el acabose con la Unión Patriótica, pues es un gran motivo, pero no por eso, debimos de haber acabado totalmente. Tenemos que no frentiar mucho a la muerte, pero tampoco correrle porque de todas maneras tenemos que llegar a ella. Y uno no muere la víspera sino el día señalado.


-         ¿Cómo fue el nacimiento del Partido Comunista en el norte del Tolima, en Murillo o en el Líbano? ¿Qué recuerda?


Recuerdo muy poco de estos municipios. Porque realmente aquí hubo una amiga llamada Gilma Salinas, ella desapareció en la avalancha de Armero. Ella me reclutó para el Partido, inicialmente. Fue una buena líder.


Claro, antes yo había oído hablar de la Unión Soviética, del Partido Comunista. Pero, realmente yo me vine a incorporar al Partido en el cañón de Cocora, municipio de Ibagué en 1968. Me reclutaron allí Rogelio Díaz y José Díaz, pero Rogelio Díaz fue el principal.


-         ¿Cómo fue la represión de esa época en contra del Partido en esta zona?


Fuerte. Una persecución fuerte. Entre ella, yo fui muy perseguido, tanto en ese sector de Cocora, como en Anaime (Cajamarca), llegando al extremo que a lo último me tocó salirme, fui desplazado.


Estuve en manos de la policía en el cuartel en Ibagué, tanto que el mismo policía que me encerró, me tenían aislado para esa noche desaparecerme, me cantó todo: “Gran hijueputa, algún día tenía que caer, ¿Usted pensó que se escapaba? Ya está en nuestras manos malparido”, me dijo.


Esa vez, una compañera de gaseosas que yo no la tenía presente, pero fue ella la que comunicó y se movilizaron José Díaz y un poco de compañeros, fueron con el abogado Rafael Aguja Sanabria y hablaron por mí. A ellos, les debo la vida. José Díaz fue un gran líder, ellos se hicieron comunistas en el Sumapaz.


Con el abogado Aguja averiguaron mi situación con un capitán o teniente y él me negó. Dijo: Muy temprano lo soltamos. Yo le conocí la voz a Aguja y lo llamé: “Compañero Aguja”, le grité y le saqué la mano por la reja. Al verme, se devolvió y le dijo al teniente: “Me responde por la integridad física y moral de ese muchacho. Me lo entrega sano y salvo”. Ellos me rescataron y si no me matan esa noche. Lo supe porque ellos mismos me cantaron todo. Salí desplazado. He estado desplazado pero no figuro como desplazado.


-         ¿Qué piensa del proceso de paz que se adelanta en la Habana (Cuba)?


Importantísimo. Es algo que hemos luchado desde mucho tiempo atrás, un sueño que siempre ha acariciado el pueblo colombiano. Necesitamos esa salida con una democracia verdaderamente justa y verdadera. No así como ha querido el actual presidente y los diferentes mandatarios que ha habido, que le echan la culpa a las Farc que no quieren la paz.


Ellos sí han querido la paz tanto como nosotros, pero son los gobiernos los que no han querido, eso lo sabemos, no han querido aclimatar la paz, porque la guerra para ellos les da muy buenos dividendos. Además, ni los hijos, ni la familia van a la batalla, sino los hijos del pueblo, a ellos no les importa un pito que muera gente del pueblo.


-         ¿Qué opina del resurgimiento de la Unión Patriótica? 


Es importante. Es importantísimo, porque cuando nacimos como Unión Patriótica, fue con la esperanza de la paz y de darle un vuelco a este país en beneficio de todos los colombianos, cosa que no le gustó a la Casa de Nariño y por eso buscaron exterminarnos. Nos tocó salir de muchas regiones. A mí me tocó salirme de Cajamarca, allí movilicé mucha gente, tenía un buen negocio y me tocó dejarlo y desaparecerme de esta región por la infernal persecución.









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