jueves, 6 de febrero de 2014

La pantomima de Ibagué sin carro

Foto Nuevo día
Por Nelson Lombana Silva

La burguesía juega con el pueblo como le venga en gana. Hace y deshace. Experimenta las medidas más absurdas y como siempre no pasa nada. Es como si la masa humana fuera un ser inerte que ya no tiene sensibilidad para reaccionar y por lo menos pujar. Toda pasa y nada pasa en la denominada “ciudad musical de Colombia”.



El mandatario local, Luis H. Rodríguez, que primero fue conservador y ahora  furibundo liberal, porque entendió que el color no era el sabor, sino que el sabor era el poder sin importar la procedencia, cada día se le ocurre cosas que aparentemente rayan en la puerilidad o en la incredulidad en personas apenas medianamente pensantes y críticas. 


Decretar un día sin carro a mitad de semana, como si el ibaguereño fuera solvente económico y pudiera darse el lujo de no trabajar, resulta por demás una soberana estupidez. Una aparente ingenuidad o quizás una burla para la inmensa mayoría de habitantes de esta ciudad que día a día se comen las verdes y las maduras para sobreaguar su dramática existencia.


Este miércoles 5 de febrero se llevó a cabo la audaz medida de don Luis H. Fue un día lúgubre, inactivo y desértico. Las caras largas de los vendedores sentados en sus solitarios negocios se compaginaban con el vendedor callejero, que a decir verdad aprovechó para echar su siesta, resignado a su dura y compleja realidad.


Caminamos por la carrera quinta a la altura de la calle 60 y encontramos por doquier soledad y rictus de frustración en los transeúntes. Una rabia contenida. Los gananciosos del día sin carro son los propietarios del transporte masivo. Ellos sí hicieron su agosto a costillas de don pueblo que tuvo que desbaratar el magro presupuesto familiar para coger taxi o varias busetas y llegar cumplidamente a su lugar de trabajo.


El cuento de hadas de que el ejercicio se hacía para preservar el medio ambiente y bajar la contaminación, no dejó de ser eso: Un cuento chino. Había que ver cómo botaban humo esas viejas y destartaladas busetas por la carrera quinta.


Seguramente con la ayuda de los medios de incomunicación la jornada será presentada como “extraordinaria”, seguramente dirán esos medios de alienación que el alcalde es genial, fuera de serie, sin par con mucha perspectiva ambiental.


Sin embargo, llama poderosamente la atención que mientras habla que ama el medio ambiente y desarrolla risibles campañas como el día sin carro, permite que las transnacionales concesionen el perímetro urbano para la explotación minera. ¡Qué dialéctica del señor alcalde Luis H. Rodríguez!


Se intuye que la aparente babosada no es tal, hay de por medio enormes intereses económicos que el mandatario calla sospechosamente como dice un funcionario del gobernador Luis Carlos Delgado Peñón y que funge de periodista honesto, imparcial y objetivo. ¿Cuántos millones de pesos hay en una decisión de imponer sin consulta previa un día sin carro ni motos en Ibagué? Esos que dicen fanfarronamente que dicen lo que otros sospechosamente callan, seguramente no lo dirán, seguramente callarán.


Ibagué está manga por hombro. Está en el laberinto y sin general. Corre la versión de que el mandatario en otro acto de suprema audacia estaría considerando la posibilidad de acabar con las piscinas olímpicas de la calle 42, entre carreras quinta y cuarta, para construir allí torres de apartamentos. En vez de construir, su “heroico” liderazgo es destruir. Objetivo: favorecer a los inescrupulosos traficantes de la vivienda. En otras palabras: Defender el gran capital como se lo receta la fórmula neoliberal.


Me pregunto: ¿El pueblo ibaguereño y el pueblo tolimense se irán a quedar cruzados de brazos? ¿Iremos a asumir la posición del avestruz? ¿Irá a reaccionar el sector deportivo y la juventud? Es hora de ir asumiendo posición.


Es decir, ¿seguiremos permitiendo resignadamente las estúpidas e impositivas locuras del mandatario municipal, ahora liberal, ayer conservador? Me resisto  a creer en eso. El pueblo debe despertar de ese letargo y asumir una posición consecuente, dinámica, crítica y propositiva. No puede seguirse dejando llevar como borrego o marioneta al vaivén del viento. Las piscinas olímpicas son patrimonio de todos y todas y no de un mandatario sumiso al gran capital.


Otra carajada digna de replay es la genialidad de colocar pica y placa todos los días, durante el día y por toda la ciudad. Eso no admite comentario. ¿Para qué comentar estupideces? El pueblo ibaguereño debe romper los aparatos ideológicos y asumir una postura crítica, propositiva y actuar colectivamente. La justicia no vendrá jamás de esos ventrílogos  del capitalismo salvaje, la justicia social saldrá de las entrañas del mismo pueblo debidamente educado, formado, organizado y politizado. No hay otro camino. Manos a la obra, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, dice el adagio popular.




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