jueves, 26 de enero de 2017

Primero fue el genocidio contra la Up, ¿Ahora qué?

Por Nelson Lombana Silva

Para entender y dimensionar el presente hay que saber del pasado, de lo contrario nos exponemos a divagar o sencillamente dar palos de ciego. Santillana lo dijo: “El que no conoce la historia está condenado a repetirla”.



Quienes tuvimos la oportunidad de vivir el proceso de desarrollo y florecimiento de la Unión Patriótica, podemos perfectamente establecer similitudes comparativas con el proceso que estamos viviendo. Y encontramos que tanto ayer como hoy, hay en el pueblo una sed infinita de paz con justicia social.


Y tiene fundamento y razón de ser este sueño dorado del pueblo colombiano, por cuanto él ha vivido en carne propia los horrores del terrorismo de Estado, la violencia que ha desatado la clase dirigente liberal – conservadora para sostenerse en las alturas del poder y explotar sin piedad alguna al pueblo humilde y desamparado que aún no ha podido encontrar la forma de liberarse de estas terribles ataduras.


La Up se concretó durante el gobierno de Belisario Betancur en 1985, como producto de los acuerdos suscritos con las Farc – Ep. El movimiento guerrillero miraba con gran expectativa la posibilidad de continuar la lucha diciéndole adiós a las armas, desarrollando el poder mágico de la palabra. Este tránsito se concibió como un proceso paulatino y la Up era el instrumento idóneo para dicha metamorfosis.


El pueblo, a pesar del analfabetismo político en que lo ha mantenido esta apátrida clase dirigente, vibró emocionado y desde distintas regiones del país hubo pronunciamientos y distintas manifestaciones de solidaridad y respaldo a la iniciativa del movimiento insurgente y del presidente Betancur Cuartas. Los resultados electorales fueron una muestra inequívoca. La Up creció como la espuma y la bandera verde y amarilla se agitó con esperanza en toda la geografía nacional, inclusive en el Parlamento. Muchos no dudaron al decir: “Vamos al poder sin disparar un tiro, solo disparando ideas y argumentos que da la razón”.


La guerrilla aceptó el reto. Comenzó a desplegar cuadros por el país para anunciar la nueva dinámica política. Grandes y combativas movilizaciones. Muchos escépticos, abstencionistas, liberales y conservadores miraron la Up como una alternativa y no dudaron en hacer parte de ella. La esperanza tomó forma.


El enemigo de clase, hostil a todo proceso democrático y reivindicativo a favor del pueblo, asumió la cruel postura de exacerbar el terrorismo de Estado y bajo la orden expresa de los Estados Unidos del enemigo interno, implementó siniestros y sanguinolentos planes de exterminio como Baile Rojo, Golpe de Gracia fase 1 y 2, entre otros. Mató el sueño del pueblo sin piedad alguna. Asesinó la esperanza en primavera. Son cinco mil militantes, amigos y simpatizantes de la Up asesinados, unas veces por el militarismo, en otras por el paramilitarismo y en otras en tenaza, en conjunto.


¿Qué pasa hoy?


Hoy se vive un ambiente muy similar en muchos aspectos. De un lado la gran esperanza del pueblo, el sueño de poder volver a pescar de noche como diría el oligarca Darío Echandía. Un acuerdo que se ha concretado en la Habana y firmado en el teatro Colón de Bogotá, después de largos cinco años de discusión dialéctica con avances y retrocesos, saltos y sobresaltos.


De otro lado la alegría al interior del pueblo, especialmente del campesino y del indígena, sectores importantes que han sufrido en carne propia los rigores de la violencia. Tienen suficientes argumentos para dimensionar el acuerdo porque realmente sí saben cuáles son los efectos de la violencia por más de 50 años, orientada por la oligarquía liberal – conservadora.


Hay, igualmente, otra similitud dolorosa y preocupante: La racha de asesinatos contra líderes populares, sindicales, campesinos, indígenas y políticos. Exactamente como el anterior proceso devastador y apocalíptico. No son grandes y numerosas masacres. Pero sí asesinatos permanentes en distintas regiones del país, simple y llanamente para poder afirmar cínicamente que son hechos aislados y circunstanciales. En realidad son los mismos libretos.


Sur del Tolima


Todo indicaría que el espacio que ha venido dejando las Farc – Ep en esta región de Colombia, lo viene copando rápidamente la delincuencia. Pero no cualquier tipo de delincuencia, al parecer delincuencia organizada y de alguna manera tolerada e incluso, apoyada por las autoridades, especialmente militares.


La franja compuesta por los municipios de Espinal, Guamo, Saldaña, Purificación, Coyaima y Natagaima, al parecer se ha convertido en escenario de fuerzas oscuras, mafiosas y paramilitares, a pesar de que el ministro de defensa jure y rejure que no hay paramilitarismo en Colombia. Los hechos demuestran lo contrario.


La comunidad está atemorizada. No solamente circulan panfletos con holgura y frecuencia, sino también amenazas y asesinatos en esta franja. Opera un sujeto que se dice llamar Pastor, al parecer desertor de las Farc – Ep, quien viene extorsionando a nombre de este movimiento. Es mechudo y anda con un muchacho joven y una mujer. Su arma permanente es una pistola 9 milímetros y al parecer tiene consigo 2 fusiles AK 47 y un galil. Se mueve libremente sin que las autoridades procedan a detenerlo e investigarlo, según señala la comunidad de esta región.


Según la comunidad del municipio de Ortega, hace aproximadamente seis meses las autoridades programaron un supuesto encuentro de  restitución de tierras en la vereda Balsillas, a dicho encuentro asistieron aproximadamente 40 personas entre jóvenes y adultos. Dicho encuentro al parecer terminó en una especie de entrenamiento militar. Y aunque la mayoría regresó a sus casas de origen algunos se quedaron.


Igualmente, la comunidad mira con preocupación la forma alarmante como se ha disparado la delincuencia. El robo, los atracos, las extorsiones, se han incrementado notoriamente en esta franja del sur del Tolima. A pesar de la cruda militarización la delincuencia se mueve libremente como pedro por su casa, dijeron las personas entrevistas y que obviamente pidieron que sus nombres se mantengan en reserva.


Así las cosas, la comunidad preocupada, de alguna manera se pregunta: ¿Se repetirá la historia? El gobierno departamental y nacional tiene la palabra.



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