lunes, 4 de noviembre de 2013

Consecuencias de la debilidad ideológica y política

Por Nelson Lombana Silva


No es muy sencillo asimilar la lucha ideológica, sobre todo en la era actual donde la lucha ideológica se tiene rezagada a un segundo plano. “Deje de tanta ideología, vamos al grano, a lo concreto”, suelen decir algunos que posan de izquierdosos y “revolucionarios”. En el fondo es la ideología neoliberal, que propugna por el positivismo y el pragmatismo que desdice bastante del significado de la batalla de las ideas de la cual habla con sapiencia el comandante Fidel Castro Ruz.



La izquierda colombiana viene padeciendo esta enfermedad. Por un lado, en una forma empírica creemos tener la verdad revelada sobre la ideología, nos orientamos por esta concepción empírica y normalmente nos la creemos saber toda sin omitir una coma. No acudimos a la profundidad que da la cientificidad, nos contentamos con tener una idea aproximada y a partir de allí no tenemos empacho en centrar cátedra a diestra y siniestra con el cuento que somos científicos.


Por ejemplo, nos consideramos marxistas sin haber leído la obra de Marx, pues escasamente nos contentamos con lo que otros nos han contado acerca del considerado: “Asesinos de filósofos”. Es decir, no sabemos a ciencia cierta quien es Carlos Marx, escasamente tenemos una versión que por más cierta no deja de tener su grado de subjetividad. Creo que fue Pablo Neruda, quien dijo que la neutralidad no existe, es una engañifa. Así las cosas, cada cual cuenta su versión de acuerdo a su capacidad y su propio interés.


Eso por supuesto, tiene sus consecuencias que generalmente se reflejan en la praxis cotidiana, porque una cosa decimos y otra bien distinta hacemos. El nudo de contradicciones y confusiones son grandes, inmensas. A diario se percibe y tiene distintas manifestaciones que limitan el desarrollo de la izquierda y la lucha revolucionaria.


Fenómenos que son inherentes de la derecha como el personalismo, el egoísmo, el sectarismo, el grupismo y la corrupción, se hacen presentes en la “izquierda” con increíble soltura e influencia, haciendo grandes y nocivos estragos en el proceso revolucionario por una segunda y definitiva independencia de nuestro país.


Esto por supuesto no surge por espontaneidad o fatalismo, surge porque hay ante todo: Debilidad ideológica y política. Así de sencillo. No es suficiente con recitar frases célebres o textos completos de Marx, Lenin, Engels, etc para decir que somos claros políticamente. Cuantos compañeros repiten maquinalmente – por ejemplo - la célebre frase de Lenin: “Sin teoría revolucionaria tampoco puede haber movimiento revolucionario”.[i] Tienen conocimiento del enunciado y lo repiten con mucha soltura, pero no dimensionan dialécticamente su contenido, porque eso implica estudio, sacrificio, esfuerzo de superación, práctica y ahí, generalmente, quedamos patinando.


Encuentra uno “camaradas” que colocan en un mismo plano el materialismo y el idealismo; no dudan en rasgar sus vestiduras afirmando que el proyecto de Marx es el mismo de Jesús. Tienen una confusión entre el materialismo y el idealismo tenaz y últimamente se pegan de los que salomónicamente dicen que el problema no es creer o no creer y entonces citan a Marx cuando la tesis 11 a Feuerbach, dice: “No se trata únicamente de interpretar el mundo, de lo que se trata es de transformarlo”.


Lo curioso es que generalmente no se acepta esa debilidad ideológica y política, se trata de justificar como sea y entonces se dice que se asume como táctica. Es decir, voy a misa, comulgo, me confieso, hablo mal de los demás, robo, engaño, miento, etc no por “convicción”, lo hago por “táctica”. ¡Qué tal esa!


Así las cosas, un puesto o cargo de responsabilidad no es admitido con criterio de compromiso y responsabilidad, sino como una oportunidad de aplastar a mis compañeros de lucha. Por cuanto no entiendo el verbo compartir, entiendo el verbo competir, que es precisamente, una categoría del capitalismo neoliberal.


Nos impide ver el bosque y nos quedamos discutiendo sobre el árbol. Por supuesto no admitimos ni la crítica, ni la autocrítica, ni la planeación, ni la evaluación, ni el centralismo democrático. El argumento es frágil: “Yo soy así y moriré así”. Sin embargo, a renglón seguido no tiene inconvenientes en decir: “Soy Marxista – leninista, dialéctico y revolucionario”.


La debilidad ideológica y política genera retroceso terrible, confusión e incertidumbre. Por eso, el deber de profundizar la lucha ideológica y política, la formación de cuadros profesionales para la revolución. Acá, por supuesto, no se hace referencia a profesionales porque la universidad les concede un título en una determinada área del conocimiento, se refiere a profesionales a los compañeros (as) que se dedican a la lucha revolucionaria con holgura, conciencia social y de clase, desarrollando constantemente la teoría y la práctica. Ese es el camino correcto: Teoría – Práctica en permanente unidad dialéctica.


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[i] Punto de Vista 5. Publicación del departamento Ideológico del PCC. Documentos II Encuentro Nacional de Educadores, 14 y 15 de junio de 2013. Página consultada 9.




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