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| Foto Género y Economía |
Por Nelson Lombana Silva
La violencia contra la mujer no es algo nuevo desafortunadamente, lo que sucede es que el sistema capitalista ha minimizado el suceso de forma tal que parece que esto fuera reciente. Lo que sucede es que la mujer, contra viento y marea, ha ido buscando un sitial en el cual sus derechos no sean letras muertas, sino reales y concretas. Es una lucha que merece toda la atención e importancia.
Paradójicamente, uno de los libros más machistas que subvaloran el rol histórico de la mujer, es la biblia. La responsabiliza del pecado original y como si esto fuera poco la declara esclava del hombre, cuya función es parir hijos y criarlos. “He aquí la esclava del Señor”, dice el texto. ¡Qué horror…! Según esta colección de textos, la mujer con el período no podía entrar al templo, porque era considerada impura.
En Colombia hasta 1957, la mujer adquirió el derecho de participar en los debates electorales, después de una lucha heroica con muchas mujeres inmoladas, lo mismo el derecho a estudiar y participar de la cosa pública. La lucha ha sido tenaz en un sistema económico machista, mafioso y criminal. El gran filosofo que venera la burguesía, Schopenhauer, sostenía que “la mujer era de cabellos largos e ideas cortas”.
El papel de la mujer siempre se ha subvalorado, el machismo ha sido la constante en el capitalismo, considera que la mujer no es sujeto sino objeto de placer y nada más.
Lucha por la liberación femenina
Los movimientos de izquierda, especialmente el Partido Comunista, son los únicos que han estado a la vanguardia en solidaridad con la lucha feminista. De una u otra manera, se han manifestado por la liberación femenina y la equidad de género, han estado codo a codo luchando.
Las conquistas obtenidas hasta ahora en modo alguno son magnanimidad del régimen capitalista, son fruto de la lucha unitaria y valiente de la mujer, no solo en Colombia sino en el continente y en el mundo entero. La ley argentina 27499, más conocida como ley Micaela, promulgada el 10 de enero de 2019, establece la capacitación obligatoria en género y violencia de género para todas las personas que se desempeñan en la función pública en todos sus niveles y jerarquías en los tres poderes públicos: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Este nombre es un homenaje póstumo a Micaela García, joven argentina de 21 años de edad, quien fue víctima de abuso sexual y feminicidio por Sebastián Wagner.
Colombia ha sido escenario de cruentos asesinatos de mujeres, violaciones sexuales y discriminaciones por género, con la anuencia de los gobiernos que han estado de espaldas a esta realidad. Solo el gobierno del Pacto Histórico abre espacios de participación que hay que fortalecer para que cese la violencia contra la mujer y la misma comunidad LGTBI+, que brille el respeto por la diversidad, lo mismo que la tolerancia. Hay que persistir en la lucha desde la cultura, forjando una cultura de paz, de convivencia y de justicia social, desde la casa, desde la vereda o el barrio. No hay que esperar que el otro cambie, hay que comenzar por uno desde su núcleo más cercano. En otras palabras: Hay que decir y hacer, hay que cambiar el sistema capitalista y crear las premisas del sistema socialista, en unidad hombre – mujer.
La violencia contra la mujer no es algo nuevo desafortunadamente, lo que sucede es que el sistema capitalista ha minimizado el suceso de forma tal que parece que esto fuera reciente. Lo que sucede es que la mujer, contra viento y marea, ha ido buscando un sitial en el cual sus derechos no sean letras muertas, sino reales y concretas. Es una lucha que merece toda la atención e importancia.
Paradójicamente, uno de los libros más machistas que subvaloran el rol histórico de la mujer, es la biblia. La responsabiliza del pecado original y como si esto fuera poco la declara esclava del hombre, cuya función es parir hijos y criarlos. “He aquí la esclava del Señor”, dice el texto. ¡Qué horror…! Según esta colección de textos, la mujer con el período no podía entrar al templo, porque era considerada impura.
En Colombia hasta 1957, la mujer adquirió el derecho de participar en los debates electorales, después de una lucha heroica con muchas mujeres inmoladas, lo mismo el derecho a estudiar y participar de la cosa pública. La lucha ha sido tenaz en un sistema económico machista, mafioso y criminal. El gran filosofo que venera la burguesía, Schopenhauer, sostenía que “la mujer era de cabellos largos e ideas cortas”.
El papel de la mujer siempre se ha subvalorado, el machismo ha sido la constante en el capitalismo, considera que la mujer no es sujeto sino objeto de placer y nada más.
Lucha por la liberación femenina
Los movimientos de izquierda, especialmente el Partido Comunista, son los únicos que han estado a la vanguardia en solidaridad con la lucha feminista. De una u otra manera, se han manifestado por la liberación femenina y la equidad de género, han estado codo a codo luchando.
Las conquistas obtenidas hasta ahora en modo alguno son magnanimidad del régimen capitalista, son fruto de la lucha unitaria y valiente de la mujer, no solo en Colombia sino en el continente y en el mundo entero. La ley argentina 27499, más conocida como ley Micaela, promulgada el 10 de enero de 2019, establece la capacitación obligatoria en género y violencia de género para todas las personas que se desempeñan en la función pública en todos sus niveles y jerarquías en los tres poderes públicos: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Este nombre es un homenaje póstumo a Micaela García, joven argentina de 21 años de edad, quien fue víctima de abuso sexual y feminicidio por Sebastián Wagner.
Colombia ha sido escenario de cruentos asesinatos de mujeres, violaciones sexuales y discriminaciones por género, con la anuencia de los gobiernos que han estado de espaldas a esta realidad. Solo el gobierno del Pacto Histórico abre espacios de participación que hay que fortalecer para que cese la violencia contra la mujer y la misma comunidad LGTBI+, que brille el respeto por la diversidad, lo mismo que la tolerancia. Hay que persistir en la lucha desde la cultura, forjando una cultura de paz, de convivencia y de justicia social, desde la casa, desde la vereda o el barrio. No hay que esperar que el otro cambie, hay que comenzar por uno desde su núcleo más cercano. En otras palabras: Hay que decir y hacer, hay que cambiar el sistema capitalista y crear las premisas del sistema socialista, en unidad hombre – mujer.
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