Compañera Aída Abella y el periodista Nelson Lombana Silva .- Foto R.V.R. |
Por: Nelson Lombana Silva
“Creo que el país poco ha cambiado en el plano moral y político”: Aída Abella Esquivel
Cuando todo el mundo afirmaba que la Unión Patriótica, UP, había sucumbido al terrible genocidio, al cual fue sometido por parte del Estado con su ejército paralelo, el paramilitarismo, cobrando injustamente la vida de casi cinco mil de sus más prestantes dirigentes, militantes, amigos y simpatizantes, los días 15, 16 y 17 de noviembre en Bogotá, durante el V Congreso Nacional, reverdece con ímpetu majestuoso la esperanza de un pueblo que no ha roto sus cadenas y que lucha por romperlas, personificada en el ideario irrenunciable que encarna este movimiento político.
“Creo que el país poco ha cambiado en el plano moral y político”: Aída Abella Esquivel
Cuando todo el mundo afirmaba que la Unión Patriótica, UP, había sucumbido al terrible genocidio, al cual fue sometido por parte del Estado con su ejército paralelo, el paramilitarismo, cobrando injustamente la vida de casi cinco mil de sus más prestantes dirigentes, militantes, amigos y simpatizantes, los días 15, 16 y 17 de noviembre en Bogotá, durante el V Congreso Nacional, reverdece con ímpetu majestuoso la esperanza de un pueblo que no ha roto sus cadenas y que lucha por romperlas, personificada en el ideario irrenunciable que encarna este movimiento político.
En un verdadero hecho histórico,
político y revolucionario, 1.271 delegados y delegadas de todo el país,
se congregaron en Bogotá para definir con grandeza el futuro
revolucionario y democrático de la izquierda personificada en la Unión
Patriótica.
Las limpias y heroicas banderas de la UP
flamearon por las calles céntricas de la gélida capital de la república
con la misma esperanza de entonces, con el mismo entusiasmo, con la
misma ilusión, con la misma dignidad y la misma certeza de que los
pueblos son eternos y los tiranos efímeros.
Del lejano
llano, de la empinada cordillera y de las ardientes costas, al igual que
del exterior, cientos de rostros quemados por el sol y la lluvia
hirsuta, enarbolando la bandera de la paz con justicia social y el
anhelo de cambios estructurales para una patria cuyos dirigentes
burgueses son inferiores a los sueños del pueblo, se congregaron para
decir con seguridad absoluta y conciencia de clase: La Unión Patriótica
existe y es opción de poder desde la unidad y la convergencia popular y
democrática del pueblo colombiano.
La fiesta democrática por
la esperanza y el futuro de Colombia, comenzó con el arribo al país de
esa inmensa, valiente, combativa y clara políticamente mujer exiliada
hace 17 años al salvarse milagrosamente de varios atentados, Aída Abella
Esquivel. Su presencia generó entusiasmo desbordante, muy difícil de
narrar. La expectativa se convirtió en torrente arrollador de esperanza.
Sus primeras palabras fueron de paz con justicia social, de amor por la
patria y sus hermanos de clase y de compromiso con los desvalidos y
desconocidos por esta sucia oligarquía. Fueron palabras de amor, de
esperanza, jamás de odio, de venganza o de frustración. Eso prendió los
ánimos. Los sueños afloraron y la alegría se tomó la gélida capital de
la república.
Después del recorrido por la séptima,
comenzando en la plaza de toros y culminando en parque Santander, los
delegados se dispusieron a descansar para comenzar el otro día las
deliberaciones. “Nació de nuevo la UP”, decían unos; “Qué discurso tan
hermoso de la compañera Aída”, decían otros; “La razón se impone sobre
la violencia”, decían otros; “Por primera vez la izquierda tiene varias
mujeres presidenciables”, decían otros. En fin, en cada rostro de
hombre, mujer, adulto o joven se veía fácilmente la alegría y la
esperanza, la certeza de que el pueblo es superior a los dirigentes como
bien lo dijera Gaitán en su momento. Es más la praxis decía: podrán
matar a muchos, pero jamás la esperanza y el sueño a ser libres y
soberanos.
Rápidamente el escenario de la universidad
Pedagógica se llenó. El murmullo inundó el ambiente, la síntesis de la
patria congregada allí, iba de un lado para otro estrechando abrazos,
haciendo memoria y recordando a los caídos. Era el más genuino
reencuentro que se expandía, era como si nada hubiera pasado y toda la
formidable fuerza que encarnan la ciencia, la historia y la lucha
heroica de los pueblos comenzara sin contratiempo alguno a caminar hacia
el puerto inexorable de la victoria popular.
El ambiente de
triunfo y de victoria del magno congreso llegó a su clímax cuando la ex
senadora Piedad Córdoba postula a la compañera Aída Abella Esquivel a
la presidencia de la república de Colombia y se compromete públicamente a
“cargarle” la maleta por todo el país. Su formidable voz retumbó y los
delegados y las delegadas explotaron en júbilo delirante. Fue certera,
inmensa y diáfana. Dijo:
“A mí me llena de alborozo la
decisión que se pueda tomar de que Aída Abella sea la candidata con plan
de unidad de la izquierda de Colombia”.
“En esta semana que
tuvimos la oportunidad de reunirnos en mi apartamento con los delegados
internacionales y con ella, Gloria Inés Ramírez, nuestra senadora,
próximo senador Carlos Lozano y próximo representante Jaime Caicedo, en
mi apartamento, yo le decía: Aída, ¿Te vas a quedar? ¿Vas a regresar?
Creo Aída que la respuesta yo la entiendo, ha sido y fueron muchos años
de persecución y han sido muchos años de extrañamiento, han sido muchos
años de llanto, seguramente al escondido de una familia que muchas veces
lo reclama y nos exige que estemos con ellos. Pero, es mucho más el
amor por la patria, es mucho más el compromiso por construir una
Colombia donde haya democracia, una Colombia donde la economía y la paz
se puedan dar, una Colombia donde haya capitolios de paz, una Colombia
realmente tolerante, donde las injusticias y las condiciones materiales
que generan la guerra, puedan desaparecer”.
“Compañera Aída:
yo quiero decirle que estoy dispuesta a cargarle la maleta por todo el
territorio nacional. Nosotros y nosotras tenemos que decirle a este país
que no queremos que la gente se vaya, que necesitamos que la gente
regrese”.
Lo demás, sin subvalorarlo por supuesto, vino por
añadidura. La discusión del programa, la estructura orgánica, la nueva
dirección nacional, la declaración política, el conversatorio con la
participación de los delegados internacionales de Nicaragua, Cuba,
Inglaterra, Francia y la República Bolivariana de Venezuela, los saludos
fraternales, los actos culturales y artísticos, la venta de literatura y
la promesa de salir a luchar codo a codo en el debate electoral con la
candidatura presidencial de Aída Abella Esquivel y al senado del
camarada Carlos A. Lozano Guillén, los delegados comenzaron a regresar a
sus regiones henchidos de esperanza y de espíritu unitario y
revolucionario.
Al arribo al parque Santander , en unos instantes rapidísimos la página web: www.pacocol.org pudo dialogar con la compañera Aída Abella Esquivel, sin saber que al
otro día sería ungida por aclamación como candidata presidencial de la
lacerada Colombia.
- Camarada Aída Abella Esquivel,
fue sacada violentamente del país por las fuerzas oscuras del terrorismo
de Estado mientras hablaba de paz, 17 años después regresa y sigue
predicando la paz. ¿Qué la anima?
Sí, yo creo que es una
constante en la vida de todos los demócratas desde hace más de dos
siglos en que estamos en guerra. Es que no hemos parado de guerras
declaradas y no declaradas. Entonces, el país que ha sufrido tanta
tragedia con tanta violencia; esa violencia unida al poder, esa
violencia que nos han hecho los de arriba contra los de abajo. Aspiramos
a que un día esa clase dirigente entienda que hay necesidad de
democratizar a este país, que hay necesidad de transitar por los caminos
de la convivencia y de la tolerancia.
- ¿Qué piensa
usted de los diálogos de paz que se vienen desarrollando en la Habana
(Cuba) entre las FARC – EP y gobierno Santos?
Pues es algo
muy interesante, muy importante y clave en la vida política del país.
Hacía muchos años que no se presentaba esto. Y ya el acuerdo que ha
habido en los dos primeros puntos nos da un margen muy grande de
esperanza para que éste continúe y se consolide. Entonces, toda la
misión nuestra también es apoyar inmensamente y todas las voces que
podamos unificar en apoyo a este proceso son bienvenidas porque es un
momento clave para el país.
- ¿Qué se siente estar fuera del país y no poder venir porque hay enemigos agazapados y no agazapados asechando?
Mucho
dolor. Pero ese dolor se combina también con el descubrimiento que uno
hace cuando vive en otro país, porque también aprende. Tú enseñas pero
también aprendes y aprendes cosas muy interesantes, y aprendes que
tenemos unas inmensas cualidades, pero que también tenemos unas grandes
carencias. Y aprendes tanto que llegas a combinar tu vida entre tu
patria, patria y tu patria adoptiva, porque un país que nos permite
vivir, nos permite aprender un idioma, que nos permite compartir con los
nacionales, nos permite seguir todo el proceso de Colombia, son los
países que tenemos que agradecerlos que a lo largo del mundo han
albergado a los asilados de la Unión Patriótica.
- Después de 17 años, ¿Siente que el país ha cambiado o sigue estancado? ¿Cómo lo ve?
Yo
creo que poco ha cambiado en el plano moral y político. Pero, hay un
destello, hay una luz en el túnel y esa luz hay que mantenerla
encendida, que es la luz de la esperanza por la paz.
- ¿Qué perspectiva le ve usted a este reverdecimiento de la Unión Patriótica en Colombia?
Pues
inmensas. Porque este proyecto que trataron de callar, que trataron de
liquidar por una violencia irracional, con una violencia catalogada
crimen de lesa humanidad, pues no nos acabó. Estamos ahí. Y estamos
defendiendo la democracia, estamos defendiendo la paz y estamos
defendiendo el derecho a que todos los colombianos disfrutemos de las
riquezas de este país.
- Seguramente en su agitada lucha política en Colombia, alguna vez cruzó por tierra tolimense. ¿Qué recuerda?
Trabajé
en territorio tolimense mis primeros pinitos cuando salí de la
universidad los hice en el municipio de Falan, en la Normal. Me conozco
esta tierra, la amo, la quiero mucho, porque mirando el nevado del Ruiz
que quedaba hacia el otro lado de donde yo trabajaba, aprendí el
sufrimiento que había tenido ese pueblo en la violencia del 50 y del 40,
y me enseñaron mucho los tolimenses, me enseñaron tanto que todavía
recuerdo la maestra más antigua que había en el pueblo y lo que me
enseñó y todavía recuerdo al maestro más anciano que había y que me
enseñó a jugar ajedrez y todavía recuerdo los niños mutilados que tenía
en la escuela, todavía recuerdo los cuentos de los campesinos cuando
subía a la vereda de Frías y todavía recuerdo las casas que abandonaron
los ingleses cuando la violencia, las minas de mercurio y de plata. Eso
me permitió recorrer una de las regiones más lindas de mi país. Los amo,
los quiero mucho.
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