Camarada Raúl Antonio Ávila Suárez.- Foto Nelosi |
El camarada Raúl Antonio Ávila Suárez, miembro de la dirección regional Tolima y del Local Ibagué del Partido Comunista, ha dedicado prácticamente toda su vida a la lucha revolucionaria en distintas regiones del país. A pesar de las vicisitudes se mantiene firme y optimista en la lucha revolucionaria en momentos en que se desarrolla los diálogos de paz de la Habana entre la insurgencia de las Farc – Ep y el gobierno Santos y camina el proceso unitario de la izquierda con avances y retrocesos. “La idea – dice – es que el pueblo colombiano llegue al poder”.
Ve en la Unión Patriótica posibilidades concretas que está dispuesto a apostarle en la conformación de un gran movimiento por la paz con justicia social y los cambios democráticos que necesita el país para salir adelante. Es enfático al decir: “La Unión Patriótica sigue siendo la esperanza del pueblo colombiano”.
El camarada Ávila Suárez hace parte de la vieja guardia del Partido que se mantiene firme como el roble en la dura lucha contra la maquinaria de la oligarquía que aceita a diario para mantenerse en el poder ilegalmente y en forma espuria, utilizando los medios masivos de comunicación, las religiones y demás aparatos ideológicos y represivos de que se vale a diario la máquina del Estado Capitalista.
Es un compañero sencillo, de pocas palabras, pero muy humanitario y consecuente con el programa, los estatutos y la línea política del Partido Comunista Colombiano.
No fue fácil convencerlo para que nos contara parte de su vida a vuelo de mariposas amarillas como diría Gabriel García Márquez. En su modesto apartamento y después de una apetitosa “frijolada”, se atrevió a contar parte de su vida como persona y como revolucionario.
Es de Suta Marchán, vereda Ermitaño Bajo, una pequeña población del departamento de Boyacá. Allí nació el 17 de julio de 1947, siendo sus padres: Aristóbulo Ávila Velandia y Ángela María Suárez Sánchez. Es más: Tiene cinco hermanos: Tres hombres y dos mujeres.
El estudio es mínimo, solo año y medio de primaria en la escuela El Robledo en la vereda Ermitaño Alta. Todos los días tenía que caminar una hora para recibir las clases de la profesora Rita Ochoa, cruzando paisajes naturales, cultivos, ríos y riachuelos. Se vio precisado a salirse de los estudios para ayudar a sus padres a paliar las inclemencias de la pobreza en medio de tanta riqueza natural, paradójicamente. Es la cruda realidad de millones de colombianos por obra y gracia del sistema capitalista, el sistema de los antivalores.
La conversación es la siguiente:
- ¿Cómo fue su infancia?
Mi infancia fue loca. Loca en el sentido que me gustaba mucho el juego, me gustaba mucho caminar, buscar los otros muchachos de mi edad para el juego, desde luego cuando había la oportunidad, porque cuando estaba en época de trabajo mi padre me enseñaba a salir con él a trabajar y me decía que el trabajo era el que reivindicaba al hombre.
A la edad de siete u ocho años, araba con bueyes, cultivando trigo, cebada. Ese manejo de bueyes y yo como gañan haciendo voltear los bueyes en cada orilla arando la tierra me iba llenando orgullo porque un jovencito como en el caso mío de solo nueve años, haciendo el trabajo que hacían personas de cuarenta o cincuenta años y que gritaban, pero yo también hacía el papel de gritar a los bueyes para que me hicieran caso.
Afortunadamente, aprendí sobre la mayoría de cultivos tradicionales de Colombia sobre todo de tierra fría, como el maíz, el trigo, la cebada, el arroz, el plátano, la yuca, la papa, las verduras, café, etc.
- ¿Cuáles eran esos tipos de juego? ¿Cómo era el entorno? ¿Cómo era la gente? ¿Qué recuerda usted de esa niñez?
Cuando pequeño me gustaba hacerme a un lado de los mayores para escuchar la conversa y aprender de ellos, y me iba en las tardes, en las noches a acompañar un vecino que vivía solo. Me gustaba escucharlo, sobre todo esos relatos que me conmovían tanto.
A la edad de 18 años ya era una persona seria, madura y responsable. De ahí que en el momento que yo ingresé al Partido Comunista, hice una solicitud para ir a otro lugar y no en parte política y me dijeron que no que me quedara en la formación y lucha política. Usted tiene condiciones para ser político; es una persona seria y puede llegar a ser bien responsable.
- Volvamos a la niñez. ¿Qué edad tenía cuando entró a la escuela? ¿Recuerda el nombre de la profesora? ¿Recuerda el nombre de algunos compañeritos y compañeritas? ¿Qué recuerda de esa época?
Recuerdo que mi profesora era Rita Ochoa, una buena profesora, muy seria, muy responsable en las dos jornadas del día. Me acuerdo mucho de Oswaldo Velandia, un gran amigo, era hijo de una comadre de mi papá. Me acuerdo que los juegos de esa época eran: el trompo, las bolas de cristal, los maralalyes, que le dicen en mi tierra: Mararay, es un coquito pequeño que por aquí lo hay en el Tolima. Eran los juegos de esa época.
- ¿A los cuántos años entró usted a la escuela?
A los siete años.
- ¿Cómo fue el rendimiento? ¿Cómo fue ese primer día de clase? ¿Cuál fue su impacto?
El rendimiento – creo – fue muy bueno porque a pesar de que salía tarde de la casa y para que la profesora no me regañara, no me pegara yo me quedaba en el monte, pero me quedaba leyendo los libros que tenía escribiendo. Hacía la tarea que debía presentar al otro día, visitando a los compañeros vecinos que estudiaban en la misma escuela y que eran de mi mismo nivel.
- ¿Cuánto tiempo gastaba de la casa a la escuela? ¿Cómo era el paisaje?
La distancia era casi cuatro kilómetros. Era el paisaje del campo: Los cultivos, las quebradas, el monte…
La distancia era casi cuatro kilómetros. Era el paisaje del campo: Los cultivos, las quebradas, el monte…
- ¿Por qué se retiró de la escuela y no terminó la primaria?
Mi padre cuando se dio cuenta que yo ya sabía leer y escribir, me dijo: Mijo, usted, a lo que yo no sé, usted es un rey, usted sabe mucho; ya sabe escribir, sabe firmar, ya sabe leer. Incluso, él me ponía a leer el catecismo, la biblia y esas cosas así. Era feliz que le leyera porque al año ya sabía leer.
- ¿Por qué no siguió estudiando?
Me sacó de la escuela porque era necesario que trabajara para mi ayuda personal. Es así que a la edad de trece años, cuando salí de la casa, yo tenía un capital que en su época era un capital de $3.500 pesos, me ganaba diez centavos diarios como jornal, él me guardaba la plata y con esa plata mi padre ya había comprado una finca a don Gabriel Velandia. Esa fue la razón por la cual abandoné la escuela, pero sí hubiese estudiado completamente la primaria, la secundaria, yo sería tal vez en este momento un gran científico, porque soy empírico y me considero también polifacético.
- ¿Qué quería ser cuando pequeño?
La verdad cuando pequeño no tenía ningún concepto hacia el futuro.
- ¿Cómo fueron sus relaciones con sus padres? ¿Muchas pilatunas? ¿Mucho fuete?
Sí. Verdaderamente yo era muy loco en casa, le pegaba a mis hermanos y las tareas que mi padre me dejaba no las cumplía, por eso me ganaba algunas fueteras porque alguna vez me pegó a cuerpo limpio, sin vestido, 16 fuetazos que me los dejó marcados en la espalda. Meleaba mucho con mi padre. Mi madre me defendía porque ella decía que yo tenía ciertos principios que ella no los veía en los otros hijos, en los otros hermanos. Que era muy avispado, muy inteligente porque tenía mucha memoria; grababa muy fácil todo. Creo que la inteligencia del hombre está marcada por la memoria.
- ¿Cómo comienza usted a familiarizarse con las ideas de izquierda?
Bueno, cuando dejé el campo, yo estaba trabajando en la región de Anaime (Tolima), tenía cultivos de remolacha, zanahoria, repollo…
- ¿Cómo llegó por acá, por esta región de Tolima?
Por unos familiares que trabajaban en el cañón de Anaime; ellos estuvieron en mi tierra boyacense, me ensalzaron, abandoné la casa y me vine con ellos a trabajar en el cañón de Anaime.
- ¿A qué edad?
Tenía once o doce años.
- Se ubica usted en Anaime, solito de once añitos. ¿Qué pasa?
Posteriormente, tuve una novia, yo ya tenía trece años y la novia me engañó con su propio hermano y motivo de guayabo me fui para Bogotá, allí trabajé en un almacén de cigarrería, iba mucho donde una tía que vivía en Bogotá y ahí llegaba un tío que venía de los Llanos Orientales y me dijo que me fuera con él, que él tenía finca, que tenía ganado y que tenía tierras para que yo trabajara. Me fui con él.
- ¿A qué parte de los llanos?
Llegué concretamente a Medellín del Ariari, en el año de 1966.
- ¿Qué pasó allí?
Después de un año de haber llegado, mi tío me dijo que me iba a ayudar a ingresar al Partido Comunista, que a él le llamaba mucho la atención, por mi forma de ser. En ese momento mi tío era miembro del comité regional del Partido. Se llamaba Juvenal Suárez. Era el secretario financiero del comité regional del Partido Comunista en el Meta. Él habló en el comité de zona que era la organización más cercana e ingresé al Partido, en 1967. Tres meses antes de la muerte del comandante Ernesto Che Guevara.
- ¿Qué paso?
En 1969, me dijeron que yo había salido seleccionado para hacer la escuela nacional de cuadros en Bogotá, que me iban a dar todos los gastos y que allí tendría la estadía para que me preparara, porque yo podría ser una persona más adelante un dirigente revolucionario. Que ellos eso era lo que querían, que el Partido quería era eso. Hice caso. Y estuve en la primera escuela trasladada de Viotá a Bogotá. Fueron tres meses de escuela nacional, donde estudié economía, filosofía, sociales, organización… Toda la preparación de un cuadro Comunista.
- ¿Cuál fue su primera impresión al ingresar al Partido? ¿Recuerda los nombres de los compañeros que hicieron parte de esa célula? ¿Qué recuerda?
De pronto se me olvidan algunos, pero yo recuerdo a Primitivo Sanabria, era miembro de la célula, me acuerdo de Israel Espinosa. No me acuerdo de más compañeros. Milité aproximadamente unos dos años, porque posteriormente me trasladé o me trasladaron a otra célula que quedaba más cercana que esa, porque siempre me tocaba caminar dos horas en el campo, en caminos con mucho barro. Era dificultoso y en el llano que se encuentra con muchos ríos, muchos caños; en épocas de invierno se convierten en caudales que uno no los puede pasar y si los pasa debe conocer primero de aguas, debe aprender a nadar, que es el principal requisito para vivir en los Llanos Orientales.
- ¿Qué aprendió de esta escuela nacional de cuadros?
Entre otras cosas, tengo presente los nombres de los camaradas que dictaron las materias, como el caso de Nicolás Buenaventura que dictaba programa y estatutos; Lelio Rodríguez que dictaba filosofía; Teodosio Varela que dictaba economía. Eso lo que recuerdo de esos camaradas. Se me escaba el nombre del director de la escuela.
- Con sus nuevos conocimientos, ¿Regresa a la misma zona?
Lógicamente regresé a Medellín del Ariari donde me esperaba el Partido y a los 15 días fui profesionalizado al Partido para trabajar como funcionario, como profesional en donde había que visitar las células del Partido, llevar la orientación, hice parte de la zona número una, donde me destacaron unos dos años y posteriormente, me trasladaron a la zona número dos, que quedaba en el municipio de San Juan de Arama y concretamente me tocaba toda esta región que comprendía: Lejanías, La Mesa de Fernández, Mesetas, cerca de la Uribe. Era el área número dos. Fui secretario de organización y a la vez funcionario, es decir, con una ayuda de $2000 pesos mensuales.
- ¿Por qué sale de la zona?
Me salgo de la zona porque me trasladaron para Pereira, capital de Risaralda. Sin embargo, antes de eso debo comentar que en 1972, yo estaba en la zona número dos y allí por mi capacidad, mi trabajo, fui candidato al concejo de San Juan de Arama en la época de la Unión Nacional de Oposición (Uno), precisamente cuando el candidato presidencial era Hernando Echeverri Mejía.
Salgo electo con el compañero Hernando Yate Bonilla, ese compañero fue víctima del paramilitarismo, fueron los primeros muertos que colocó la Uno, concretamente en San Juan de Arama, junto con Rafael Reyes, Pedro Malagón y demás compañeros asesinados del Meta.
San Juan de Arama es un municipio que queda en inmediaciones de Granada y Vistahermosa. Fui concejal de 1972 – 1974. Era la época que uno como concejal no ganaba sino madrazos.
- ¿Qué hizo usted como concejal?
Como concejal comencé a seguir trabajando concretamente aprovechando que se me facilitaba un poco al tener la credencial de concejal. Aprendí empíricamente la fotografía. No hice ningún curso para aprender esta actividad, sino iniciativa propia. Se me facilitaba también mi actividad en mi condición de funcionario porque visitaba las veredas, las células y con los compañeros iba recogiendo los testimonios, las actividades que tenía que hacer en cada vereda, en aquellas veredas que no tenía escuela, tocaba llevar la queja al concejo, hacer una proposición o presentar el proyecto para la construcción de la escuela, los puentes sobre las quebradas y los ríos, el arreglo de caminos, la producción y comercialización de los productos de los campesinos, cerrándole espacio a los intermediarios. Los campesinos no tienen derecho a colocarle el precio a sus productos, se lo coloca es el intermediario, el habilidoso comerciante. Una tarea mía fue luchar por eso para que fueran los campesinos los que le pusieran precio a sus productos. He trabajado en otras regiones y quiero que fuera ley el respeto y el derecho a los campesinos a colocar sus precios.
- ¿En qué año llega usted a la Perla del Otún, Pereira?
Llegué a mediados de 1976. Allí, me tocó ayudar a organizar el histórico paro cívico nacional de 1977, uno de los paros más importantes y contundentes que se hayan dado en Colombia.
- ¿Qué trabajo hizo allí?
Siempre me tocaba en el campo. Me tocaba visitar los municipios, entre otros: Marsella, Apía, Santuario, Belén de Hungría, Mistrató. Eran los municipios donde había partido. Siempre trabajando en la organización, ayudando en la actividad financiera, las marchas y el trabajo político. Cumplía las orientaciones de la dirección regional del Partido.
- ¿Qué hizo usted el 14 de septiembre de 1977 durante el histórico Paro Cívico Nacional siendo presidente de Colombia, Alfonso López Miquelsen, “el mandato caro”?
¡Qué importante pregunta! Durante la semana a mí me tocó ayudar a hacer las grapas para colocarlas en las calles y fuera de eso me tocó a ayudar a empacar aceite quemado en bolsas para lanzarlas en algún lugar pendiente y los carros quedaran patinando. Me tocó levantarme a la una de la mañana para llegar al sitio convenido a las cuatro de la mañana para ir impidiendo el ingreso de carros a la ciudad de Pereira por la parte del municipio de la Virginia y un pueblo del Valle que se me olvida ahora el nombre.
- ¿Qué más hizo?
Esperar los resultados a través de las noticias y saber cómo marchaban las cosas. Fue un gran éxito. Utilizaron volquetas para cargar tierra para conjurar la acción de aceite. En la Popa, en inmediaciones de Pereira y Dosquebradas, estaban en la entrada de Armenia. Había tres grupos trabajándole al Paro. Tanto en Pereira como en el país el Paro resultó exitoso.
- ¿Todo el día estuvo participando de esta actividad?
Todo el día. Estaba joven, tenía espíritu y había motivación. Es decir, moral. Me parece que lo más importante para un revolucionario es la moral que tenga para invertir en el trabajo. Claro, entre más éxitos se obtengan, más moral le da a uno para seguir en la lucha.
- ¿Cuánto tiempo duró en Pereira, la capital de Risaralda?
Duré en Pereira como unos doce años; pero como funcionario solamente como unos cinco años. Allí me casé. El Partido no estaba en condiciones de sostenerme y tuve que acudir a otro tipo de trabajo, entré a trabajar en Círculo de Lectores como vendedor, ingresando como difusor cultural. Allí ascendí. A los tres meses me enviaron a hacer un curso en Medellín de tres meses como jefe de la difusión cultural.
Al regresar, despidieron al que estaba dirigiendo el equipo cultural, seguí con ese equipo teniendo éxito, siendo el primer año campeón nacional de la difusión cultural en Pereira. Nos tocaba todo el norte del Valle y los municipios de Pereira.
Este triunfo creo que lo adquirí por los mismos conocimientos políticos adquiridos en el Partido. Podía desenvolverme, hablar públicamente. En Círculo de Lectores no solamente fui jefe difusor cultural, sino también fui instructor de 19 vendedores, tanto en la mitad de la ciudad de Pereira como varios municipios: La Virginia, La Apia, Santuario y otros pueblos. A nivel departamental yo quedé en tercer lugar. Era un cargo ejecutivo en la empresa.
Estando ahí, me retiré y entré a trabajar con Seguros Bolívar; tuve una compañía con dos abogados que se llamaba: “Rabes y Compañía Ltda”. Era una compañía de seguros, trabajando durante tres años. Seguros de vida, de capitalización, etc.
Y, luego me retiré y entré a trabajar en J. Glotman. Fui cotizado. Fui buen vendedor. Allí, fui director de ventas con un grupo de siete vendedores. Teníamos a don Gabriel Cortés, era un compañero del Partido. Tenía un gran apoyo en él. Me apreciaba mucho y me colaboraba. La demás gente no sabía. Tomábamos traguito en la ciudad los viernes o me invitaba a su casa.
¿Por qué sale de Pereira?
Regresé a ser funcionario del Partido. Las condiciones económicas cambiaron en la época de la Unión Patriótica. Me trasladaron a Magangué, parte baja de la costa, durando solamente tres meses. Me afectó el clima muy caliente, la alimentación también me afectó, entonces me regresé.
De Pereira regresé a Bogotá, trabajando con la Juventud Comunista (Juco), pero me “mamé”. Un bombazo en la sede la Juco el año de 1982, si no estoy mal.
- ¿Cuál es su versión sobre los hechos?
Había dos compañeros celadores porque el edificio era de cuatro pisos, edificio ubicado en la calle 23 con carrera 15. En la primera planta se ubicaba uno y en la superior el otro. Nos dormimos, desatendimos la vigilancia y nos colocamos un artefacto al pie y cuando sentimos fue bombazo, fue como a las dos de la mañana. El primer piso quedó destruido en un 80 por ciento. Eso fue reconstruido.
- ¿Cómo se salvaron ustedes?
Porque yo estaba en el cuarto piso y mi compañero en el tercero, durmiendo. Uno dice que no, pero sí, porque uno de vigilante era asediado hasta de los mismos compañeros, porque nos llamaban a la una de la mañana, dos de la mañana y nos decían: “Hijueputas no se van a dormir porque los vamos a acabar”. Creo que eran los mismos compañeros que estaban pendientes de uno porque a pesar de todas las sedes políticas en Bogotá había coordinación de seguridad y yo llegué a ser coordinador de estas sedes y tocaba estar llamando frecuentemente a los compañeros en la noche colocándolos en alerta para que no los venciera el sueño.
Porque eso de levantarse a las cinco de la tarde, irse a coger turno a las siete de la noche, al otro día entregar a las siete de la mañana, llegar a la casa nueve o diez de la mañana sin dormir y llega y duerme solamente tres horitas, eso no es el tiempo suficiente para uno estar bien. Llega uno siempre cansado y con sueño. Ese le puede pasar a cualquier celador. Yo fui celador en la sede del Partido en la calle 19 con avenida Caracas, durante algún tiempo, creo que entre seis y ocho meses, pero la mayor parte lo estuvo fue en la sede de la Juco. Allí, estaba el día que mataron al camarada José Antequera, en el aeropuerto “El Dorado”.
- ¿Hasta qué año se queda en Bogotá?
En Bogotá hubo un accidente interno de la Juventud Comunista (Juco). Yo era el coordinador de seguridad y había colocado especial seguridad porque había pleno central de la Juco. Había compañeros de distintas partes del país. Colocamos a dos personas en la seguridad: Uno cubriendo hacia la carrera y el otro hacia la calle. El de la carrera distrajo al otro compañero. Además, amagó con dispararle con tan mala suerte que oprimió el gatillo y lo mató.
Fue una tragedia. En varias oportunidades intentaron desaparecerme, querían conocer mi versión y me abstuve por evitar mayores problemas. El Partido me trasladó para el Tolima, Ibagué. Desde esa época estoy en esta ciudad.
- ¿Quién fue el muerto?
Fue un compañero de la Juco. No recuerdo su nombre.
- ¿Qué sigue para usted en el Tolima?
No llegué a Ibagué como funcionario, llegué prácticamente como “camuflado” durante un tiempo debido a los acontecimientos sucedidos en Bogotá. Me quedé. Milité en la cédula del camarada Raúl Rojas González. Trabajé un buen tiempo pero no en la dirección. Nadie me conocía como dirigente en el Tolima.
Después de un tiempo, tuve un negocio en la plaza de la calle 14, era una actividad de plásticos desechables, una especie de miscelánea. Me iba muy bien. Pero descuidé mi trabajo. Entré a hacer un curso en la universidad Cooperativa de Colombia sobre dirigente comercial, colocándome a liderar las cuatro plazas de mercado de Ibagué.
Llegué a ser el presidente del comité pro defensa de las plazas de mercado de Ibagué, haciéndose algunas actividades como el planchón de la calle 14, las reformas en la plaza de mercado de la calle 21, la plaza el Jardín y en la plaza de la calle 28. Esas reformas hechas hace 17 años tuvieron que ver con nuestra actividad y la participación de muchos más compañeros, los que no eran del Partido Comunista.
Después de eso, me fui hacia otro lugar donde trabajé como siete años en la actividad política.
- Hablemos un poquito de la Unión Patriótica: ¿Cómo se entera usted de este movimiento?
Durante el surgimiento de la Unión Patriótica yo estaba en Pereira. Estaba con los camaradas Gildardo Castaño, era el secretario político del regional de Risaralda, fue víctima del paramilitarismo.
- ¿Por qué entró usted a hacer parte de la Unión Patriótica?
Entré a hacer parte de la Unión Patriótica porque era un movimiento que nacía de unos acuerdos que hubieron en la Uribe y en estos acuerdos salieron muchos compañeros de las Farc a hacer política y se conformó la Unión Patriótica y el Partido Comunista su tarea era, entrar a dirigir este proceso de masas y llegó a tener tanta acogida que al gobierno lo puso a temblar, lo mismo que a la oligarquía, porque la versión era que la Unión Patriótica se iba a tomar el poder, con la candidatura presidencial de Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Osa, que fue otro candidato presidencial.
El pueblo iba para la cima del poder, iba a triunfar con este movimiento en su época que fue diezmado como es bien conocido por todos.
- ¿Qué recuerda de los principales líderes de la Unión Patriótica en el departamento de Risaralda?
Recuerdo de: Gildardo Castaño, Antonio Ramírez, Rodrigo López, Domingo Taborda y algunos profesores de la universidad tecnológica de Pereira, docentes que en su mayoría eran miembros de la dirección del Partido Comunista. Todos líderes del Partido Comunista y de la Unión Patriótica.
- A nivel nacional, ¿Líderes recuerda ahora?
De la Unión Patriótica, muchísimos, muchísimos: Miller Chacón, Teófilo Forero, Manuel Cepeda Vargas, Víctor J. Merchán, José Cardona Hoyos, Israel Ortigoza, Rafael Aguja Sanabria, Rafael Cely, recuerdo casi a todos los miembros del comité central. Me da cierta cosa recordar gente tan valioso e importante en su época, pero serían más importantes si estuviesen vivos.
- ¿Fue candidato a alguna corporación por la Unión Patriótica?
No señor. Tampoco como funcionario, fui funcionario del Partido Comunista. A partir de los 18 años he sido durante períodos funcionarios del Partido. Con algunos descansos, como cuando me casé y como a los cinco años volvía a ser funcionario del Partido. En la actualidad soy dirigente pero no funcionario.
- ¿Qué piensa usted del resurgir hoy de la Unión Patriótica en Colombia?
Esto se debe haber presentado mucho antes de este tiempo que fue nuevamente renacida la Unión Patriótica. Fue un tiempo que se perdió, un tiempo que se estancó en el proceso revolucionario y que quizás la idea de uno es llegar al poder, que el pueblo llegue al poder, es la idea que tenemos los comunistas que somos conscientes y que tenemos raíces muy profundas del marxismo – leninismo, uno llegar a ver su patria libre, independiente y grande. Es el anhelo que permanentemente hay en uno.
Entonces, qué lástima quince o más años que se perdieron del trabajo de la Unión Patriótica. Porque la Unión Patriótica aún sigue siendo la esperanza del pueblo de aglutinar todos los movimientos y partidos, porque siempre yo lo he manifestado en reuniones con mis camaradas, que todos los movimientos, organizaciones de izquierda y de oposición, son fruto del Partido Comunista que es el principal luchador y que sus 85 años están reflejados ahí en el movimiento de masas.
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