lunes, 16 de enero de 2017

El gran juglar del Tolima se llama Benjamín Guzmán Rodríguez

Por Nelson Lombana Silva

Benjamín Guzmán Rodríguez es un campesino tolimense, nacido el 4 de abril de 1947, en el municipio de Rioblanco, exactamente en el histórico corregimiento de la Herrera. Desde los tres años empezó a padecer los rigores de la cruda violencia inventada por los partidos tradicionales, el liberal y el conservador.



Su infancia la vivió bajo el estruendo de las bombas, los ametrallamientos, las lágrimas, el dolor y la sangre de sus hermanos campesinos. Era el horror del terrorismo de Estado que estremeció el sur del Tolima con sus crímenes horripilantes. Los paramilitares de hoy, llamados ayer, Chulavita impusieron la política de tierra arrasada aplaudida y apoyada por Laureano Gómez, Mariano Ospina Pérez, Carlos Lleras Restrepo, Alberto Lleras Camargo, entre otros.


En más de una vez estuvo a punto de ser asesinado. Dormir en el monte, a la orilla de los ríos y riachuelos, bajo corpulentos árboles y caletas, fue la constante durante su niñez y pare de su juventud. En ese ambiente de zozobra e incertidumbre permanente comenzaba a forjarse a la intemperie un artista popular consecuente con su clase social. Un verdadero juglar que hoy irrumpe con ímpetu volcánico en la arena nacional e internacional incluso, pues ha tenido la oportunidad de cantar y trovar en la hermana república bolivariana de Venezuela, gracias al respaldo de Piedad Córdoba.


Con su guitarra conoce prácticamente todas las regiones del país. Con su humor oceánico y la crítica al régimen capitalista, Benjamín inunda los escenarios con sus canciones que retratan fielmente las vivencias del pueblo, especialmente el campesino, secularmente engañado y explotado por la oligarquía colombiana. Sus composiciones que no escribe, las memoriza mágicamente, son lamentos, denuncias y esperanzas en la construcción de una nueva sociedad.


De alguna manera, fue protagonista y testigo de excepción de la resistencia campesina en el sur del Tolima y el surgimiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (Farc – Ep). Nadie le contó esta historia, él la vivió de principio a fin. Por eso tiene clara la película. Sabe perfectamente que fue el gobierno quien empujó al abismo de la lucha armada a un puñado de campesinos liderados por Manuel Marulanda Vélez y muchos otros líderes que sus sacrificios escribieron realmente páginas de gloria.


Pero, ¿cómo comenzó a forjarse el artista? ¿En qué condiciones? Dejemos que sea él quien nos responda con sus propias palabras estos interrogantes: “Siempre naciendo en Herrera donde nace el río que les baña las colas a los cayaimunos, hay unos torcidos y hay unos buenos que sí paga que le laven con las aguas del Saldaña, entre esos, los que sean de izquierda”.


“Resulta que yo en la parte donde nací, en esos tiempos que pasó la “guerrita”, usted iba a una finca y habían azadones, machetes, garabatos para uno no cortarse la mano, pues con ese garabato coge el monte y le da machete para no irse a cortar, una mula, una enjalma, unos barrotes de ponerle para arrastrar carga, rejos. Pero, en esa casa de herramienta, en la siguiente pieza, también encontraba una guitarra. Era la serenata con guitarra, bandola, pero también habían tres, cuatro fusiles, hasta una ametralladora FA que era siete milímetros. En la finca había todo eso. Eso era público, eso no era raro”.


“Eso quedó ahí, eso no hubo desarme ni nada. Si a usted le gustaba echar plomo pues ahí había un fusil y si le gustaba trabajar había un azadón o un machete y si le gustaba tocar había un tiple, una guitarra, una bandola. A mí me gustaron las guitarras y las mujeres. A mí me gustó por ahí”.


“Cuando yo fui a ser bachiller a Cali, me gusta ver a unos muchachos como tocaban; entonces cuando vine yo ya cogía la guitarra de Reinerio y le daba tocando. Comencé a tocar guitarra, primero a jurgonazos con un tiple, teniendo yo ocho o nueve años. Yo le hacía con el tiple”.


“A mí me llevaba el finado Peligro (qué tristeza que fue el peor enemigo de la izquierda), era el general Peligro, era Leopoldo García de la vereda de Rioblanco, de Anamichú. Él era un toca guitarra, Canario, Ernesto Caleño de Yaguara, abajito de Chaparral. Ese era canario. Saltarín. Toda esa gente tocaba tiple, guitarra. Saltarín era Cupertino Cerquera, también de Yaguara. Es una vereda entrando al municipio de Chaparral. Eran guerrilleros. Ellos tocaban guitarra. Entonces, cuando iba a Cali, canción que era nueva yo me la aprendía en un ratico, entonces al regresar ellos le decían a papá: Deje ir al monito para que él cante. Me daban hasta mula. A veces cuando iban a Bilbao (Planadas hoy), me llevaban a cantar, porque yo sabía canciones nuevas y toda esa cosa”.


“Papás se ponía bravo. Decía: Ese se va a volver un borracho. No, yo no era un borracho. Yo era querido por esa guerrilla. Lo primero y lo segundo por la lengua. Yo nunca era soplón. Lo que se habla, se habla y cuando se recocha, se recocha, lo que hay que retener hay que retener así me muera en la raya. De ahí, vino el cariño. Y caminábamos y a veces nos veníamos para el Puerto, para Rioblanco. Camine Benjamín. En Rioblanco había un vergajo que le decían “pescuezo”, que fue alcalde en Ortega. Un Hermógenes no sé qué. Tocaba guitarra muy putamente”.


“De ahí se principió y yo fui y cogía el tiple, por ahí de diez años cogí la guitarra y me volví un “zurrunguero”.


¿Integró algún conjunto musical?, le preguntamos después de una amplia carcajada tan característica en Benjamín Guzmán Rodríguez. “Tuvimos conjuntos, claro, en Herrera y después en Planadas, me volví conjunto y después fui cotero en Villavicencio, entonces ahí me hice mi conjunto y yo tocaba en Puerto López, en Granada. Ya me volví un músico”.


¿Tenían nombre esos conjuntos?, insistimos: “Mi nombre ha sido “orgullo del Tolima”, en Chaparral (Tolima) mi grupo se llama: “Brisas del Tolima”, donde canto boronitas de panela, donde canto la chaparraluna, la mujer colombiana, una canción que me robó Darío Darío que se llama: El Triste. Muchos me llaman el triste cuando paso, otros me llaman el pobre maniquí, son mis amigos, yo no les hago caso, ellos tienen razón de llamarme así, yo no comprendo por qué razón un hombre macho como yo, un par de piernas lo vuelven mierda y una carita lo hace un huevón”.


“Esa canción la hice yo, se la mandé a Juan Carlos Zarabanda y Juan Carlos dijo que era muy grosera y cuando me acordé era que la estaba cantando Darío Darío y con eso tiene el disco de plata en Venezuela”.


Esta confesión sorprende. Esta canción es famosísima en Colombia también. Se escucha en las emisoras y en los conciertos de Darío Darío, cantante de música popular de Chaparral (Tolima), al igual que Juan Carlos Zarabanda. ¿Cómo así que usted es el compositor de esta canción? “Me dieron un despegue en la alcaldía de Chaparral de celador por ahí en un sitio donde tienen carro. Entonces, se lanzó un vergajo a la alcaldía, pero era el almacenista. Y ese hijueputa pícaro almacenista cogió al alcalde por delante y él hacía política y yo de celador, a media noche, que vengo por una retro, por una volqueta, pero eso tiene que venir el permiso del alcalde, le decía al chofer, y el chofer me decía: Es que quiere que lo echen. Y si se llega a varar por allá. ¿Quién sale perjudicado? Estuve de buenas que nunca se varó. Pero también venía borracho en un carro nuevo, consiguió un carro nuevo el hijuemadre y era solo hijueputazos, entonces yo hice la canción titulada: El Hijueputa. Ya el hijueputa sin saludar, estrenando carro nuevo, bueno me hice una canción bien verraca. Se la mandé a Silvio Brito a Aguachica, que semos amigos. Yo estuve en la petrolera. Dijo que muy grosera. La canta Lisandro Mesa y como hay un pueblo en Boyacá que se llama Tuta, entonces se llama el Hijo de Tuta. Ese es un dicimbrero bueno. Claro, yo la compuse. Lo único que hicieron fue cambiar hijueputa por el hijo de tuta. (Carcajadas estridentes)”.


Pero, no le han reconocido su autoría. Responde: “Nadie, nadie. Aquí (Ibagué) gané un concurso con una canción, aquí en la concha acústica con Boronitas de Panela, me gané 400 mil para mí, 400 mil para el compañero y el charrasquero le di, nos dieron un millón de pesos y los pasajes, pero nunca he tenido un reconocimiento de los que pueden, no, nunca. Y nunca lo voy a tener ya”.


Usted con su guitarrita, con su arte, ha recorrido muchas regiones del país. ¿En qué partes ha estado? “Con esta guitarra he estado en parrandos llaneros, por decir, donde Piedad me mandó a Venezuela, con vuelo de aquí a Caracas y de ahí a un pueblo por allá, donde pega con Brasil. En el lindero estuve tocando muy bueno, estuve en Villavicencio, representando con mi guitarra, estuve allá en un folclor que se hace en el Putumayo, en Mocoa. Yo estuve abajo en San José de Guaviare, todo pago. Estuve en una representación en Neiva, me mandaron a representar el marido de la Sombrerera, la sombrerera chaparraluna que se viste de ceda y sus sanos elogios son con la luna, y al compás de tus notas fueron mecías todas tus cunas, Chaparral de los grandes, gentes alegres como ninguna”.


“Yo pasé por patrocinio. Y Rosa, la mujer, yo hice la presentación y canté bien la chaparraluna y aquí en las universidades yo he estado, en las cumbres, allá, en el último piso de Avianca, Piedad me regaló una guitarra que tengo muy bonita”. ¿Piedad Córdoba? “Piedad Córdoba, mi jefe. Ella llama mi jefe porque esa donde la llamo, yo tengo un teléfono especial, la llamo y ella me contesta. ¿Qué pasa Benjamín? Ella sí me dice: Benjamín, no se vaya a dejar matar que yo del hoyo sí no lo saco, pero de donde esté yo lo saco”. (Risas).


Estuvo hasta en Curumaní. “Estuve en Curumaní, estuve en Barranquilla con Jorge Enrique Robledo, porque yo fui a animar allá la vaina, en una vez que un policía, Robledo es cagada y le zampó un puño a un policía porque lo fue a golpearlo, sí fue Robledo cuando era bueno y el Polo. Yo puse en Chaparral el Polo Norte y el Polo Sur. Nosotros éramos los más pequeños, estábamos unidos con el Partido Comunista, con Raúl, éramos el Polo Sur. Y el Polo Norte, hijueputas los grandes. Una vez bravo dijo: Quien nos puso Polo Norte. Robledo es un vergajo que es torcido”. Risas.


¿Solamente estuvo en estas partes, que ya en realidad son muchas para un humilde campesino, un artista salido de las entrañas de la tierra? “Manizales, me gané un concurso en Marmato (Caldas), estuve en Buenaventura, allá me invitaron en medio de los negros cantando y yo llegué con la guitarra, entonces yo me toqué la Roncona. Y los negros buenos con la Roncona. Un disco que no es mío ni nada, pero gustó. La toqué bien con otro músico. La roncona”. Risas. “En Buenaventura. Duré trabajando allá en Nariño, de donde es Wellington Ortiz: Tumaco. Duré harto tiempo. En Barbacoa, por eso estuve trabajando”.


“Yo tenía conjunto por medio de la petrolera. Don Jorge Varela era de Chicoral (Tolima). Era un partin mananger  de la petrolera. Pero como la prima hermana mía era casada con Ernesto Tovar, otro duro de la petrolera, entonces yo llegué como recomendado. Me dijo: El mejor es Jorge. Jorge me alcaguetiaba huevonadas, emborrachadas, llegar a la madrugada con la topografía todo borracho, hijuepucha, con una vieja. Y llamaban a la base a Arauca: Llegó Tolima borracho, así me decían, ¿Qué hacemos? Déjelo que duerma, que descanse y que vaya a trabajar mañana”. Risas.


Benjamín, además de intérprete es compositor. ¿Qué lo inspira a usted una canción? “Me gusta esa pregunta. La canción de inspirar. Eso es un don de Dios. No todo el mundo puede hacer eso. Pero cuando uno tiene un don de Dios, yo me inspiro, según el punto y según el tema y según lo que pase, según la historia”.


“Yo me hago una inspiración. Es muy bonito inspirarse y decirle a otro cantando o en un reflejo de la poesía, mira tal y tal. Mire este. En todo es tener una base. Así me inspiro, yo canciones, yo hago versos, también hago cuentos. Yo fui cuatro veces a “Sábados Felices” y en todos cuatro me ganaba, cuando era el paredón de a $200 mil pesos al cuento, si perdía 100 y le echaba una harina y si ganaba 200. Pero, como tenía la hija haciendo universidad y ella los cobraba”. Risas. “Porque eso no lo pagan enseguida, cuando uno sale en el chisme, en Caracol, hace quince días está filmado. Eso no es de esa noche. Y le dan un papel y eso dura como tres meses, y llame y guevonié que de Caracol no contestan, entonces yo le dejaba el papel a la hija y ella joda hasta que papi ya cobré la plata y ya me la comí. Bueno”. Risas.


“Pero no se perdían y entonces allá lo toman a uno una vieja y un señor: Cuente diez cuentos. Entonces yo contaba los diez. Yo miraba que no quedara grabado. Bueno, entonces cuente este. Entonces, yo salía a la tarima y contaba uno que yo me inventaba. No iba a dar mi cuento porque ustedes dicen que pierdo. No, yo contaba mi cuento era al público, para que se diera cuenta que yo tengo empuje también”.


¿Cuántas canciones ha compuesto?, le preguntamos sin ambages. “Yo, componer, componer, tengo como unas 120 canciones: Vallenatos, Pasillos, Merengues, Rancheras, Corridos, Popular. Tengo hartas canciones. Y más de izquierda tengo también hartas canciones, en una forma, en otra, pero corrijo como las que más les gusta al público. Todas no, pero lo verraco es que yo no las escribo, yo las tengo todas aquí en una cajeta en el chifonier de la cabeza. Ahí está guardado todo eso”. Risas.


¿Cómo hace usted para hacer una composición, si no escribe nada? “Yo miro el punto y miro el momento y entonces desde que yo no escriba me queda en la cabeza la canción; si yo me pongo de fullero y la escribo. Esta mata que parece para hacer patilla, pero que mi amor se me olvidó y me dejó el alma amarilla, pero si lo hago de memoria sale, pero si me pongo y la escribo, a lo que voy a decir: Ahora estoy es verde”. Risas. “Se me va, pero lo que yo haga en la memoria, eso queda como una grabadora, que bendito Dios como es de guapo. Uno no sabe lo que Dios le da a uno. Uno es una porquería”.


“Estaban diciendo: No se vaya usted a poner mal. No necesito que se ponga mal por lo que voy a decir: El Comunismo no cree en Dios. Y los mejores templos del mundo, están en Rusia. A Fidel lo metieron en el mejor templo en Cuba. Fidel, un hombre inteligente. Los que no son inteligentes son los que hablan de lo otro. Que el Comunismo no cree en Dios, que no sé qué, que nosotros somos como animales, casualmente allá cuando estábamos en derrota eran los Limpios y los Chirosos. Los Chirosos éramos los comunes. Si aquí me están oyendo, no se pongan bravos que el Comunismo no lo entendió ni Lenin. El Comunismo no lo entiende nadie porque es una cosa tan amplia que mejor ser de otra forma: Socialista y no Comunista, porque es que el Socialismo es distinto, el Comunismo no lo entiende nadie porque eso tiene muchos reglamentos y eso no le gusta a los ricos”. Risas.


¿Todos los días compone? ¿A qué horas, más o menos, se le facilita componer? “Siempre por las mañanas, ahora no tengo finca, cuando estaba en la finca, yo me iba a limpiar un palo de café, o a limpiar una mata de caña o cogiendo café, hay que julano tal cosa, enseguida me ponía yo, ah, a julano le voy a hacer una canción para cuando vaya. No la hago cantando, sino que la voy haciendo acompasando las frases y apenas vengo cojo la guitarra y le voy buscando la música, la música, la música y esa es la canción. Pero siempre por la mañana. Por la tarde no. Ojalá como que le esté dando el sol a uno. El sol tiene mucho que ver en la inteligencia del hombre. Todo mundo tenemos inteligencia. Lo verraco es que los gobiernos malos no dejan desarrollar la inteligencia de la gente. Yo pienso que a mí me hubieran dejado hacer un estudio de verdad en una universidad, yo podía ser un hombre muy… pero pasé a ser un forajido por no admitir los reglamentos de los gobiernos, pero yo era para que me tuvieran en la grande, no por plata, ni por nada, ni por dignidad de sociedad, sino por inteligencia”.


Usted también compone música protesta ¿Por qué lo hace? “Por las heridas que lleva el alma. Cuando yo miro a alguien sangrando, humillado, en la cárcel, ahuyentado, desplazado, me parece que lo que me pasaba a mí cuando niño. Entonces, de ahí me sale la inspiración. Hago de cuenta que la estoy haciendo mía. De ahí, viene la inspiración, de uno poder inspirarse porque uno lo ha sentido en sangre, en vida y en el alma y en el corazón, para usted gustarle esto y hacer estas preguntas. Puede que usted nos las haiga sufrido, pero en una que otra le tocó a usted un sentimiento que de pronto le ha pasado por estudio, por limitaciones de las sociedades que no lo han querido ni ver ahí, ni oírlo, mucho menos llamarlo. Cuando le digo: Yo fui aborrecido hay parte que le tocan a uno y entonces más bien arranco a hacer mi inspiración”. Risas.


Uno lo puede definir a usted como de izquierda. ¿Por qué es de izquierda? “Soy de izquierda porque para ser hombre yo me había echado, decía un viejo, haciendo un documento que él vendía una finca para robar al otro, pero me le hace tres cápsulas, él no decía cláusulas”. Risas. “Le decía al tinterillo: Pero, me le deja bien claro tres cápsulas, ¿oyó? Qué don Sergio, pues que yo, que la finca esto, queda un distrate y si no me paga, esa es una de las primeras cápsulas que deja. Entonces, el hombre sí le entendía, era una cláusula. Yo tengo tres cláusulas para saber o decir: Puede ser hombre, para ser de izquierda, para tener una idea. Primera: Tener palabra. Tenga palabra. Segundo: No sea ladrón. Y tercer la más guapa: Fiel. Ser fiel. Fidelidad al amigo, a su política, a su destino, a su origen, a su patria chica, a su familia, a mi Dios. Ser fiel. No es que tenga una religión y al ratico en otra y en otra hasta que no cabe en ninguno y grande es el infierno por estar uno de torcido”.


“Entonces, de ahí uno viene. Yo he sido muy fiel a mis principios. Donde yo me crie, siempre he sido aborrecido del gobierno. Toda la vida. De los gobiernos, porque nunca hemos tenido la de malas que nunca hemos podido poner un gobierno de izquierda, así se porta mal, pero para ensayarlo a ver cómo es que se porta la izquierda con la gente, pero siempre de derecha. Entonces, yo he tenido ese dolor y de ahí me inspiro todas las canciones que vienen como revolucionarias. Yo no ataco directo, sino en sentimiento como son las cosas. A yo me llaman Benjamín, un hombre campesino, pero con capacidad, para yo inspirar a aquel hombre campesino que hay en la montaña, tiene mujer y sus hijos para sustentar, esperanzas en este pueblo que le da la espalda, porque para el campesino no hay sino maldad. Cuando su mujer se enferma por tener un hijo enterrado en la montaña no haya que pensar, de limosna se le muere por ahí por no tener plata, o de limosna se le muere allá en el hospital, y si un hijo se le enferma arriba en la cabaña, esa mujer sollozando llega al hospital, porque si no tiene plata que lo mire el médico, de limosna se le muere en el hospital y decide pronto el hombre que llegue enfermo o fue que el día de la muerte fue el que le llegó, ahí se acaban los amigos que te vi en el pueblo, ahí si no grita un político por mí votó, porque un hombre nada vale ya después de muerto, tan solo fue un campesino aquel que se murió. De ahí me vienen las inspiraciones. De mirar un campesino sufriendo y nadie lo aplaude, nadie lo quiere”. 


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