domingo, 3 de septiembre de 2023

Esencia y naturaleza de la lucha sindical

 


Por Nelson Lombana Silva

El neoliberalismo, el oportunismo y la misma corruptela de algunos sindicalistas, se han encargado de tergiversar la esencia y naturaleza de la lucha sindical. Hoy cuenta Colombia con decenas de sindicatos que nada tienen que ver con la lucha en defensa del obrero y en términos generales, del proletariado. Son apéndices de los patronos por una miserable moneda sucia, dispuestos a vender a sus hermanos de clase sin sonrojarse.

Quien lo creyera – a manera de ejemplo – en el Tolima hay sindicatos y sindicalistas comprometidos hasta los tuétanos con el mayor depredador del Tolima: El senador Óscar Barreto Quiroga. Con su doble rostro, uno es para supuestamente estar con los intereses del trabajador y el otro para estar inclinado ante el amo en espera de una migaja que caiga de la mesa del rico Epulón.

Esos dirigentes sindicales, se declaran “apolíticos” y llaman a sus bases a no confundir el sindicalismo con la política. Critican el modelo, pero apoyan sus dirigentes y sus políticas capitalistas. Son los mismos que quieren estar bien con todo mundo. Es decir, con el patrón y con el trabajador.  

Pero, ¿Qué es el sindicalismo?

Pero, ¿Qué es el sindicalismo? Históricamente, el sindicalismo es una forma de lucha de la clase trabajadora, una forma de exigir sus derechos tradicionalmente vilipendiados y ultrajados por la rancia oligarquía apalancada en Colombia en los dos partidos tradicionales: El Liberal y el Conservador.

Esta sucia y criminal oligarquía que nos ha gobernado por más de doscientos años, unas veces con el sello rojo y en otras con el sello azul, pero siempre al servicio de la clase dominante. Esta oligarquía, leonina, muy astuta, en realidad ha tenido un solo partido con dos colores diferentes.

Y, es tan astuta, sagaz y taimada, que no ha tenido empacho en cooptar sindicatos y sindicalistas para sus intereses de clase. Son conocidos como “sindicatos de estómago” y “economicistas”, que solo se contengan con las migajas que caen de la mesa del poderoso. Para ellos, la política no tiene nada que ver con la problemática general de la clase obrera. Algún sindicalista de esos dijo escuetamente: “Yo soy sindicalista no político”.

En Ibagué, se ve con bastante frecuencia grandes sindicatos que solo marchan cuando los gobiernos les afecta directamente el bolsillo. Ahí sí, se muestran beligerantes y buscan apoyo de los demás sindicatos y sindicalistas, hablan de unidad e incluso, de resistencia y lucha “revolucionaria”.

En estos sindicatos y sindicalistas, se menosprecian la tolerancia y la diversidad de pensamientos. Si el gobierno es conservador no hay que decir nada. La oposición le corresponde al liberal y viceversa. Hay todavía el viejo criterio que ser liberal es una cosa y conservador otra. Con toda seguridad no han leído la sabia definición que dio García Márquez en su obra cumbre: Cien años de soledad, sobre estos partidos. Dijo que la única diferencia entre uno y el otro, es que los conservadores van a la misa de siete de la mañana y los liberales a la de las cuatro de la tarde.

La lucha política, contenido más elevado

La lucha sindical sin contenido político, a larga se convierte en una engañifa. Diría una engañifa doble. Primero, porque decir que se es “apolítico” es una gran mentira. Esta postura es clara y propia de la derecha. El simple hecho de decir que es “apolítico”, es ya una posición política que defiende directamente a la clase dominante, en este caso a la burguesía. Eso es lo que quieren el barretismo y el hurtadismo que seamos “apolíticos”.

La política es la actividad concentrada de la economía, decía V.I. Lenin. Es decir, todo problema que sufra la masa, se convierte en problema político. El sindicalismo debe ser político, porque se supone que no está simplemente por las migajas sino por el cambio de sistema, la destrucción de las relaciones capitalistas y la construcción de las relaciones socialistas. El sindicalismo de clase no está simplemente para informar cuando van a pagar, el sindicalismo de clase está para unir dialécticamente la lucha sindical con la lucha política en aras de impulsar un cambio estructural en el Tolima y en Colombia.

El sindicalismo colombiano, no solamente ibaguereño, está en mora de un gran debate de las bases a las direcciones y de las direcciones a las bases, sobre el verdadero papel, la esencia y naturaleza del sindicalismo en el siglo XXI. Tenemos que rescatarlo del neoliberalismo, la sumisión y la conciliación, para que vuelva a ser un sindicalismo clasista, consecuente y debidamente politizado. No hacerlo así, es condenar el sindicalismo a otros “cien años de soledad”.

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