El pasado martes 20 de mayo, los estudiantes del colegio General Anzoátegui, institución ubicada en la vereda Betulia a cinco kilómetros del perímetro urbano de este municipio localizado al norte y a 72 kilómetros de Ibagué por carrera pavimentada, no tuvieron otra alternativa que irse a paro indefinido solicitando dos docentes y que el refrigerio sea revisado por cuanto al parecer estarían recibiendo alimentos descompuestos.
Bloquearon la vía principal de acceso a este municipio, permaneciendo dos días con sus noches resistiendo la cascada de amenazas de los funcionarios municipales, quienes desde un principio se empecinaron en asustar a los jóvenes manifestantes diciendo que el paro era ilegal porque lo estaban comandando menores de edad. “En cualquier momento – decía una funcionaria – puede llegar la policía de infancia y adolescencia y llevárselo a todos”. Sin embargo, los estudiantes se mantuvieron firmes y consecuentes hasta que hubo solución.
La rectora Ana Lucía Solórzano en vez de apoyar la iniciativa valiente de los 543 estudiantes de pre kínder hasta el grado once, hacía esfuerzos por convencer a la personera estudiantil para que desistiera de lo que decía con aspaviento las vías de hecho, las cuales – decía – están prohibidas por estar a escasos días del debate electoral, como si una cosa fuera el circo de las elecciones y otro bien diferente el drama de estos estudiantes próximos a terminar el primer semestre lectivo de 2014 sin dos docentes.
Claro que en este pueblito suceden cosas bien contradictorias. Son religiosos a morir – por ejemplo – sin embargo, son dados a apoyar candidatos corruptos a distintas corporaciones públicas. Votan sin sonrojarse por candidatos guerreristas estilo Uribe o Zuluaga, por decir algo. Por supuesto, con honrosas excepciones.
Indagamos por la posición del alcalde municipal Alfredo Antonio García Reyes, entre estudiantes y docentes, obteniendo la misma respuesta: “Es un funcionario incapaz, manipulado por ricos del pueblo. No hace nada”. Darwin, un estudiante de los grados superiores se batía como león imprimiendo ánimo a sus compañeros. Daba instrucciones, enfrentaba la represión de los funcionarios municipales y atendía con fuerza a los medios de comunicación. “Estamos realizando este paro, porque desde principio de año estamos pidiendo los dos profesores que necesitamos y también solicitando que nos arreglen el problema con los refrigerios”, señaló.
El burgomaestre y las directivas del plantel educativo no tuvieron sapiencia para resolver el sentido problema de los estudiantes, pero sí lucidez para inundar la institución de policía y de amenazas de que en cualquier momento harían presencia el ejército nacional y el Esmad.
Contra ese crudo oleaje de amenazas los estudiantes adelantaron su actividad y triunfaron, porque los docentes arribaron a la institución. Se sobrepusieron al horror de la represión y demostraron que el arma predilecta del pueblo es sin lugar a dudas la unidad, la organización y la movilización.
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