miércoles, 19 de julio de 2023

Los cambios que necesita Colombia no caerán del cielo


 Por Nelson Lombana Silva

La lucha frontal que libra el gobierno del cambio, en cabeza de Gustavo Petro y Francia Márquez, no dará los frutos si la clase sindical, popular, campesina e indígena, no asume con responsabilidad política su rol, en este tránsito histórico tan importante. ¿Cómo así que las centrales obreras en el Tolima no convocaron movilización? Ni siquiera el semanario VOZ La verdad del pueblo, edición que está en circulación hace referencia claramente del tema. ¿Se nos fueron las luces?

Mientras el pueblo asuma la posición de simple espectador no pasará nada en Colombia, como dijera mi abuelita: “Serán patadas de ahogado”. El Gobierno reventará y la contrarrevolución será monstruosa. Recordemos por filosofía elemental, que los procesos no son ni lineales, ni irreversibles, los procesos se dan con saltos y sobresaltos.

Como están las cosas hay que traer a colación la célebre frase del caudillo liberal, Jorge Eliécer Gaitán Ayala: “El pueblo es superior a sus dirigentes”. Eso lo estamos viendo en la práctica. Nuestra clase dirigente, debe hacer un alto y reflexionar crítica y autocríticamente. Me refiero a la clase dirigente sindical, popular, campesina e indígena. ¿Qué está pasando en su interior? ¿Por qué se ha perdido tanto la mística? ¿Ha ganado la batalla el sindicalismo conciliador y oportunista? No hay razón.

Ni los cambios, ni las movilizaciones, sucederán con simples declaraciones ambiguas. En esta hora de perplejidad qué bueno sería revisar el histórico paro cívico del 14 de septiembre de 1977 o los mismos paros nacionales previos a la victoria electoral del compañero Gustavo Petro Urrego y Francia Márquez. De hacerlo, entenderíamos que las movilizaciones se crean con la lucha y organización previa, no con simples declaraciones.

El Tolima está tomado por la extrema derecha, lo sabemos e incluso, lo decimos, pero no tomamos acciones concretas unitarias. El ego se impone una vez más, al precio de hacer abortar un proceso que tanto sudor, lágrimas y sangre, le ha costado al pueblo colombiano. Cuántos muertos, cuántos heridos, cuántos lisiados, cuántos desaparecidos, cuántos prisioneros en las mazmorras del régimen…Sin embargo, si no es mi candidato “que se pierda esa mierda”, como le escuché decir a cierto alcalde en ejercicio.

No aprendimos de los errores y como la ranchera: “Nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores”. Los resultados electorales en estas condiciones, serán una especie de crónica anunciada. En esta parte de la patria, ninguna organización tomó la iniciativa de salir y gritar sin miedo que apoyamos las reformas del gobierno de la vida y de la esperanza.

Quizás, estamos convencidos que los cambios se darán por simple inercia y con solo recetar desde una cómoda oficina; quizás, no se entiende la dureza y complejidad de la lucha de clases, y muchos creerán todavía que la burguesía está dispuesta a entregar sus privilegios como simple paloma. Compañeros, compañeras: Gustavo Petro y Francia Márquez, no harán solitos los cambios urgentes que necesita el país nacional, éstos tampoco caerán del cielo, serán fruto de la lucha de las masas debidamente organizadas, politizadas y movilizadas. Eso, dizque de mandar gente a Bogotá, no tiene presentación, máxime cuando muchos (no todos), van es en son de compras, pasear o visitar algún allegado por cuenta del respectivo sindicato. La conciencia no se forja así, la conciencia se forja en el terreno, en la calle, en la vereda, en la batalla ideológica.

Con el respeto de los dirigentes sindicales, populares e indígenas, yo sí convoco a salir a la calle a debatir y a conversar animadamente, tratando de correr ese velo que tienen los medios masivos de comunicación corporativos de la gran oligarquía. Se necesita un nuevo 20 de julio de 1810 contra esta corrompida oligarquía totalmente narcotizada. ¡A las calles y a las veredas, hoy más que nunca!

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