Ayer estaba de cumpleaños. Son 56 primaveras de vida forjada a la intemperie, sin arrogancia, ni apetitos personales, solo colocando la profesión al servicio del proceso revolucionario. Cada quien tenemos un deber de aportar a la destrucción de las relaciones capitalistas y a la construcción de las relaciones socialistas. Se da todo a cambio de nada.
El suceso no fue impedimento para asistir a un debate radial con uribistas y liberales de derecha. El uribista, un joven profesional que solo sabe repetir el libreto de Uribe. No se salió un milímetro de ese libreto. El liberal, por su parte, un hombre también entrado en años, ex concejal, que trató de adobar la mentira con el buen manejo del idioma.
Ambos, sostuvieron el mismo cuento: Chávez fue un dictador, Maduro es un incapaz, hay un caos y este pueblo no sabe para dónde va. Así se podría sintetizar la habladuría de los dos contertulios.
Con nuestros limitados conocimientos intentamos salirle al paso a esa palabrería insulsa y repetitiva de la clase dominante.
Propusimos a consideración de los radioescuchas unas cuantas tesis: 1. En esta república hay un proceso democrático y revolucionario en marcha. Nace el Socialismo siglo XXI poco a poco y muere poco a poco el capitalismo y la burguesía mantuana. Es decir, no ha nacido totalmente este proyecto, ni ha muerto totalmente el capitalismo. Eso explica el momento de desarrollo intenso de la lucha de clases. 2. Los grandes medios de comunicación han perdido toda decencia y eticidad, han roto la neutralidad y se han puesto abiertamente a favor de esa clase oligárquica moribunda. 3. En Venezuela no hay oposición, hay rufianes pagos por los Estados Unidos para quebrantar el orden y el hermoso proceso revolucionario.
Para intentar sustentar estas tres tesis, nos guiamos fundamentalmente por las estadísticas y los datos suministrados por la consultora privada Datanalisis, encuesta que dio a conocer la periodista Érika Ortega Sanoja.
Recordamos el célebre pronunciamiento del comandante Hugo Chávez Frías, al decir: “En Venezuela, más pronto que tarde, no habrá un solo niño en la calle, ni un indigente, ninguna familia abandonada. ¡Eso debe ser objetivo supremo de nuestra Revolución!”
Con base en este pronunciamiento preguntamos a los contertulios: Un dirigente que habla así, ¿Se puede calificar de dictador? Un dirigente que se para enhiesto a defender la soberanía nacional, la dignidad del pueblo patriota, cuna del libertador Simón Bolívar, ¿Se puede calificar de dictador? Un presidente que levanta la cara y le habla a los Estados Unidos de tú a tú, ¿Se puede catalogar de dictador?
Algunas estadistas a vuelo de mariposas amarillas esgrimimos para sustentar nuestros planteamientos. Por ejemplo, en el 2012, Venezuela ocupó el tercer lugar de los países con menor porcentaje de pobreza en la Latinoamérica dicho por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), otorgó en 2012 un reconocimiento a Venezuela por la reducción del hambre y la pobreza extrema en más del 50 por ciento.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) reveló que en el primer semestre de 1997, durante el gobierno del derechista Rafael Caldera, el 55,6 por ciento era pobre y de ese porcentaje el 25,5 por ciento estaba en la extrema pobreza. Para el segundo semestre de 2011, solo el 26,5 por ciento vivía en la pobreza y en la extrema pobreza el 7 por ciento.
Un proceso revolucionario serio comienza por la educación y la salud pública. Así lo hizo Cuba y así lo viene desarrollando la hermana república bolivariana de Venezuela. Lo demuestran las misiones educativas como Robinson para alfabetización y primaria; Ribas para el bachillerato; Sucre para el universitario. Ese fue el gran sueño del comandante Chávez. Asignó el 6 por ciento del producto interno bruto (PIB). El 28 de octubre de 2005, la UNESCO declaró a Venezuela: “Territorio libre de Analfabetismo”.
Es más, la misión Robinson fue fundamental para alfabetizar 1.482.000 compatriotas, en su gran mayoría pertenecientes a la tercera edad. Y como si esto fuera poco, desde el inicio del proceso revolucionario bolivariano se han creado 42 universidades más. Pero si esto no es suficiente, va un dato comparativo más: Antes de 1999, solo podían acceder a la educación superior unos 700 mil jóvenes en promedio, con la revolución bolivariana la cifra pasó rápidamente a más de 2 millones, en promedio.
En el marco del lanzamiento de la Gran Misión Vivienda Venezuela, el comandante Chávez, dijo: “El drama de la vivienda no tiene solución en el capitalismo. Aquí lo vamos a solucionar con socialismo y más socialismo”. Dicho y hecho: Al momento se han entregado más de un millón de viviendas humanas y perfectamente terminadas y dotadas.
Lo mismo ha sucedido con la salud. El paciente no tiene que hacer filas para llegar al médico, es el médico que va al hogar con su medicina preventiva, no curativa. Los medicamentos están al alcance de todos y todas.
Un gobierno que actúa así, ¿Se puede calificar de dictador? Un proceso que se preocupa por valorar sus recursos naturales, ¿Se puede calificar de dictadura?
La encuesta que dio a conocer la periodista Érika Ortega Sanoja, que no publica los grandes medios de comunicación por supuesto, resulta bastante reveladora. Son cifras elocuentes. Por ejemplo, solo entre el 2 y 3 por ciento de venezolanos se declaran en oposición al proceso revolucionario.
El 56 por ciento de los encuestados señalan estar en desacuerdo y poco interesados en participar en marchas o concentraciones de la oposición. El 71 por ciento, tiene la misma opinión sobre los cortes de calle, autopistas y avenidas, la nueva modalidad de protestas por la seudo oposición denominada “trancazo”.
El 85 por ciento afirma no estar dispuesto a participar en guarimbas, ni enfrentamientos con agentes del orden público en Venezuela. El 84 por ciento está de acuerdo con un diálogo entre la oposición y el gobierno para resolver el actual conflicto. Es más: El 58 por ciento de los venezolanos prefiere que el presidente Maduro tome las medidas necesarias para resolver los problemas económicos del país. Es decir, la mayoría apoya al compañero presidente Nicolás Maduro Moros.
Por supuesto que hay dificultades, pues no existe en el mundo un solo proceso perfecto. Pero no es como lo pintan los medios adictos al imperialismo y a la burguesía mantuana. La realidad es bien diferente. Por lo tanto, hay que apoyar el proceso revolucionario para que éste se desarrolle y se radicalice, seguramente con la Asamblea Nacional Constituyente y otras iniciativas que el pueblo venezolano sabrá adoptar.
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