Gigantesca Marcha Carnaval en Ibagué, Tolima. Foto Nelosi |
Resultan pocos los adjetivos para calificar la gigantesca movilización realizada el pasado 5 de junio en el departamento de Tolima, especialmente en Ibagué, donde cerca de 40 mil personas se pronunciaron vehementemente sobre la necesidad de defender el medio ambiente, rechazando categóricamente la megaminería a cielo abierto, es decir, la política imperialista de la locomotora minero – energética del presidente Juan Manuel Santos Calderón.
Es de destacar la presencia de la juventud y la mujer, tanto del campo como de la ciudad, el entusiasmo multicolor que caracterizó la gigantesca movilización de la Marcha Carnaval en su séptima edición por las calles céntricas de la ciudad musical de Colombia, Ibagué e incluso, en varios municipios del departamento. El despertar popular en defensa del ambiente se hace realidad en este departamento considerado corazón de Colombia.
Sin embargo, la pregunta del millón sale a flote al momento de hacer la evaluación y proyectar nuevas acciones de la mano del comité ambiental del orden departamental: ¿Será suficiente estas movilizaciones gigantescas para sacar de la región el fantasma de las multinacionales y transnacionales que están dispuestas a agredir la madre naturaleza? Es más: ¿Acatará el gobierno nacional el sentimiento popular del pueblo tolimense, expresado una vez más con tanta contundencia y majestuosidad?
Bueno resultaría abrir el debate, no solo en el escenario de la dirección, sino desde la base sobre estos temas álgidos que seguramente nos llevarían a nuevas y más radicales conclusiones. Se podría pensar en otras alternativas que ayudarían seguramente a complementar la Marcha Carnaval que se ha ido posesionando en la conciencia del pueblo tolimense.
Incluso, la Marcha Carnaval debería superar las fronteras tolimenses llegando a otros departamentos, por cuanto el tema ambiental es nacional incluso, internacional. Las preocupaciones que hoy tenemos los tolimenses son las mismas en los demás departamentos. La razón es elemental: Todos sufrimos los efectos de la política imperialista de los Estados Unidos, que se expresan en manifestaciones de esta naturaleza. El Quimbo en el Huila – por ejemplo – no es un hecho aislado y circunstancial. Todo lo contrario. Es el resultado de la política imperialista. Por eso debemos globalizar la unidad y la solidaridad. Por eso debemos superar las fronteras y abrazarnos todos y todas, antes de que sea demasiado tarde.
El otro elemento tiene que ver con la propuesta de preparar un paro cívico regional o subregional. No estamos diciendo hay que hacerlo mañana, estamos diciendo hay que comenzar a trabajarlo por cuanto un paro cívico no se decreta se construye con la constancia del artesano. Ya hay voces autorizadas en la materia proponiéndolo. Los comunistas hace rato lo venimos diciendo. Entre otras cosas, porque no estamos enfrentando un tigre de papel, estamos enfrentando un monstruo imperialista de mil cabezas, criminal y salvaje. Así las cosas, con pañitos de agua tibia resulta difícil cristalizar el sueño de ver nuestra naturaleza libre de las multinacionales y transnacionales. Hay que asumir, construir acciones más radicales.
Un tercer elemento de reflexión tiene que ver con la unidad. No podemos parcelar la lucha porque nos hacemos débiles, presa fácil del enemigo de clase. No podemos desligar la lucha ambiental, de la lucha política, de la lucha ideológica, de la lucha por la defensa de nuestra cultura, de la lucha por la paz con justicia social, de la lucha por la identidad de género, de la lucha por las reivindicaciones. Hay que romper esa política sectorial y abrirnos sin ambages a la unidad, a la construcción de una unidad invencible que condense política y dialécticamente todas estas manifestaciones que hoy son reales en Colombia y por supuesto, en el Tolima.
Por supuesto que no es tarea fácil. Entre otras razones porque la esencia del sistema capitalista es el individualismo, el personalismo, el yoísmo. Es algo que todavía pesa mucho entre nosotros. Por eso la crítica es vista con cierto desdén, desprecio y fastidio que obstaculiza. Esta concepción tiene su origen concreto, no surge de la nada. Tiene relación directa con la esencia y naturaleza de las relaciones capitalistas, las cuales nos invitan a competir y no a compartir. Sin embargo, el desafío es ese: Cómo destruir esas relaciones capitalistas y cómo construir relaciones socialistas.
La declaración política de la séptima Marcha Carnaval en defensa del agua, la vida y el territorio – por ejemplo – no hace referencia en ninguno de sus acápites al proceso de paz que se desarrolla en la Habana (Cuba) entre las Farc – Ep y el gobierno Santos, es como si este tema fuera a parte, no tuviera relación directa con el tema ambiental o fuera otra población distinta que estuviera interesada en vivir en paz con justicia social. En el texto no se lee ni una vez la palabra paz. ¿Acaso la naturaleza no necesita también paz?
La multitudinaria manifestación por la defensa del medio ambiente del pasado 5 de junio, que merece todo el apoyo, admiración y solidaridad, nos plantea nuevos desafíos que hay que asumir con decisión y coraje. Los comunistas miramos tres temas esenciales en el momento en el Tolima. La paz con justicia social, la defensa de los diálogos de la Habana; la defensa del medio ambiente y la lucha electoral. Estos temas son para ser mirados en conjunto, no individualmente, porque la relación es directa, estrecha, íntima. Resulta imposible desligar un tema del otro, porque se relacionan. No se puede ser coherente al construir con una mano y con la otra destruir.
¡Viva la séptima Marcha Carnaval! ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
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