De paso por la ciudad musical de Colombia, Ibagué, con el fin de orientar un seminario de jóvenes lectores, por intermedio del ministerio de cultura, la biblioteca nacional y la red pública nacional de bibliotecas, el escritor huilense, Jorge Armando Laguna Rivera, concedió el siguiente reportaje a la página web: www.pacocol.org. Reportaje en el cual hace una interesante reflexión sobre el fundamento de la literatura, su papel y su realidad actual.
“La literatura es la vida de todos nosotros, de la humanidad”, señala con énfasis. Dice también con la misma fuerza que “nos hace más humanos”. Al destacar su importancia, su rol, indica sin ambages y con intensidad a flor de piel, combinando acertadamente su juventud con su conocimiento: “Es un espacio en el cual creamos identidad, comunidad. Podemos ser críticos en torno a lo que está pasando en el mundo”.
De igual manera, destaca la importancia de conversar con los escritores, es decir, leer. Al respecto afirma: “Entre más leamos, más capacidad para reflexionar sobre el mundo que tenemos”. Subraya: “La importancia de la literatura es que se conserva, se mantiene y genera memoria colectiva, memoria que construye tejido social”.
El joven escritor en este reportaje hace todo un compendio histórico de la literatura, su proceso evolutivo y los desafíos que enfrenta en el siglo XXI con la cibernética. Igual, reflexiona sobre la realidad actual de la literatura latinoamericana en el marco de la globalización. El reportaje completo es el siguiente:
- El mundo de la literatura de nuestro tiempo. ¿No es una utopía frente a un ser humano mecanizado (cosificado)?
La literatura es la que nos hace más humanos. Creo que es la respuesta para volver a esos orígenes que tenemos, desde las pasiones humanas, de lo que somos como seres, lo que nos conecta con la comunidad. Al contrario. Yo creo que la literatura es el espacio en el cual creamos identidad, comunidad. Es un espacio en el cual podemos ser críticos en torno a lo que está pasando en el mundo. Entre más leamos, más capacidad para poder reflexionar sobre el mundo que tenemos, más capacidad tenemos para reflexionar sobre qué es eso del mundo contemporáneo.
- En todo ese conjunto de procesos que usted enumera, ¿Cuál sería el papel exacto de la literatura?
El papel fundamental es, básicamente, poder retratar un poco los pensamientos, las ideas, las pasiones de cada comunidad. Cada momento histórico tiene su dimensión propio y cada departamento de Colombia tiene una serie de escritores emblemáticos que están definiendo eso que nos hace tolimense, huilense o bogotano. Ese ejercicio de representación de lo que somos como comunidad, se ve en la literatura. La importancia de la literatura radica en que es un motor, es un eje fundamental para transmitir los valores que tenemos como comunidad. Si la literatura muere, también muere el ejercicio de la memoria, y la memoria es fundamental para la construcción de identidad en un país. Si no hay memoria, hay espectáculo y el espectáculo se va. Es efímero. La importancia de la literatura es que se conserva, se mantiene y genera memoria colectiva, memoria que construye tejido social.
- Del famoso boom literario de los 60s, 70s a la actualidad. ¿Qué puntos de similitudes y diferencias se pueden establecer?
Creo que la literatura como tal plantea un ejercicio de reflexión histórica siempre. La generación del boom tuvo un ejercicio de reflexionar su contexto y reflexionar en torno a cómo éramos como Latinoamérica. La obra de García Márquez, está fundada básicamente en la reelaboración de eso que llamamos: Colombianidad o lo Latinoamericanos que somos. Esa clase de sustratos que nos identifican y que en Latinoamérica en particular, es una mezcla entre lo pre moderno y lo moderno; como somos una mezcla entre lo europeo (que le debemos bastante), pero sobre todo a lo indígena. En esa búsqueda de dos formas de entender la civilización construimos una cosa que se llamaba: “Realismo Mágico”, con Gabriel García Márquez, fundamentalmente.
Toda la generación del boom comienza a reelaborar estéticamente en su coyuntura una reflexión histórica en torno a la estética y en torno a lo que somos como comunidad latinoamericana. Creo que lo que pasa en estos últimos años, es que el ejercicio se sigue manteniendo. Los buenos escritores como William Ospina están preocupados por redefinir qué somos o no redefinir, más bien evidenciar y mostrar de qué estamos hechos, que es un ejercicio histórico que siempre se encuentra en la literatura. Quizás las formas en que se expresa las historias que han cambiado. García Márquez tenía una exageración con la metáfora, un ejercicio del gigantismo como elemento vivificador de sus narraciones. Quizás escritores contemporáneos no juegan tanto a esa metáfora, sino que son un poco mucho más diáfanos, más transparentes con la metáfora.
Estas formas composicionales nos diferencian. Pero, en el sentido de hablar de lo colectivo se mantiene. Quizás, a diferencia del ejercicio de los 60s, que era un ejercicio de entender la complejidad de Latinoamérica, los contemporáneos están pensando más hacia el interior del sujeto, están más enfocados en identificar quién soy yo dentro de un mundo globalizado. La generación del boom planteaba toda una colectividad, los contemporáneos están más metidos en eso que llamamos la postmodernidad y eso de la fragmentación del ser humano. La fragmentación de la subjetividad. Eso no pasaba tanto en los 60s.
- ¿El período de la postmodernidad cómo afecta en bien o en mal este bello arte de la literatura?
Creo que la literatura contemporánea que tiene esa clase de tinte es lo que llamamos entre comillas “Postmodernidad”, plantea estructuralmente el ejercicio de la fragmentación en la narración. Generalmente, uno mira las novelas contemporáneas de ese corte, plantea básicamente un acercamiento muy fuerte con la industria de producción, con la industria de consumo y, obviamente, la industria de lo que yo denomino y lo denomina un autor muy interesante (Vicente Verdú Maciá), el capitalismo de ficción. Ellos juegan mucho con ese ejercicio, pero con la fragmentación del sujeto contemporáneo. Ese ejercicio son formas diferentes de contar, de narrar, aunque la esencia básica es la misma, la condición humana: Que somos seres humanos que nos preguntamos constantemente para dónde vamos y cuestionamos recurrentemente lo que somos, para dónde vamos como sociedad. Lo que cambia un poco es la forma de componer las obras escritas. La literatura habla de lo que somos como seres.
- Hablar entre la cibernética y la literatura. Al parecer la sociedad está más pendiente de lo primero que de lo segundo. ¿Cómo analizar el momento histórico?
Digamos que hay un enfrentamiento que algunos teóricos lo hablan desde el punto de vista apocalíptico. Son dos cosas diferentes. En realidad lo que uno encuentra es que la literatura como hace parte de lo que somos, lo que queremos comunicar y como es una cuestión inherente al ser humano, porque todos queremos contar historias, todos sabemos historias y todos relacionamos historias de nuestras vidas y de los demás, en ese formato que es la narración oral, que se vuelve después escritura, que se vuelve novela o cuento, eso está migrando en los últimos años hacia lo que se llama la literatura cibernética, que son novelas que tienen hipervínculos, que tienen hipertextualidad, que tiene otras narrativas visuales, audiovisuales, son narraciones que contienen otros formatos de decir lo mismo.
Entonces, yo creo que más que un peligro, es una oportunidad para ver otras formas de entender la narración. La literatura es una cosa que puede estar en muchos campos, la literatura se encuentra presente como obra de arte en la oralidad. Hay excelentes cuentistas que escriben, pero hay excelentes contadores de historias, cuenteros, podríamos llamarlos así.
Considero que no hay que generar esas divisiones, creo que es una oportunidad para poder integrar los dos mundos: La literatura convencional del formato del libro, con la literatura escrita en la web, en el internet y generar nuevas estrategias. Hay muchas experiencias en novelas escritas por washapp, por ejemplo, novelas escritas por Facebook, novelas escritas en Wikipedia, donde se escribe una narración generando hipervínculos que comunican y amplían el horizonte de significación de los lectores.
- Esta también la literatura relacionada con otras realidades como el tema social, el tema económico, el tema ideológico, el tema ambiental, etc. ¿Cómo mirar la literatura en este contexto?
Creo que la literatura fundamentalmente viene siendo un producto ideológico que depende de los contextos socio cultural en los cuales fueron creados. La obra de García Márquez, si la quitamos del contexto de los 60s, si la quitamos de Colombia, si la quitamos de Latinoamérica, es una obra que pierde riqueza, no es una literatura proteica, que tenga proteínas dentro de sí. Es una literatura que se comienza a deshacer y que no tiene sentido. Inevitablemente la literatura depende de los contextos socio cultural. Una cosa que siempre va a estar. Toda gran literatura lo tiene. Puede uno entender la realidad nacional leyendo a Germán Espinosa, R.H. Moreno Durán o William Ospina. Uno puede comprender de lo que es Colombia, leyéndolos.
Ahora, otra cosa es cuando la literatura pasa al otro lado y se vuelve panfleto. Ahí, la calidad literaria, la calidad del lenguaje, que es lo que finalmente vivifica la literatura, pierde mucho sentido, pierde fuerza y se vuelve un ejercicio básicamente panfletario, se vuelve una consigna, una arenga, porque la literatura fundamentalmente tiene que decir bellamente lo que somos como seres humanos y eso bellamente quiere decir que siempre está ocultando cosas, dentro de sombras sísmicas y es el lector el que comienza a crear el signo, a generar ese contacto entre lo que está leyendo y lo que está pensando para poder comprender e interpretar lo que está pasando. Cuando los textos son demasiados directos se vuelven panfletos, se vuelven fáciles. Y eso es lo que está pasando en muchos escritores y en muchas novelas contemporáneas, que es el mensaje fácil, sencillo, sin elaboración estética del lenguaje que es lo que diferencia la alta literatura del mercado. Es lo bello. La capacidad de sentirlo sublime dentro de una obra, que me comunique bellamente algo. Lo demás, se vuelve un ejercicio meramente informativo, meramente básico.
- ¿Se puede hablar de crisis literaria en el siglo XXI?
Yo siento que en este momento la gente escribe más y veo a muchos jóvenes que tienen intenciones literarias. Si uno se va por los indicadores de consumo de libros, uno se da cuenta que la gente lee bastante. La gente lee. No está en crisis. Yo creo que como es una cuestión tan inherente al ser humano, se va a mantener por siempre. Quizás, el gran riesgo de la literatura radica en la baja comprensión de los textos por parte de los seres humanos. Estamos tan acostumbrados a unos ejercicios tan mediáticos, tan inmediatos, tan pocos reflexivos, tan fácil de consumir que el ejercicio de pensar la lectura como un ejercicio de trabajo mental e intelectual, se va yendo para un lado. Eso sí me parece que puede ser preocupante y puede estar atentando contra la buena calidad literaria. Sin embargo, considero que hay muchos escritores de gran calidad, hay una camada de escritores, en Colombia hay mucho joven que está escribiendo, muchas personas en los municipios que escriben y hay una preocupación por la letra, por la escritura. Lo que pasa es que para que exista esa simbiosis tiene que haber el escritor y el lector. Y, generalmente, tenemos un problema entre estos dos mundos. Hay escritores muy buenos, pero hay pocos lectores para estos escritores. Quizás, el ejercicio puede ser más bien divulgar a esos grandes escritores y tratar de hacer mediación para que el lector, digamos no especialista o especializado de la literatura pueda acercarse sin tanto tabú y sin tanto miedo de esa gran literatura. No creo que esté en peligro.
- ¿Cómo se está escribiendo en el siglo XXI? ¿Hay más libertad para escribir en este siglo?
Yo creo que las formas composicionales de la literatura se han mantenido desde hace muchísimos años. Por ejemplo, ahora seguimos hablando de la novela. La novela es un producto de hace más de cuatrocientos años, El Quijote, es una de las primeras novelas de la historia donde hay una transformación del personaje y donde hay una descripción social, económica y cultural, que Cervantes en ese momento cuestiona. La novela ha existido desde hace muchos años, lo que hay un fenómeno últimamente es como la auto ficción por un lado, como el yo el que habla, por un lado, pero sobre todo, creo que los escritores contemporáneos, los más jóvenes están lanzando o a esa auto ficción, a esas reflexiones de sus vidas o, finalmente mi gran relato de lo digital, no la literatura cibernética, a escribir en Facebook y generalmente se está atendiendo a escribir más bien contenido, no novelas de quinientas páginas, sino novelas de cien, ochenta, ciento veinte páginas con un lenguaje claro y conciso que se puede leer de una sola sentada y no esas novelas del XIX, esa gran novela como El Quijote de hace cuatrocientos años que eran quinientas, trescientas, que era difícil. También tiene que ver mucho con la cultura. Hace cuatrocientos años había más espacio para leer novelas de ese calibre como las novelas de Honorato de Balzac que escribía en cuarenta y cinco páginas como era la cocina de su personaje. Ahorita, la gente no está tan dispuesta a leer en cuarenta y cinco páginas como es una cocina, porque hoy es más fácil, ya está el cine para ver eso. Ya está la televisión para saber cómo es una cocina de esa época. Sí, hay tantos incentivos que ya no es tan necesario describir tan ampliamente como lo hacía Cervantes, Balzac, los entornos. Por eso, la literatura ha tendido a no ser tan descriptiva, sino ser mucho más concreta. Es una evolución que también va con el ejercicio de lo que conocemos como sociedad. Hay otros medios que nos pueden ayudar a entender qué es eso de lo visual, qué eso de la cocina, qué es eso de la sala, cómo está ubicado todo.
- ¿Ha evolucionado o involucionado la literatura Latinoamericana?
La literatura Latinoamericana en este momento está como dividida en tres grandes bloques: Está Argentina donde hay una gran producción de escritores, porque hay muchas escuelas de literatura creativa que producen escritores y hay gente muy buena. Está la escuela mejicana que también tiene una cantidad de escritores y muchos latinoamericanos de Perú, Colombia, Venezuela, de todo el continente que han emigrado a España, particularmente a Barcelona, pues durante muchos años, Barcelona fue como el referente cultural y editorial de Latinoamérica, entre ellos, encontramos el “boom”: García Márquez, Mario Vargas Llosa, se fueron para allá. No ha evolucionado, no ha involucionado, lo que pasa es que ha roto las fronteras. Escritores como Roberto Bolaño, chileno, vivió un tiempo en Méjico y después resultó viviendo en España. La frontera entre los latinoamericanos y los hispanoamericanos se están diluyendo. Ya los escritores no se definen tan nacionales como antes. Ahora, son escritores del mundo. Es muy fácil que tú puedas conseguir una novela de escritores como Alfonso Cueto o cualquier escritor contemporáneo y comienza a hablar de Nueva York, de Méjico, de España, Italia y Francia, porque se ha abierto al mundo, ya no habrá tantos como somos Latinoamérica, sin el contraste entre lo que somos y lo que está allá, como los referentes. En ese sentido, ha ganado en ejercicio de comprender la complejidad del mundo la literatura latinoamericana porque no pasa como pasaba antes que solamente hablaba de lo nuestro como la generación del “boom”, sino que ha ganado unos referentes culturales más amplios, pero también ha dejado a un ladito lo que somos como nación. Es una cosa de lado y lado. Somos cosmopolitas, pero también deja un poco velado lo que es el colombiano, venezolano, argentino. Creo que hay que jugarle a un intermedio, hay que pensar que somos como seres latinoamericanos, pero también como seres del mundo, porque la reflexión en este momento, en el siglo XXI, eso sobre el mundo, sobre la humanidad, sobre el calentamiento global, sobre todo lo que nos compete a la humanidad.
- Entonces para usted, ¿Qué es literatura?
La literatura, básicamente, es la vida, la vida de todos nosotros, de la humanidad. Es eso lo que somos. Eso es la literatura.
- ¿Quién es Jorge Armando Laguna Rivera?
Soy un sujeto que le gusta leer, le gusta escribir, hablar de libros, le gusta compartir sus ignorancias por el mundo. Le gusta alimentarse de la oralidad de los otros, sin el conocimiento de todos que ha comprendido que la mejor forma de aprender es escuchando, leyendo y escribiendo. Tengo un libro de cuentos que se llama: “La Sevilla”, una cosa que escribí en España hace un par de años. Tengo dos obras de teatro también publicadas en España. Habla sobre la guerra en Colombia. Una serie de cuentos en antología. Estoy terminando una novela que habla sobre Armero.
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