lunes, 18 de noviembre de 2013

Florece la esperanza de la UP: ¡Aída Abella, Presidenta!

 Compañera Aída Abella y el periodista Nelson Lombana Silva .- Foto R.V.R. 
 Por: Nelson Lombana Silva

“Creo que el país poco ha cambiado en el plano moral y político”: Aída Abella Esquivel


Cuando todo el mundo afirmaba que la Unión Patriótica, UP, había sucumbido al terrible genocidio, al cual fue sometido por parte del Estado con su ejército paralelo, el paramilitarismo, cobrando injustamente la vida de casi cinco mil de sus más prestantes dirigentes, militantes, amigos y simpatizantes, los días 15, 16 y 17 de noviembre en Bogotá, durante el V Congreso Nacional, reverdece con ímpetu majestuoso la esperanza de un pueblo que no ha roto sus cadenas y que lucha por romperlas, personificada en el ideario irrenunciable que encarna este movimiento político.



En un verdadero hecho histórico, político y revolucionario, 1.271 delegados y delegadas de todo el país, se congregaron en Bogotá para definir con grandeza el futuro revolucionario y democrático de la izquierda personificada en la Unión Patriótica.

Las limpias y heroicas banderas de la UP flamearon por las calles céntricas de la gélida capital de la república con la misma esperanza de entonces, con el mismo entusiasmo, con la misma ilusión, con la misma dignidad y la misma certeza de que los pueblos son eternos y los tiranos efímeros.

Del lejano llano, de la empinada cordillera y de las ardientes costas, al igual que del exterior, cientos de rostros quemados por el sol y la lluvia hirsuta, enarbolando la bandera de la paz con justicia social y el anhelo de cambios estructurales para una patria cuyos dirigentes burgueses son inferiores a los sueños del pueblo, se congregaron para decir con seguridad absoluta y conciencia de clase: La Unión Patriótica existe y es opción de poder desde la unidad y la convergencia popular y democrática del pueblo colombiano.

La fiesta democrática por la esperanza y el futuro de Colombia, comenzó con el arribo al país de esa inmensa, valiente, combativa y clara políticamente mujer exiliada hace 17 años al salvarse milagrosamente de varios atentados, Aída Abella Esquivel. Su presencia generó entusiasmo desbordante, muy difícil de narrar. La expectativa se convirtió en torrente arrollador de esperanza. Sus primeras palabras fueron de paz con justicia social, de amor por la patria y sus hermanos de clase y de compromiso con los desvalidos y desconocidos por esta sucia oligarquía. Fueron palabras de amor, de esperanza, jamás de odio, de venganza o de frustración. Eso prendió los ánimos. Los sueños afloraron y la alegría se tomó la gélida capital de la república.

Después del recorrido por la séptima, comenzando en la plaza de toros y culminando en parque Santander, los delegados se dispusieron a descansar para comenzar el otro día las deliberaciones. “Nació de nuevo la UP”, decían unos; “Qué discurso tan hermoso de la compañera Aída”, decían otros; “La razón se impone sobre la violencia”, decían otros; “Por primera vez la izquierda tiene varias mujeres presidenciables”, decían otros. En fin, en cada rostro de  hombre, mujer, adulto o joven se veía fácilmente la alegría y la esperanza, la certeza de que el pueblo es superior a los dirigentes como bien lo dijera Gaitán en su momento. Es más la praxis decía: podrán matar a muchos, pero jamás la esperanza y el sueño a ser libres y soberanos.

Rápidamente el escenario de la universidad Pedagógica se llenó. El murmullo inundó el ambiente, la síntesis de la patria congregada allí, iba de un lado para otro estrechando abrazos, haciendo memoria y recordando a los caídos. Era el más genuino reencuentro que se expandía, era como si nada hubiera pasado y toda la formidable fuerza que encarnan la ciencia, la historia y la lucha heroica de los pueblos comenzara sin contratiempo alguno a caminar hacia el puerto inexorable de la victoria popular.

El ambiente de triunfo y de victoria del magno congreso llegó a su clímax cuando la ex senadora Piedad Córdoba postula a la compañera Aída Abella Esquivel a la presidencia de la república de Colombia y se compromete públicamente a “cargarle” la maleta por todo el país. Su formidable voz retumbó y los delegados y las delegadas explotaron en júbilo delirante. Fue certera, inmensa y diáfana. Dijo:

“A mí me llena de alborozo la decisión que se pueda tomar de que Aída Abella sea la candidata con plan de unidad de la izquierda de Colombia”.

“En esta semana que tuvimos la oportunidad de reunirnos en mi apartamento con los delegados internacionales y con ella, Gloria Inés Ramírez, nuestra senadora, próximo senador Carlos Lozano y próximo representante Jaime Caicedo, en mi apartamento, yo le decía: Aída, ¿Te vas a quedar? ¿Vas a regresar? Creo Aída que la respuesta yo la entiendo, ha sido y fueron muchos años de persecución y han sido muchos años de extrañamiento, han sido muchos años de llanto, seguramente al escondido de una familia que muchas veces lo reclama y nos exige que estemos con ellos. Pero, es mucho más el amor por la patria, es mucho más el compromiso por construir una Colombia donde haya democracia, una Colombia donde la economía y la paz se puedan dar, una Colombia donde haya capitolios de paz, una Colombia realmente tolerante, donde las injusticias y las condiciones materiales que generan la guerra, puedan desaparecer”.

“Compañera Aída: yo quiero decirle que estoy dispuesta a cargarle la maleta por todo el territorio nacional. Nosotros y nosotras tenemos que decirle a este país que no queremos que la gente se vaya, que necesitamos que la gente regrese”.

Lo demás, sin subvalorarlo por supuesto, vino por añadidura. La discusión del programa, la estructura orgánica, la nueva dirección nacional, la declaración política, el conversatorio con la participación de los delegados internacionales de Nicaragua, Cuba, Inglaterra, Francia y la República Bolivariana de Venezuela, los saludos fraternales, los actos culturales y artísticos, la venta de literatura y la promesa de salir a luchar codo a codo en el debate electoral con la candidatura presidencial de Aída Abella Esquivel y al senado del camarada Carlos A. Lozano Guillén, los delegados comenzaron a regresar a sus regiones henchidos de  esperanza y de espíritu unitario y revolucionario.

Al arribo al parque Santander , en unos instantes rapidísimos la página web: www.pacocol.org pudo dialogar con la compañera Aída Abella Esquivel, sin saber que al otro día sería ungida por aclamación como candidata presidencial de la lacerada Colombia.

-         Camarada Aída Abella Esquivel, fue sacada violentamente del país por las fuerzas oscuras del terrorismo de Estado mientras hablaba de paz, 17 años después regresa y sigue predicando la paz. ¿Qué la anima?

Sí, yo creo que es una constante en la vida de todos los demócratas desde hace más de dos siglos en que estamos en guerra. Es que no hemos parado de guerras declaradas y no declaradas. Entonces, el país que ha sufrido tanta tragedia con tanta violencia; esa violencia unida al poder, esa violencia que nos han hecho los de arriba contra los de abajo. Aspiramos a que un día esa clase dirigente entienda que hay necesidad de democratizar a este país, que hay necesidad de transitar por los caminos de la convivencia y de la tolerancia.

-         ¿Qué piensa usted de los diálogos de paz que se vienen desarrollando en la Habana (Cuba) entre las FARC – EP y gobierno Santos?


Pues es algo muy interesante, muy importante y clave en la vida política del país. Hacía muchos años que no se presentaba esto. Y ya el acuerdo que ha habido en los dos primeros puntos nos da un margen muy grande de esperanza para que éste continúe y se consolide. Entonces, toda la misión nuestra también es apoyar inmensamente y todas las voces que podamos unificar en apoyo a este proceso son bienvenidas porque es un momento clave para el país.

 -         ¿Qué se siente estar fuera del país y no poder venir porque hay enemigos agazapados y no agazapados asechando?
Mucho dolor. Pero ese dolor se combina también con el descubrimiento que uno hace cuando vive en otro país, porque también aprende. Tú enseñas pero también aprendes y aprendes cosas muy interesantes, y aprendes que tenemos unas inmensas cualidades, pero que también tenemos unas grandes carencias. Y aprendes tanto que llegas a combinar tu vida entre tu patria, patria y tu patria adoptiva, porque un país que nos permite vivir, nos permite aprender un idioma, que nos permite compartir con los nacionales, nos permite seguir todo el proceso de Colombia, son  los países que tenemos que agradecerlos que a lo largo del mundo han albergado a los asilados de la Unión Patriótica.

-         Después de 17 años, ¿Siente que el país ha cambiado o sigue estancado? ¿Cómo lo ve?

Yo creo que poco ha cambiado en el plano moral y político. Pero, hay un destello, hay una luz en el túnel y esa luz hay que mantenerla encendida, que es la luz de la esperanza por la paz.

-         ¿Qué perspectiva le ve usted a este reverdecimiento de la Unión Patriótica en Colombia?

Pues inmensas. Porque este proyecto que trataron de callar, que trataron de liquidar por una violencia irracional, con una violencia catalogada crimen de lesa humanidad, pues no nos acabó. Estamos ahí. Y estamos defendiendo la democracia, estamos defendiendo la paz y estamos defendiendo el derecho a que todos los colombianos disfrutemos de las riquezas de este país.

-         Seguramente en su agitada lucha política en Colombia, alguna vez cruzó por tierra tolimense. ¿Qué recuerda?


Trabajé en territorio tolimense mis primeros pinitos cuando salí de la universidad los hice en el municipio de Falan, en la Normal. Me conozco esta tierra, la amo, la quiero mucho, porque mirando el nevado del Ruiz que quedaba hacia el otro lado de donde yo trabajaba, aprendí el sufrimiento que había tenido ese pueblo en la violencia del 50 y del 40, y me enseñaron mucho los tolimenses, me enseñaron tanto que todavía recuerdo la maestra más antigua que había en el pueblo y lo que me enseñó y todavía recuerdo al maestro más anciano que había y que me enseñó a jugar ajedrez y todavía recuerdo los niños mutilados que tenía en la escuela, todavía recuerdo los cuentos de los campesinos cuando subía a la vereda de Frías y todavía recuerdo las casas que abandonaron los ingleses cuando la violencia, las minas de mercurio y de plata. Eso me permitió recorrer una de las regiones más lindas de mi país. Los amo, los quiero mucho. 


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