martes, 10 de marzo de 2015

Hace 25 años el M – 19 entregó las armas

Hace 25 años, el M-19 dejó las armas, Carlos Pizarro, líder de la organización, con sombrero blanco entregó su arma.- Foto El Espectador
Por Nelson Lombana Silva


 Hace 25 años el movimiento 19 de abril (M – 19) entregó las armas reintegrándose a la vida civil después de un período de lucha armada. Sería interesante recordar qué se pactó y qué se concretó en la práctica sobre todo en beneficio del pueblo colombiano. Hacer un balance crítico y autocrítico en cuanto si valió la pena el esfuerzo de abandonar la lucha armada y el comportamiento político para asumir el nuevo desafío en las plazas públicas. Es más: Si el esfuerzo heroico de los fundadores se ve compensado con el comportamiento político de los sobrevivientes de esta organización otrora política – militar.



Los resultados son magros a favor del pueblo, no hubo cambios sustanciales que le representaran dividendos al pueblo colombiano secularmente engañado y explotado. El M – 19 no era un movimiento revolucionario con algún pensamiento marxista – leninista, era un movimiento nacionalista que se caracterizó por hechos espectaculares como la toma de la embajada Dominicana, la retención de la espada de Bolívar, el hurto de las armas del cantón norte en Bogotá y la toma del Palacio de Justicia, además de la detención de los carros distribuidores de leche para ser entregada a los más pobres en el sur de Bogotá.


Ahora que se adelanta un proceso de diálogo con el movimiento insurgente de las  Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (Farc – Ep) y el presidente pro imperialista Juan Manuel Santos Calderón, cae al dedillo abrir el debate al interior del pueblo y de la clase dirigente burguesa, para determinar clara y críticamente los resultados de este proceso de desmovilización. Qué hay de positivo y qué hay de negativo, observando por supuesto diferencias abismales entre un movimiento guerrillero y el otro.


Quizás lo rescatable está en la participación de este movimiento desmovilizado en la asamblea constituyente que dio origen a la constitución nacional de 1991. Lo demás: puestos burocráticos, posiciones ambiguas, exageradamente “rosaditas”, disposición de administrarle el capital a la burguesía y una que otra declaración importante para el avance de la izquierda consecuente y la paz con justicia social.


Al parecer los cuadros políticos y consecuentes con el proyecto original fueron asesinados, muchos ya desmovilizados, quizás quedaron los más abyectos al gobierno. Incluso, algunos no tuvieron inconvenientes en pasar de la supuesta extrema izquierda a la extrema derecha como Everth Bustamante, entre otros.


Claro, seguramente hay todavía miembros de esta organización consecuentes con el ideario presupuestado cuando decidieron tomar la espada del libertador Simón Bolívar. No se puede generalizar ni en bien, ni en mal, lo que sucede es que estos no tienen poder decisorio, seguramente fueron relegados a un segundo plano.


La figura de Jaime Báteman Cayón, el mismo Pizarro León Gómez, la Chiqui, entre otros son ejemplos ilustrativos, de comandantes que a nuestro parecer fueron honrados y consecuentes con la lucha revolucionaria, murieron antes de hacerle concesiones al criminal régimen capitalista.


No es de bien recibo que para la celebración de los 25 años, el personaje principal haya sido el presidente Santos. Muy tieso y muy majo el ex ministro del general Uribe, aprovechó para insistir en el sonsonete de que las Farc deben seguir ese ejemplo. No se puede comparar la miel con la pomada. Una cosa fue el M – 19 y otra bien distinta es la Farc – Ep.  Jamás invitaríamos a nuestro cumpleaños al responsable del asesinato de nuestro hermano de clase. Hay que perdonar pero no olvidar.


No  creemos que el M – 19 haya comprendido perfectamente la lucha de clases, la percepción es que se inclinó más por la conciliación y el cálculo personalista. Eso está claro.


Hay que aprender de los hechos y solo se aprende si se le mira todas sus aristas sin apasionamientos y con criterio crítico y autocrítico desde la alteridad científica, es decir, marxista – leninista.

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