El llamado que ha formulado el ex candidato presidencial Gustavo Petro Urrego, a apoyar candidatos unitarios alrededor de programas serios y creíbles, debe generar consideración y análisis sin apasionamientos de ninguna naturaleza, pero en cambio sí, con mucha responsabilidad y realismo político, teniendo claro el enemigo de clase que estamos enfrentando en el siglo XXI.
Tenemos que aprender de la historia, no hacerlo así es condenarnos a seguir cometiendo los mismos errores, casi siempre de carácter personalista, egoísta y que tanto ha menguado el avance de la izquierda en Colombia. Si no actuamos así, la alcaldía de Ibagué (Tolima), por ejemplo, estaría regresando al seno de la extrema derecha. No hay que ser ni sabio ni profeta para avizorar una debacle de esta envergadura.
Por lo tanto, los que tienen que asumir la decisión, deben hacerla con grandeza, sin arrogancia, sin petulancia y sin cálculos estrictamente personalistas. Por el contrario. La decisión debe estar regida por la grandeza de impulsar alternativas reales, estructurales y no cosméticos que lleven a un cambio de fondo en la estructura socio económica de la ciudad, el departamento y la nación. Actuar con conciencia, honestidad y sin ambigüedades.
No es un secreto que el corrupto gobernador tolimense, Óscar Barreto Quiroga, esté politiqueando con el único propósito de hacer moñona como suelen decir los tahúres: Ganar la gobernación y la alcaldía de Ibagué. Según las demás campañas y líderes comunitarios, sus pupilos vienen entregando prebendas a diestra y siniestra. “Navegan en el dinero, no se sabe si lícito o ilícito”, dijo un líder comunitario.
Al parecer, tiene dos candidatos para la alcaldía de Ibagué. A la final se irá con uno y el otro se plegará. Es la estrategia politiquera de un gobernador que no tiene ningún problema en apartarse de la ética y la decencia, por cuanto el todo vale o como dijera Nicolás Maquiavelo: “El fin justifica los medios”.
La izquierda, los sectores democráticos y progresistas debemos entender que no estamos enfrentando un “tigre de papel” como diría Mao en su momento. Tampoco estamos enfrentando una oligarquía derrotada y menos decente. Estamos enfrentando una oligarquía corrupta, mafiosa, criminal y asesina.
Además, la izquierda está transitando un nuevo momento real y concreto. Viene planteándose la toma del poder político. No es solamente oposición. En su proyecto político ya se trabaja con mucha fuerza el tema del poder. Son palabras mayores, acciones audaces que exigen: Unidad, Organización, Acción y Compromiso social y político. Hoy se perfila una izquierda propositiva. Es la nueva dinámica en este momento histórico.
En ese contexto, hay que afinar. Rechazar todo tipo de veto, acoger ideas y proyectos radicales y consecuentes con los intereses del pueblo. Dimensionar un proyecto de ciudad libre de indigencia, violencia, desempleo, corrupción y oportunismo. Una ciudad que se encamine por el bienestar colectivo de todos y todas, sin privilegios de ninguna naturaleza, una ciudad en paz con justicia social y amante de la defensa del medio ambiente, una ciudad posible y al alcance de todos y todas.
Lo demás, son carreta, cháchara vana y superflua que hace casi 200 años nos vienen echando los mismos con las mismas, unas veces con el rótulo rojo, en otras con el azul o ahora con el Partido de la Muerte: El Centro Democrático.
Entonces, no es un error plantear una gran “chipa” en el caso particular de la alcaldía de Ibagué. Hay que ser generosos y desprendidos, pensando siempre en la ciudad, sobre todo en la ciudadanía, la que debe estar por encima de los egos y las proyecciones personalistas. Así las cosas, no más declaraciones: Hechos.
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