martes, 28 de agosto de 2018

Los medios de comunicación también deberían responder

Por Nelson Lombana Silva

Los medios masivos de comunicación, los grandes pulpos informativos del establecimiento, deberían también responder por sus actos durante más de cincuenta años de cruda violencia en Colombia. No pueden presentarse como mansas palomas, neutrales o por encima del mal y del bien como socarronamente lo vienen insinuando. Ellos tienen que ver en esos más de 8 millones de víctimas que ha sufrido Colombia durante este largo y azaroso período de violencia que pareciera no tener fin, porque el sainete dantesco de asesinatos de líderes y lideresas del pueblo continúa en este país sudamericano.


Se han prestado para engañar y embrutecer el pueblo. Tergiversar la realidad cotidiana, presentar a las víctimas como victimarios y a los victimarios como víctimas. No han dudado en colocar todo el poder mediático para justificar la violencia y la brutal explotación del hombre por el hombre.

No en vano, Eduardo Galeano, los llamó: “Medios de incomunicación”. Realmente el daño que estos pulpos informativos le han hecho a Colombia, a la paz, a la democracia, a la verdad y a la justicia, resulta inmenso y difícilmente se podría cuantificar y cualificar.

No hay peor crimen que mentir, tergiversar, engañar, azuzar, acusar y estigmatizar a un pueblo inerme que aún no ha rato sus cadenas como le viene sucediendo al pueblo colombiano, por parte de estos monopolios informativos como Caracol, RCN, El Tiempo, El Espectador, la Revista Semana, etc, etc.

Cínicamente se declaran de interés público, cuando honestamente deberían declararse de interés privado, particular, en favor de la clase gobernante, la corrupta oligarquía liberal – conservadora.

Cuando el incidente terrible del Palacio de Justicia – por ejemplo – todas las cadenas suspendieron la información por censura y autocensura, comenzando a transmitir al unísono un partido de fútbol que se jugaba en el estadio Nemesio Camacho El Campin de Bogotá. Solo un pequeño ejemplo.

Cómo se unieron para airear, estimular y apoyar de alguna manera el desarrollo del paramilitarismo durante los ocho años de dictadura del narcoparamilitar ex presidente Álvaro Uribe Vélez, según la CIA.  Ese “sicario del periodismo”, Darío Arismendi no bajaba a los cabecillas del paramilitarismo de “comandantes”. Comandante Mancuso, comandante Jorge 40, etc, mientras a la guerrilla, movimiento político, empleaba y emplea aun los peores epítetos. El lenguaje violento ha predominado en estos medios masivos de incomunicación.

¿No es correcto y obvio, que estos pulpos respondan por sus canalladas desinformativas y violentas en el marco del proceso de paz que se viene desarrollando a cuentagotas con la ex guerrilla fariana? ¿Cuántas vidas se han venido segando en este país por culpa de la desinformación, la calumnia y la desinformación?

Cuando el magnicidio del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948 en Bogotá, los medios impusieron exclusivamente la versión de la clase dominante. Mariano Ospina Pérez, sostuvo que no se sabía con certeza quién había matado a Gaitán, la única certeza era que había sido obra del comunismo internacional. No se sabía quién, sin embargo, se afirmaba categóricamente que había sido obra supuestamente del comunismo internacional.  Los medios repitieron maquinalmente esta versión hasta imponerla como dogma.

Así, inventaron la versión que todo lo malo que le pasara al país era culpa del comunismo. Todavía repiten esta infamia como real y novedosa en los medios masivos de comunicación.

Por estos días, se anuncia que Caracol radio transmitirá su programa desinformativo de la mañana desde la ciudad musical de Colombia, Ibagué. Sería la oportunidad de declarar persona no grata a ese tal Darío Arismendi que todos los días desinforma, miente, calumnia, asesina la información veraz, en relación con la hermana república bolivariana de Venezuela.   Repite maquinalmente el boletín que la CIA le suministra seguramente por unas sucias monedas de más, al parecer y considerando la dinámica del capitalismo.

Las facultades y los estudiantes de periodismo no pueden tener a estos siniestros “periodistas” como ejemplos o modelos o paradigmas. No son periodistas. Son máquinas de la clase dominante compradas para alienar al pueblo colombiano. Es una vergüenza para Ibagué que estos “sicarios del periodismo” lleguen a esta ciudad que lucha por erradicar la corrupción y la politiquería infame que durante tantos años ha anidado en las alturas del poder por obra y gracia de una clase política corrupta y unos medios de incomunicación que han estado al servicio de esta infame politiquería.

Como respuesta contundente, hay que apagar todos los receptores ese día en Ibagué y el Tolima. El pueblo ibaguereño debe desintoxicarse y nutrirse de los medios alternativos de comunicación que contra viento y marea se abren espacio, en la dinámica de crear receptores críticos, analíticos y propositivos y no alienados, sumisos y pasivos. Esos medios masivos, deben responder por su práctica infame y deshonesta que los ha caracterizado históricamente. Si no lo hacen, hay que obligarlos con la indiferencia de las muchedumbres. Hay que demandar unos medios masivos verdaderamente democráticos y éticos que expresen el sentimiento de la Colombia plural y diversa.


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