sábado, 20 de febrero de 2016

Racha de suicidios y asesinatos en Ibagué, Tolima

Tolima Plaza de Bolívar de Ibagué, Tolima. Foto Nelosi
Por Nelson Lombana Silva

La ciudad musical de Colombia o la capital andina de los derechos humanos, Ibagué (Tolima), viene siendo sacudida por una verdadera racha de suicidios y asesinatos en distintos barrios, sin que las autoridades hayan hecho hasta el momento un serio y oportuno pronunciamiento.



Casi todos los días los medios de comunicación dan a conocer el suicidio de una persona o el asesinato de seres humanos aparentemente sin dolientes. El suicidio se viene presentando no solo en los barrios subnormales, también en barrios de estrato y de todas las edades, desde la colegiala supuestamente por amor, hasta el anciano al no soportar más la insolidaridad del régimen capitalista excluyente y exclusivo para la clase dominante. Se presenta en hombres y mujeres.


La crisis económica sería la principal causa, han indicado líderes locales consultados. Es una ciudad con índice elevadísimo de desempleo. Pulula el rebusque y sobre todo el fantasma del “gota a gota”, la forma más canalla de explotación, solo comparada con las políticas bancarias. Al parecer, estarían al frente de esta infeliz práctica testaferros del narcotráfico.


El menudeo del narcotráfico se nota a la redonda. La disputa por la distribución de estos alucinógenos es la constante. Bandas que se vienen eliminando en el marco de la disputa territorial en lo que atañe a la distribución. Algunos medios vienen denunciando la existencia de “escuelas” de sicarios sin que las autoridades hayan tomado cartas en el asunto.


Por el contrario, comunidades barriales señalan en voz baja la complicidad de algunas autoridades policiales con los jíbaros y distribuidores a gran escala de estupefacientes. “Vemos cómo el distribuidor llega frecuentemente al barrio y al primero que encuentra es al policía quien recibe la “mordida”, el policía se va y el jíbaro se dedica a vender su mercancía”, dijo una señora del barrio Jordán II etapa durante una reunión de acción comunal.


Se ha incrementado, igualmente, el atraco callejero y la acción de los apartamenteros. Casi todo los días se da a conocer la acción de los delincuentes que en cuestión de minutos, con alta precisión, desocupan apartamentos y viviendas. Las autoridades anuncian exhaustivas investigaciones, las cuales terminan en el olvido, viviendo el sueño de los justos.


La carestía se dispara dramáticamente. Un tomate que el año pasado costaba 500 pesos, en este año vale mil; un plátano que costaba $400 pesos el año pasado en este, cuesta casi tres veces más.


Al respecto, la única respuesta que da el gobierno es el “fenómeno del niño”, tras de él, el sistema capitalista neoliberal esconde su responsabilidad, la elude hábilmente. Todo es culpa por dicho fenómeno.


Ibagué es una ciudad que padece una profunda crisis por la falta de agua. Todos los días se va en esta ciudad de 600 mil habitantes. Hay barrios donde dura semanas sin que llegue una gota de tan preciado líquido.


La situación de los presos de la cárcel de Picaleña es realmente conmovedora. El agua llega de vez en cuando y por escasos minutos. Además, del crudo hacinamiento y la mala alimentación, la higiene no es la mejor, precisamente por la falta del vital líquido.


Hoy por hoy, Ibagué es una ciudad descompuesta. Muchos problemas la aquejan y las soluciones aún resultan distantes. La corrupción campea. La misma autoridad nacional ha dicho que quienes manejaron los dineros de los fallidos juegos nacionales, deberían estar en la cárcel, no obstante, el ex alcalde nada se le sobreviene hasta ahora.


La administración actual practicando la teoría del violín de apoyarse en la izquierda para tocar con la derecha hace anuncios y más anuncios, algunos importantes y otros que dejan alguna tela de duda y zozobra. Habla por ejemplo de la consulta contra la megaminería, lo cual es positivo; pero de igual manera, se rumora de “masacre laboral” en Infibagué, lo cual por supuesto es negativo y criticable, por cuanto se seguiría con la misma lógica capitalista neoliberal de responsabilizar a los trabajadores de las crisis.


Es decir, las megas propuestas del mandatario por supuesto que están aún en la expectativa, sería lógicamente supremamente prematuro entrar ya a cuestionarlas abiertamente. Hay que esperar. Tener la fe del carbonero. Claro que ya hay sectores que lo apoyaron que están molestos. La comunicación se ha perdido, una vez se cerraron las urnas que dieron origen a su nombramiento. Habrá que esperar la gestión del médico Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez.


Sin embargo, lo más importante sería la movilización organizada y propositiva de la comunidad. Mientras que la comunidad no se una, se organice y se movilice, las posibilidades serán mínimas. La presión del gobierno departamental, abiertamente reaccionario y del gobierno nacional es bastante fuerte. Si Jaramillo quiere cumplir tendrá que acudir a las masas, por eso no se entiende el distanciamiento con los partidos y grupos políticos que lo apoyaron decididamente. Los partidos que no se ven reflejados en su administración.


Con todas las dificultades concretas, la ciudad de Ibagué sigue siendo una ciudad de oportunidades y posibilidades. Hay quienes afirman que ésta, será una ciudad de descanso de los oligarcas capitalinos, lo cual se explica por el impulso de la construcción que se ha incrementado sustancialmente en los últimos meses e incluso, años. “Ibagué – dicen expertos – debe desarrollar sobre todo el turismo”. La pregunta elemental es: ¿Es posible con la racha de suicidios, asesinatos y semejantes problemas sociales, económicos, ambientales y culturales? 


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