jueves, 17 de agosto de 2023

¡Maldita violencia!

 

Foto: Coprofan

Por Nelson Lombana Silva

¡Maldita violencia!, sigue oronda llenando los hogares de dolor, angustia y desesperanza, mojando el surco con sangre humilde, campesina, obrera e indígena; con sangre trabajadora, a la intemperie, en la soledad sonora de las vicisitudes y angustias por sobrevivir y poder llevar un mendrugo de pan a su descendencia que inocente no sabe las causas de su drama.



La propuesta de paz total que viene liderando con tenacidad el presidente del Pacto Histórico, Gustavo Petro Urrego, se menosprecia, considerando que hay que hacer justicia con mano propia, aplicando la ley del Talión: “Ojo por ojo y diente por diente”. Es más deprimente aún, porque es pueblo contra pueblo matándose, mientras la gran oligarquía sin escrúpulo de ninguna naturaleza, estimula la violencia en todas sus formas y manifestaciones.

En Barragán (Valle) fue asesinado con sevicia al parecer (motosierra) un labriego de nombre Brayam Henao, dejando la viuda, una mujer joven y al parecer cinco niñitos. ¡Qué horror!, su desmembrado cuerpo fue trasladado a Tuluá, donde será sepultado, con la compañía de sus padres, su esposa y los niñitos. El horrendo hecho ocurrió hace cinco días.

En el municipio de Anzoátegui (Tolima), una sencilla persona del pueblo, fue asesinada de una severa puñalada a manos de un vicioso, al parecer con problemas mentales, se le conocía con el sobrenombre de “Mamerto”, quien compartida con todos y todas en esta municipalidad. Al parecer las autoridades sabían del peligro del sujeto agresor, pero nunca actuaron para prevenir. El hecho ocurrió hace tres días en el perímetro urbano de esta municipalidad.

Con toda seguridad la muerte de estas personas, no será noticia en los grandes medios de comunicación, porque ellos están empeñados en eso, en revivir la violencia para que la gran oligarquía sea nuevamente gobierno y el rico siga siendo más rico y el pobre más pobre.

En estos momentos de dolor y angustia, hay que hacer de tripas corazones y persistir en la paz total. Hay que fomentar la cultura de la convivencia, el respeto con el otro, encontrando fórmulas de resolver las contradicciones mediante el diálogo y la tolerancia. El destino de la humanidad no es el dolor, ni la violencia, su destino es la felicidad y la paz total. No dejemos que esta oligarquía uribista nos quite ese sueño supremo de morir en paz acompañado de los hijos e hijas y no como está ocurriendo ahora, que son los padres los que están enterrando a sus hijos.

¿Qué le puedo decir a mi sobrino en esta amarga hora? ¿Qué le puedo decir a Amalia, la mamá de Brayam? ¿Qué le puedo decir a mis paisanos anzoateguienses en estos momentos, cuando la vida – como la canción – no vale nada? Solo un mensaje de condolencia, de solidaridad y de rechazo por estos hechos abominables, deseando serenidad y fuerza impoluta para no anidar en el corazón odios viscerales. Además, que de pronto brille la justicia y estos crímenes no queden en la impunidad, como ha ocurrido en miles y miles de casos en Colombia. Paz en su última morada, tanto a Brayam como a Mamerto.   

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