jueves, 11 de julio de 2024

Al oído de Dios

Foto: Internet

Por Nelson Lombana Silva

Interpretando la situación socioeconómica de la comunidad de Anzoátegui (Tolima) y, seguramente de muchas comunidades de Colombia, nos dirigimos a Dios con el fin de solicitarle que interceda ante las políticas especulativas del cura actual de esta pobre comunidad anclada en una estribación de la cordillera Central, a escasamente 72 kilómetros de distancia de la capital musical de Colombia.

La queja consiste en los altísimos costos de los oficios religiosos. El pobre ya no puede morirse, el costo de las honras fúnebres está por las nubes, lo mismo el bautismo, la primera comunión y la confirmación. Son cifras astronómicas para un pueblo humilde con escasos recursos económicos. Al parecer el religioso, aprovecha la tradición y el analfabetismo para sacar partida y de qué manera.

Lo más grave al decir de la comunidad, son los costos de la exhumación de los cadáveres después de cinco años del cementerio que no es propiedad de la Iglesia, pero es, la que tradicionalmente viene explotando a dos manos el denominado: “Campo santo”.

Según familiares de los difuntos, hay que pagar más de $800 mil pesos por cada occiso, simplemente para sacarlo de la tierra para el osario en el mismo cementerio. Algunos fueron llevados al templo a cifras desorbitantes. Se viene aprovechando, repetimos, el analfabetismo que el habitante considera fe, para semejante atraco en nombre suyo.

Es tan grave la situación que acudimos a usted Dios para que haga todo lo pertinente y pare esta situación. No sabemos si tenga conocimiento, creemos que no. Su hijo Jesús nació en una pesebrera, fue pobre, luchó por la justicia social, convirtiéndose en el primer revolucionario sobre la tierra. Nada tiene que ver con la suntuosidad del clero en su nombre.

Sea dicho señor Dios: Alrededor de su nombre se ha creado un verdadero mercado persa, un vulgar sistema de explotación infame no solo espiritual sino también económico. La comunidad creyente clama justicia, exige que usted los ponga en su sitio. Esperamos su magnanimidad y su accionar lo más pronto posible. Los difuntos merecen respeto, los familiares consideración. El difunto debe descansar en la tierra porque de ahí salió. No más negocio con los muertos.

En espera de una respuesta pronta y satisfactoria, grato resulta suscribirnos. ¡Hasta la victoria siempre!

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